" Cada salida, es la entrada a otro lugar"

Este blog pretende transmitir la belleza y peculiaridad de lo cercano, los lugares que nos transportan en el tiempo y en el espacio. Rincones de nuestra geografía más próxima que nos dejan sin aliento o nos transmiten una paz necesaria en momentos de dificultad. Espero contribuir a que conozcamos un poquito más dichos lugares y a despertar la curiosidad del lector para que en su próxima salida, inicie la entrada a otro lugar... un lugar al que viajar sin necesidad de sacar billete.

jueves, 30 de julio de 2015

LA CRUZ DE HITUELO (BLESA)


Nos encontramos en los primeros días de abril de 1492, en un viejo caserón de piedra sillar ubicado en la calle Mayor, y propiedad de la noble familia de los Beltrán.




Precisamente, Pedro Beltrán, Alcaide de la villa de Blesa, lugar en el que se desarrolla la historia, mira orgulloso el edicto enviado por Don Alonso de Aragón, Arzobispo de Zaragoza, en el que se daba a conocer el decreto promulgado en Granada por sus majestades los Reyes Católicos, en el que se oficializaba la expulsión de los judíos del Reino de Castilla y la Corona de Aragón.



Don Pedro, infanzón y Alcaide de la ilustre villa de las cuencas mineras allá por el año en el que se rindió Granada, sonreía burlonamente mientras leía una y otra vez el pergamino recibido.



-          - Me habéis mandado llamar – Le interrumpió su bella hija.

-     - Pasa, pasa… ¿Sabes lo que es esto? – Pregunto inquisitivamente Don Pedro señalando el documento

-          - No padre. ¿Debería de saberlo?- Contesto ella

-          - Yo te diré lo que es. Este pergamino es el que va a conseguir lo que yo no he podido hasta ahora. Este pergamino es la espada que por fin va a romper ese amor inconsciente que os traéis entre manos tú y el hijo de ese rabino deslenguado. Dios ha escuchado mis suplicas y ha querido que nuestro Rey Fernando acabe lo que yo no he sido capaz. Los judíos han sido expulsados, abandonaran la Corona, de hecho les he dado 24 horas para que dejen la villa, sino responderán ante Dios en la horca.

Una  fría lágrima resbala por la suave mejilla de la joven. Abandona la estancia a toda prisa mientras intenta reprimir los desgarradores sollozos procedentes de su corazón roto. Don Pedro observa de nuevo el edicto real con satisfacción, sonríe por última vez y se retira a su alcoba.



A la Mañana siguiente Pedro Beltrán es informado de que su hija abandono la casa de madrugada y no volvió. El Alcaide, imaginando el desenlace, envía a sus hombres en busca de la caravana judía. “Traedme a mi hija, viva o muerta” grita desesperadamente.
 

Sin embargo, sus hombres no logran encontrar la comitiva del Rabino Abraham. Y no lo logran porque dicha comitiva aun no había abandonado el pueblo. Informado el Alcaide de que los judíos partían en ese momento, y ante la falta de efectivos, decide personarse él ante aquellos herejes traidores que pretendían arrebatarle a su hija.



Una vez localizados los judíos Don Pedro da el alto a la comitiva. Las miradas de aquellos que habían perdido sus casas y muchas de sus pertenencias son una mezcla de tristeza, desesperación y odio. El alcaide baja de su caballo y examina a cada uno de los individuos que formaban la comitiva. En uno de los caballos distingue al apuesto hijo del rabino, y tras él, montada sobre el mismo lomo, su hija cubierta con un oscuro hábito que le tapaba parte de la cara.

 

Don Domingo se acerca, y con un violento movimiento saca su espada y grita: “Si no estás junto a tu padre, estarás junto a Dios” mientras intenta atravesar el frágil cuerpo de la chica. En ese momento, antes de que el acero de la espada entre en contacto con los tejidos que cubren el cuerpo de la joven, el hijo del rabino atraviesa el corazón del Alcaide con una bella daga engarzada de piedras preciosas. Antes de morir, Don Domingo Beltrán puede ver la sonrisa burlona de su hija, que se aleja junto a su amado rumbo a un lugar donde su amor no sea un pecado.



