" Cada salida, es la entrada a otro lugar"

Este blog pretende transmitir la belleza y peculiaridad de lo cercano, los lugares que nos transportan en el tiempo y en el espacio. Rincones de nuestra geografía más próxima que nos dejan sin aliento o nos transmiten una paz necesaria en momentos de dificultad. Espero contribuir a que conozcamos un poquito más dichos lugares y a despertar la curiosidad del lector para que en su próxima salida, inicie la entrada a otro lugar... un lugar al que viajar sin necesidad de sacar billete.

lunes, 23 de marzo de 2020

LOS RESTOS DEL CASTILLO ISLAMICO DE VILLAPLANO (Castellote)

Los restos del castillo islámico de Villaplano, en termino municipal de Castellote, pero más cercano a Más de las Matas. En plena Sierra de los Caballos.
 
 
Parece ser que está fortaleza tenía como misión la protección del despoblado de Villaplano, situado al noroeste de la fortaleza, sobre un terreno rico en arcilla que todavía se explota en la actualidad.

Al sur de los restos de este castillo, se encuentra el barranco de los Cocios (Cocio: Gran vasija similar a las tinajas, pero de boca más abierta, base plana y estable, boca decorada con digitaciones, y dos asas u orejas enfrentadas; su característica diferenciadora estriba en el orificio o pitorro de desagüe), por lo que parece seguro que este despoblado se dedicaba a la manufactura de la arcilla, probablemente desde época íbera, dado que al sur se encuentra el importante yacimiento de Vallipón 
 

Además aún podemos contemplar un viejo horno cerámico a los pies del cerro donde se encuentra el castillo y las antiguas bocaminas.
 

Otro castillo derruido, otro castillo olvidado...

LA SANTA MUERTE DE ALCAÑIZ

"Existe en esta población bajo aragonesa una leyenda singular por sus múltiples connotaciones y que yo quiero plasmar en este blog mágico, para evitar que el tiempo le pase factura y muera irremediablemente gracias al olvido.

La Santa Muerte… parece que hablemos de México u otro país latinoamericano, pues no, esto es muy nuestro, y paradójicamente la forma de representación es prácticamente igual a como hoy en día tenemos en mente a las imágenes que se muestran de la santa Muerte en estos países hispanos.
No tenemos imágenes, ni fotografías, tan solo la herencia histórica del boca a boca de los vecinos de Alcañiz, que de forma anónima e involuntariamente lo han ido trasmitiendo de generación en generación.

Narra la leyenda que en esta población, capital histórica del Bajo Aragón, existía un paso de semana santa que representaba a la muerte. Su apariencia era la de un esqueleto ataviado con simbología banal y mundana, y que era portado por cuatro mozos de esta población. La leyenda se empezó a forjar a partir de algunas coincidencias… o no, en las que confluían dos aspectos, uno (es lógico), la imagen a la que nos referimos, la otra era simplemente el lugar donde se detenía esta imagen por azar en la procesión, que normalmente cada año era en un sitio distinto, dependiendo de la cantidad de cofrades y asistentes a la procesión, pues esto hacia que las filas fueran más largas o más cortas, y como los pasos principales iban parando en algunas capillitas del recorrido, esto unido al número de asistentes al acto hacía que de un año a otro variase sus paradas. Las gentes del lugar, empezaron a observar que en los lugares donde había parado la imagen del esqueleto, durante el año moría uno de los integrantes de la casa que coincidía con la parada de la imagen, por lo que las gentes empezaron a sentir autentico miedo al paso.

En el año 1746, aconteció que los cuatro mozos que porteaban la imagen se mofaron de ella y de los temores que infundía a la población, llegando a la determinación y para mostrar que era falso lo que se decía de ella, de tirarla a un gran charco que encontraron al paso de la procesión. El resultado no se hizo esperar, al siguiente año, ninguno de estos mozos vivía, todos habían muerto en extrañas circunstancias."



http://lugaresmagicosdearagon.blogspot.com.es/…/la-santa-mu…

Santuario de la Virgen de Pueyos (Alcañiz)

Sin lugar a dudas, el rincón mas venerado de la “Histórica y Heroica Ciudad de Alcañiz”. El Santuario de la Virgen de Pueyos es el cordón umbilical que une a las diferentes generaciones alcañizanas. El vinculo entre los vecinos y vecinas de Alcañiz y sus ancestros. El lugar donde la tradición se convierte en devoción, armonía, amistad y compromiso.


