A orillas del padre Ebro, vigilando el deterioro de la antigua torre
de la iglesia, hoy convertida en improvisado faro del mar de Aragón,
encontramos las ruinas del que fue castillo de la villa de Fayón.
Lo curioso, es que generalmente las villas pierden sus fortalezas, y en
esta ocasión sucedió al revés, la fortaleza perdió a su villa.
Los muros casi derrotados del que un día fue guardián, defensor y vigía
de los villanos de Fayón, observa todavía la lamina de agua que cubre
por completo lo que antiguamente fue su “pueblo, con la esperanza de que
del fondo del pantano, renazcan de nuevo los gritos alborotados de los
mas pequeños jugando en la calle, los ruidos característicos de las
gentes del campo, o el jolgorio de las fiestas patronales.
Hace tiempo que el silencio lo acompaña, solo el griterío alborotado de aquellos que visitan con sus kayaks la curiosa torre, despierta de vez en cuando a estos muros olvidados, casi derruidos, que echan de menos a su pueblo y a sus gentes.
Adjunto unas curiosas fotografías de
Fayón antes de ser inundado, y momentos después de iniciarse la
inundación, sacadas de la pagina http://castillodelcompromiso.org/?p=3439
“Como consecuencia de la dramática inundación de esta villa en 1967 al
haberse concluido la presa de Ribarroja (Cataluña), solamente la torre
de la iglesia asoma sobre las aguas del Ebro, y además, por razones
topográficas, el castillo, encaramado sobre un descarnado espolón
rocoso. La historia de Fayón es muy oscura; por su similitud toponímica
podría identificarse con el castillo de «Hagún», que figuró durante las
campañas de Alfonso I el Batallador en Fraga, aunque su relativa lejanía
lo haga dudoso, y Ubieto Arteta sugiere que pudo ser el castillo de
«Badón», mencionado documentalmente al conquistarse Mequinenza en 1133.
Desde el siglo XIV se integró en los dominios de los Montadas en
Mequinenza, distando de 1340 su más antigua mención documental del
dominio de dichos señores sobre «los castillos y lugares de Mequinenza y
Fayón, situados en los predios de Huesca (?)», siguiendo las
vicisitudes reseñadas en la monografía del primero, y aquéllos fueron
más tarde condes y marqueses de Aytona. A falta de datos sobre la
construcción de este castillejo, podemos sugerir que alguno de los
Montadas lo erigiría para vigilar la navegación sobre el Ebro, muy
activa en trigos aragoneses que se vendían en Barcelona. Dadas las
pequeñas dimensiones del peñasco, se reduce a una torre rectangular, con
saeteras, y un breve recinto exterior con bastiones redondeados, de
piedras algo más irregulares que las de la torre, y por la forma de las
aspilleras, parecen haber sido remodeladas durante las guerras
carlistas.”
http://www.enciclopedia-aragonesa.com/voz.asp?voz_id=5518
Hace tiempo que el silencio lo acompaña, solo el griterío alborotado de aquellos que visitan con sus kayaks la curiosa torre, despierta de vez en cuando a estos muros olvidados, casi derruidos, que echan de menos a su pueblo y a sus gentes.
http://www.enciclopedia-aragonesa.com/voz.asp?voz_id=5518
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