Horas tardaron en encontrar al Alcaide, que fue echado a un estercolero y cubierto de piedras. Horas precisas para que los dos amados abandonaran las tierras donde les reclamó la justicia. Ya nada más se supo de aquella pareja, pero el pueblo en recuerdo de su Alcaide, vendió la bella daga que segó su vida y con aquellos dineros construyeron un monumento en su honor, un monumento que recordase la lucha de aquel viejo Alcaide contra la herejía, una herejía que no solo acabo con su vida, también se llevo a su hija.



Ese monumento se llamo “Cruz de Hituelo” y, pese a las modificaciones sufridas a lo largo de su historia, todavía hoy podemos contemplarla y disfrutarla.


Algo así pudo suceder en Blesa en el año 1492, algo así pudo ser el origen del bellísimo peirón de Hituelo. Salvador Gisbert Jimeno, autor del libro “Leyendas y tradiciones turolenses” narra la leyenda a su manera, permitiréis que este modesto explorador se haya aventurado a narrarla a la suya. Jejeje.

Sea como fuere no cabe duda que el patrimonio, adornado con historias, leyendas, mitos… es algo más que un bien inventariado, es algo más que una construcción antigua, es el recuerdo de todas aquellas vivencias y experiencias que sucedieron a su alrededor a lo largo de la historia. Merece la pena recordarlas.

martes, 28 de julio de 2015

LA CAPELLANÍA (Castellote)

Enclavada muy cerca del nacimiento de una de las fuentes más caudalosas de la zona, la Fuente del Salz. Este manantial brota en una esquina de roca caliza, regando el pequeño valle que se forma aguas abajo de su nacimiento. Esta fuente es el origen del rio Viñas, que atraviesa toda la sierra del Caballo hasta unirse con el Guadalopillo aguas arriba de Foz Calanda, aunque la mayor parte del año baja sin caudal.



Ya en el Medievo el agua de esta fuente fue desviada al barranco de Seno, y desde entonces ha sido foco de conflicto permanente entre los pueblos de Castellote, Seno, Alcorisa y Berge. Incluso las órdenes militares de San Juan y Calatrava tuvieron sus continuos roces por el líquido elemento de este manantial.

 

Pues bien, junto a la fuente del Salz se levantan los restos de esta construcción de origen incierto. Junto a ella discurrían los antiguos caminos de herradura que venían de Molinos y Alcorisa hacia la importante plaza de Castellote, y las leyendas hablan de que ya existía allí una construcción de hospedaje y defensa en época templaría, pero no existe constancia documental. Poco se sabe del uso que ha tenido este lugar en tiempos pasados, pero no hay duda del carácter señorial de esta imponente construcción.



El lugar en el que se ubica ha tenido una importancia capital a lo largo de los siglos, pues en él encontramos restos arqueológicos prehistóricos, poblados iberos y elementos constructivos de  una villa romana, incluso existen indicios de una posible presa que regulaba el caudal del manantial del Salz.





No solo era un lugar extraordinario en cuanto a recursos naturales, también uno de los pocos pasos existentes entre el Bajo Aragón y el Maestrazgo, entre Cesaraugusta y los fértiles valles del alto Guadalope, entre Saraqusta y Cazarabet, entre la Taifa de Zaragoza y la de Tortosa, entre el Reino de Aragón y el Reino de Valencia. En definitiva un lugar de importancia estratégica relevante para el control de los caminos en la antigüedad.

viernes, 17 de julio de 2015

ERMITA DE LA VIRGEN DEL TREMEDAL

No hay pueblo sin ermita. 

Más bonitas, más feas, más antiguas, más nuevas, más grandes, más pequeñas… las hay de todo tipo a lo largo de nuestra geografía. Sin embargo si hay una que llama especialmente la atención esa es la de la Virgen del Tremedal en Tronchón.


De las innumerables ermitas turolenses que yo conozco, solo dos rompen con los cánones estéticos establecidos. Una de ellas la ermita de la Virgen del Pilar en Hinojosa de Jarque, de planta octogonal. La otra nuestra protagonista de hoy, la ermita de la Virgen del Tremedal, de planta circular.


Es difícil imaginar el porqué de esta peculiar estructura. Meterse en la cabeza de aquel “maestro de obra” que en los primeros años del siglo XIX decidió romper con lo establecido e innovar en la construcción de un templo cristiano.