 El Santuario de la Virgen de Pueyos es algo más que un templo cristiano, es el testimonio vivo del trabajo conjunto de una sociedad, de la hermandad de toda una ciudad en pro de un sentimiento, de un lugar, de una tradición.
 
 Y es que son numerosos los alcañizanos que a través de las “Quintas” han participado en el mantenimiento, reparación, reconstrucción y acondicionamiento de nuevos espacios de este amado templo, cuya veneración esta incluso por encima de toda creencia religiosa.


  
 No nos detendremos en aspectos arquitectónicos ni históricos, tan solo diremos que, como tantas otras ermitas de nuestra proximidad, su ubicación original también responde al patrón de talla de virgen “encontrada, trasladada, desaparecida y vuelta a encontrar en el mismo lugar”. Por lo que se le levanto un pequeño templo para que fuera venerada allí donde ella quería estar. Eso si, como la ermita original se quedaba pequeña, decidieron construir un templo más grande cerca de ella.



  
 La importancia histórica y arquitectónica del Santuario de la Virgen de Pueyos es indudable, y las fotografías dan buena cuenta de ello. Sin embargo, como dijimos anteriormente, si hay algo que caracteriza a este templo cristiano del resto, es la devoción que los alcañizanos y alcañizanas sienten por él. Devoción que, como hemos dicho anteriormente, incluso está por encima de lo religioso, pues es frecuente encontrar a vecinos y vecinas de Alcañiz no creyentes que aman fervientemente a este Santuario y todo lo que representa.

  
 La competencia “sana” que ha existido siempre entre las “Quintas”, responsables del mantenimiento del Santuario, ha hecho que el Santuario y su entorno sean maravillosos, lleno de mágicos rincones y bellos espacios. Merece mucho la pena visitarlo.
 
 Lástima que siempre se acerque algún incívico “a joder la marrana”.













miércoles, 11 de marzo de 2020

El MAS DEL SEÑOR (Montoro de Mezquita)


Debo reconocer que, aunque me considero un buen conocedor de la proximidad, hasta que la ejulvina Ana Ballestero no me nombro este histórico enclave, nada sabía de él. Y es que esta última aventura no hace más que reafirmarme en que por mucho que creamos conocer lo cercano, siempre hay algo que se nos escapa. Incluso aunque hayamos visitado un determinado lugar cien veces, en la ciento y una descubrirás algo que no habías visto hasta entonces.




Necesitaríamos mil vidas para conocer al dedillo cada metro cuadrado del fascinante museo al aire libre que tenemos a nuestro alrededor. Un museo que evoluciona con nosotros, que por influencia del ser humano o por causas naturales, modifica su aspecto y su apariencia, renueva constantemente sus exposiciones. Lo que ayer era un espeso bosque mediterráneo, hoy son troncos carbonizados. Lo que ayer era un campo de labor, hoy es una zona de bajo matorral. Lo que ayer estaba tapado por un espeso ramaje, hoy es una entrada a las profundidades de la tierra. Donde ayer solo había flora, hoy puedes encontrar un macho montes desafiándote con su monumental cornamenta. 

La Sierra de Majalinos es una estribación montañosa del Sistema Ibérico, cordón umbilical de varias comarcas turolenses. En sus dominios encontramos paisajes realmente únicos, como por ejemplo los Órganos de Montoro, monumento natural. Su considerable altitud la convierte en referencia geográfica de todo el Bajo Aragón histórico, pues su imponente silueta delimita el horizonte siempre que desde la tierra baja miramos al Sur-Este. En este macizo montañoso nacen los ríos Guadalopillo, Escuriza y Estecuel, así como numerosos manantiales. Eso hace que su riqueza subterránea también sea digna de mención, sobresaliendo cuevas como la del Recuenco o la de Val de La Zoma. 


Es en la vertiente sur de esta indoblegable Sierra, cercana a la profunda herida abierta por el río Guadalope, donde se encuentra nuestro protagonista. Donde las ultimas ruinas pétreas de un enclave henchido de historia esperan su final, el derrumbe inapelable, el manto vegetal que les de abrigo para siempre y el definitivo olvido.

Por eso considero especiales artículos como este, porque si finalmente al Mas del Señor le sobreviene el peor de los destinos, al menos en un periódico local, en un humilde Blog, en un perfil de Facebook, habrá unas exiguas palabras dedicadas a su memoria, el reconocimiento a un lugar cuya historia merece ser recordada.