Aunque observando aquella ermita con detenimiento una idea asaltó mis pensamientos: ¿No tiene una planta similar a los molinos de viento castellanos? ¿No podría confundirse mirándola desde atrás con la estructura de aquellos gigantes a los que el enjuto Don Quijote se enfrento en sus aventuras caballerescas? ¿Podría ser entonces que la construcción de esta ermita respondiese al pago de una deuda con el autor de la novela española más internacional?

Miguel de Cervantes homenajeo el “queso de Tronchón” en su obra maestra, ¿Quizá los tronchoneros decidieron homenajear a Cervantes simulando en su nueva ermita uno de los famosos molinos quijotescos?

Sea como fuere la ocurrencia de aquel maestro de obras ha hecho que hoy podamos disfrutar de un edificio singular. Quizá simplemente fue una apuesta arriesgada, quizá el aprovechamiento de una construcción anterior… pero a mí me gusta pensar que responde al homenaje antes mencionado. Que la bella ermita de la Virgen del Tremedal, es el reconocimiento del pueblo de Tronchón a nuestro escritor más universal.

http://museovirtualmaestrazgo.com/ficha_museo/911/ermita-de-la-virgen-del-tremedal-en-tronchon.html

miércoles, 15 de julio de 2015

EN BUSCA DEL CASTILLO PERDIDO: LOS BALLESTER (Capitulo 4)


           Cesáreo Gil Atrio, en su libro “Alcorisa y sus tradiciones” da por hecho que el tercer señor del castillo de Alcorisa fue un Ballester. Así lo confirma el árbol genealógico que la familia Nadal, descendientes de los Ballester de Alcorisa, cedieron a Gil Atrio para ser publicado. Según esta genealogía, Ramón Ballester y su esposa Juana Bernat tomaron posesión del señorío del castillo de Alcorisa poco después de 1271, año en el que murió Pelegrín de Atrosillo, hasta entonces señor del mismo. De hecho, según se asegura en dicho árbol genealógico, el hijo de Ramón Ballester y Juana Bernat fue el primer Ballester que nació en nuestro pueblo.

¿Pero quién era aquel Ramón Ballester que se afincó en Alcorisa en el siglo XIII? 

Coetáneo a nuestro ilustre vecino, las crónicas hablan de otro Don Ramón Ballester, Alcaide del castillo de Alaro, en Mallorca. Este Ballester murió en 1285 en el asalto a dicho castillo, en uno de los muchos enfrentamientos bélicos que se produjeron en la Edad Media. El Papa Martin IV había ex comulgado al rey aragonés Pedro el Grande, privándolo de todos sus reinos. Su hermano, Jaime II de Mallorca, se puso del lado del pontífice y no reconoció el reinado de Pedro III.  Tal situación desembocó en una guerra civil entre los territorios de la Corona, que acabaría con una invasión de las tropas aragonesas de la isla de Mallorca. Los ocupantes del castillo de Alaro no rindieron la plaza y, finalmente, fue asaltado el 30 de diciembre de 1285. La guarnición que había en su interior, incluido el propio Ramón Ballester, fue quemada viva.


Castillo de Alaro (Mallorca)

Es muy posible que este Ramón Ballester fuera uno de los hijos del Caballero Berenguer Ballester, oficial de las huestes de Don Nuño Sánchez, tío de Jaime I y Conde del Rosellón, Conflent y Cerdaña. Según nos cuenta Don Luis Valero de Bernabé y Martin de  Eugenio, director del Colegio Heráldico de España y las Indias, en una interesante genealogía sobre la que luego profundizaremos, Don Nuño Sánchez recibió el distrito de Manacor en el reparto de la isla de Mallorca una vez conquistada. Consta en el “Llibre del repartiment” que se encuentra en el Archivo del Reino de Mallorca. Después, el Conde del Rosellón repartió esas tierras entre los 100 caballeros que mandaban sus mesnadas, las alquerías de Alcarax, Viñola y Garbayó, fueron para Don Berenguer Ballester.

 A día de hoy todavía no tengo la seguridad de que el Ramón Ballester que fue quemado vivo en Alaro en 1285, fuera el mismo que llegó a Alcorisa poco después de 1271, pero fechas, nombre y escudo de armas son coincidentes, así que es una posibilidad cierta. ¿Es posible que los Ballester de Alcorisa y los de Mallorca nacieran del mismo tronco familiar? ¿Quizá Ramón Ballester, sabiendo del peligro de guerra que asolaba la isla mallorquina, dejó a su esposa y parte de sus mesnadas en Alcorisa antes de partir a defender el castillo del que era Alcaide?

Esto explicaría el por qué de la construcción de un nuevo casco urbano. La llegada de las mesnadas de Don Ramón y de sus familias superó la capacidad de la antigua alquería alcorisana. Se inició entonces la construcción de un nuevo pueblo amurallado que probablemente terminaría sobre 1293, pues en ese año Don Ruy Sánchez, Comendador Mayor de la Orden de Calatrava en Alcañiz, concedió a la aldea de Alcorisa sus primeros fueros, tal y como aparece en el libro “Colección de fueros y cartas pueblas de España” 



  
"Colección de fueros y cartas pueblas de España"




  Pues bien, hace ya un tiempo, indagando en la historia de esta noble familia,  descubrí que uno de ellos, Blas Ballester Calvo, infanzón e hijo del caballero Blas Pedro Ballester, caso con doña Angela Morla Zaydia. En un primer momento ya me pareció raro que un infanzón alcorisano contrajese matrimonio con la hija de un potentado mallorquín (Otra vez Mallorca) afincado en Valencia, Don Ambrosio Morla Aucina, pero eso me dio pie a tirar de ese hilo.  A través de ellos,  descubrí una genealogía referente a los Morla de Alcudia, escrita por Don Luis Valero de Bernabe y Martin de Eugenio, que me puso tras la pista de otra antigua familia de Manacor, con grandes riquezas, que también se apellidaba Ballester. Por suerte para mi, Don Luis Valero de Bernabe, Doctor en Historia, Director del Colegio Heráldico de España y de las Indias, también había investigado la genealogía de los Ballester de Manacor. 

Genealogía de los Ballester de Manacor de Don Luis Valero de Bernabé y Martín de Eugenio


En un primer momento pensé que aquellos prohombres mallorquines de origen catalán, instalados en la isla en 1229, justo acabada la reconquista, nada tenían que ver con los Ballester de Alcorisa. Pero, muy al contrario, estaban relacionados y mucho, pues gracias a la genealogía antes mencionada pude entender el porqué de la relación existente entre los Ballester alcorisanos y la isla de Mallorca. En la séptima generación encontrábamos la respuesta:

 “Don Blas Pedro Ballester y Net, segundogénito de Don Rafael Ballester y de Doña Cathalina Net, nació en la ciudad de Palma y siendo mozo marchó a enrolarse en los 8 Tercios de Italia en busca de fortuna, interviniendo en la Campaña de la Valtelina (1618/1626). Éste era un estratégico valle de la cordillera Alpina que permitía el paso entre el Milanesado español y el Tirol austriaco dominios ambos de los Habsburgo, por lo que su posesión era vital en aquellos momentos en que Europa ardía en la denominada “Guerra de los Treinta Años”, por ser la única vía terrestre por la que el Imperio Español  enfrascado en la guerra contra los protestantes podía enviar refuerzos a Flandes. Don Blas demostraría su arrojo y valor en la campaña contra los Grisones, pueblo que habitaba dicho valle de la Valtelina, interviniendo activamente en la pacificación del Valle y siendo uno de los artífices del Tratado que el 6 de febrero de 1621, firmó el Duque de Feria, Capitán General del Ejército Español, con los grisones y por el que se garantizaba el libre tránsito de las tropas y avituallamientos españoles, y se permitía el establecimiento de guarniciones españolas en los enclaves estratégicos que protegían el Valle. En el Archivo de la Real Audiencia de Aragón (Zaragoza) se encuentra el Real Privilegio y Comisión que se despachó en la villa y corte de Madrid, a los doce días del mes de marzo de 1622, por el rey Don Felipe IV “El Grande”, que comisionó todo su Real Poder y facultad al Excelentísimo Señor Don Gómez Suárez de Figueroa y Córdova, Duque de Feria, Gobernador y Capitán General por Su Majestad en el Estado de Milán, para que en nombre de Su Majestad promoviera y armara al grado y honor de Caballero a Don Blas Ballester y Net, lo que sería solemnemente realizado en el Campo de la Magiolina del Ducado de Milán, el día 29 de julio de 1622, por el propio Duque de Feria ante todo el Real Ejercito formado y armado en orden de parada, según se estilaba entonces para honrar a los héroes de guerra. Se indica además textualmente en el citado legajo que: “A fin que dicho Don Blas Ballester y toda su descendencia por línea masculina, hasta entonces nacida y la que hubiera de nacer en adelante, gozaran de todos los fueros, exenciones, privilegios, libertades e inmunidad que los demás Caballeros del presente Reino pueden y deben gozar". A su regreso a España Don Blas no volvió a Mallorca, pues en premio a sus servicios en la guerra de Italia le fue encomendada la Baylia del Castillo de Alcorisa, localidad aragonesa distante seis leguas de la ciudad de Alcañiz (Teruel) y a cuya jurisdicción calatrava pertenecía. Una vez allí para poder tomar posesión de su cargo tuvo que probar su nobleza mediante una Jurisfirma de Infanzonía, obtenida ante el Tribunal del Justicia Mayor de Aragón, con fecha 28 de noviembre de 1622 En adelante tanto él como sus descendientes residirían en Aragón, pues Don Blas conocería y contraería matrimonio en la parroquial de San Pedro Apóstol de Visiedo (Teruel) hacia 1627 con Doña Juana Jerónima Calvo, natural de dicho lugar, hija de Don Juan Calvo y nieta de Don Juan Calvo, infanzones avecindados en Visiedo, perteneciente a la jurisdicción de Calamocha. Fruto de su matrimonio serían Don Blas, Don Pedro, Doña Josepha y Doña Jerónima Ballester Calvo” 


 Según esta genealogía con las pertinentes referencias documentales, los Ballester, infanzones de Aragón, llegaron a Alcorisa en 1622. ¿Cómo podía ser posible? Existen referencias anteriores en los libros de nuestros historiadores locales que ya hablan de la presencia de la familia Ballester en Alcorisa. De hecho el primer Alcaide de la villa de Alcorisa fue Don Juan Ballester. Pero si, según este documento, Don Blas Pedro Ballester y Net recibió la Baylia del Castillo de Alcorisa como premio a sus servicios en el siglo XVII, ¿quiénes eran los Ballester que ya residían en la villa desde el siglo XIII?

            El árbol genealógico de la familia Nadal, descendiente de los Ballester, no deja lugar a dudas. El hijo de Don Ramón y Doña Juana nació en Alcorisa, y contrajo matrimonio con una andorrana de buena cuna. Sin embargo, si analizamos detenidamente el fogaje o censo poblacional realizado en 1495, ningún Ballester aparece en la relación de apellidos de los vecinos y vecinas de Alcorisa. ¿Qué significa esto?

            Mi teoría es que a la muerte de Don Ramón Ballester en 1285, fueron los hermanos de este, residentes en Manacor, los que se hicieron cargo del sustento y supervisión de los descendientes de su familia y del señorío del castillo alcorisano. Los Ballester afincados en Alcorisa jamás se censaron en la nueva aldea, pues para una familia de posibles, en la que muchos de sus miembros fueron altos cargos de la Corte, no era ningún privilegio ser los señores de una aldea. Los Ballester de Manacor disponían de Alcorisa como la residencia más cercana al monarca, su cuartel general en la península. Sin embargo no consideraron un privilegio su posesión hasta que, en 1605, Alcorisa dejó de ser aldea para convertirse en Villa. Es ahí donde los Ballester ponen su nombre en el día a día de la localidad, fundando un mayorazgo en 1622 y entonces sí, reconociéndose a ellos mismos como señores del castillo.

            Estoy convencido, pues, del origen manacorí de los Ballester alcorisanos, de la importancia de la posesión del señorío del castillo de la aldea como punto intermedio entre sus tierras isleñas y la Corte zaragozana. Como también estoy convencido de la importancia de esta familia en el hecho de que, finalmente, Alcorisa se convirtiera en Villa.

            A partir de 1622 la familia Ballester residirá oficialmente en Alcorisa, Villa Real de reciente creación. De hecho, en la petición de caballerato de Don Blas Ballester que se encuentra en los archivos de la Corona de Aragón, éste ya hace referencia a los numerosos cargos que sus antepasados tuvieron en nuestro pueblo y a que dos de ellos participaron incluso en la Guerra de Granada.

            A raíz del título de villa, muchos son los documentos en los que el apellido Ballester aparece junto a “natural de Alcorisa”. Maestres, comendadores, caballeros, notarios, infanzones, jerarcas eclesiásticos, mariscales de campo, madres superioras, monjas… Los siglos XVII, XVIII y XIX son años de esplendor para esta familia, que entronca con otros nobles linajes como los Cebrián, los Morla, los Lop, los Ardid, los Sánchez-Muñoz… Adquiriendo incluso títulos nobiliarios como, por ejemplo, la Baronía de la Linde.

            Mención especial merece Don Pedro Cebrián y Ballester, conocido como “el Reyecico de Aragón”. Por los servicios que prestó al primer monarca Borbón de España en la guerra de sucesión consiguió para Alcorisa el título de “Fiel y muy ilustre”.




         

            Antes de terminar nuestro recorrido, a vuela pluma, en la historia de esta familia de importancia capital para nuestra villa y nuestro castillo, permitidme recordar un suceso narrado por Pedro Rújula en su libro sobre Alcorisa. Dice así:

            “En los últimos meses de vida Manuel Ballester, perteneciente a una noble familia de infanzones de la villa, pensó en remodelar la capilla donde se aloja el crucifijo del Monte Calvario. La ermita era de patronato del Ayuntamiento y todas las iniciativas y obligaciones referidas a ella corrían de parte del pueblo. Valiéndose Ballester de que un familiar suyo era el único letrado de un Ayuntamiento compuesto por labradores obtuvo la aprobación de esta obra que inicio sin demora. Transformó el hueco de la peña donde se alojaba la Santa Imagen mediante unas tablas doradas y labradas y sustituyo el escudo de las cinco llagas flanqueado por dos angelotes que presidía la capilla por las armas de su familia. El escudo era tan ostentoso - tan sobresalientes y en tal disposición que dan en rostro a cuantos entran en la ermita – que provocó la indignación de los vecinos y el temor del Ayuntamiento a que le fuera arrebatado el patronato de la ermita. Se enteraron los municipales de las condiciones de favor que habían mediado en la autorización y la revocaron, pero llevados ante los tribunales por Ballester, el Real Acuerdo ordenó restablecer en su lugar el escudo”

Página 40 del libro “Alcorisa” de Don Pedro Rújula.

Esto sucedió en 1774. Curiosamente 200 años después de la construcción de la primera ermita del Santo Sepulcro y 500 después de la muerte de Pelegrín de Atrosillo, segundo señor del castillo alcorisano, y de la llegada de la familia Ballester al señorío del castillo alcorisano.
         Pero si en 1774 la ermita era de patronato del Ayuntamiento, ¿en qué basó el juez su veredicto para fallar a favor del escudo de armas de la familia Ballester? ¿Qué derechos tenían sobre la ermita aquella familia de infanzones alcorisanos? 




Sabemos por la genealogía de Don Blas Pedro Ballester y Net que esta familia ostentaba las dignidad de bayles del castillo. ¿Tuvieron algo que ver estas dignidades con la resolución judicial de aquel pleito en el que se vieron inmersos el Ayuntamiento y uno de los ciudadanos ilustres de Alcorisa? ¿Quizá algún privilegio histórico sobre el lugar donde se encontraba la ermita del Santo Sepulcro?

         Alcorisa y su historia está ligada a esta noble familia de origen catalán, pero llegados de la isla de Mallorca. Como siempre digo, conocer las memorias de este linaje es recuperar la memoria de una villa a la que le fueron arrebatados la mayor parte de los legajos en los que se escribieron sus crónicas. 

           No hay lugar a dudas de la estrecha relación que existía entre los Ballester y la ermita del Santo Sepulcro, y estoy convencido que averiguar a ciencia cierta el por qué de este continuo vínculo nos ayudara sobremanera a encontrar muchas de las respuestas que andamos buscando.

            El castillo de Alcorisa y los Ballester, son hilos de una misma madeja.