No podíamos aplazar mas esta aventura. Sabía que la última gran nevada todavía mantendría húmedos los caminos, que probablemente habría barro y alguna rama de pino derribada por la nieve, pero aun así decidí arriesgarme. Quería descubrir este indómito paisaje.

Fue una mañana de sábado. Salí de Alcorisa cuando la noche todavía mantenía su vitalidad. Cogí el coche y puse rumbo a la Venta de la Pintada por la carretera Nacional 211. Aquella excursión me tocaba hacerla solo, la última en llegar, Kala, estaba convaleciente, las dos grandes exploradoras de la casa se quedaban a cuidarla, y Golfo está ya para poca exigencia física.

Al llegar a la Venta de la Pintada, tome la carretera A-1702 en dirección a Ejulve, ahora convertida en “The Silent Route”. Conforme avanzaba por la altiplanicie que se extiende entre la partida del Carrascal y núcleo ejulvino, lanzaba miradas curiosas a mi derecha, intentando distinguir algún edificio similar al del antiguo aeródromo guerra civilista que había visto en fotografías. No fui capaz de localizarlo. Otra asignatura pendiente. 

Tras cruzar el casco urbano de Ejulve, deje la carretera del silencio y comencé a ascender el mítico puerto de Majalinos. Cuando era un adolescente nuestros amigos ciclistas veían este puerto como el gran reto, la gran hazaña. Imagino que ahora dicho honor será para el puerto de San Cristóbal de Pitarque.

Siendo sinceros, ver aquel imponente macizo montañoso sin el espeso manto boscoso que lucio antaño te deja cariacontecido. Está recuperando paulatinamente un manto verde que al menos esconde ese aspecto gris y melancólico que tuvo tras el devastador incendio de 2009, pero todavía son visibles vestigios leñosos totalmente ennegrecidos. Los que conocimos Majalinos en su máximo esplendor, no podemos evitar afligirnos al verlo tal y como hoy está.


Superada la cumbre, comencé a descender en dirección al barrio de La Cañadilla. Unos doscientos metros antes de llegar a ese pequeño núcleo urbano, enclavado en un rincón geográfico de incomparable belleza, apareció a mi izquierda un trillado camino. Es un camino ancho, de firme regular, pero la borrasca Gloria también había dejado su impronta en él. En las primeras rampas, de un desnivel considerable, las barrancadas dejaron profundas heridas y en las zonas de sombra todavía estaba presente el barro. La llantina que me costo separarme de mi Seat León y ahora no sabría que hacer sin mi todocaminos. Gracias a él pude continuar.


Serpenteé por aquellos paisajes abruptos, deteniéndome en cada cruce de caminos para consultar los mapas. Aun así, en el primer cruce, tome una dirección incorrecta, apareciendo en el Mas del Peirón. Cosas que le suceden al mejor explorador.

Cuando apenas me faltaba un kilómetro para llegar a mi destino, el camino me sorprendió con una cadena que me cerraba el paso. Dejé el coche allí y continúe andando. Nunca sabes muy bien como se va a comportar un incendio, pues generalmente cabalga con su halo destructivo al son que le marcan los Anemoi, dioses del viento en la mitología griega. En este caso, en medio de la destrucción, encontré un pequeño oasis de bosque mediterráneo que había sobrevivido al desastre. Aquellos estoicos pinos que me escoltaban a un lado y otro del camino, fueron capaces de sobrevivir a la devastación. Sin desearlo se habían convertido en garantes de la recuperación de todo un ecosistema, en los portadores de la semilla que ayudara a la resurrección de aquel majestuoso bosque que se perdió en 2009.


Al fondo del camino pude distinguir la esquelética silueta de lo que en tiempos debió de ser una señorial masada. No había lugar a dudas, se trataba de nuestro protagonista. Estaba ubicado en una especie de meseta. Dicha meseta delimita al norte con los altos picos de Majalinos, Loma Pelada, Cabezo Rubio y el Cerro de la Solana. Al Oeste la protege la imponente Sierra del Señor, vigilante, atenta, compungida… Y por el Sur y el Este el terreno se quiebra, iniciando un vertiginoso descenso hacia el barranco de los Degollaos y el cauce del Guadalope. Da la sensación de que en tiempos del primer Señor de Montoro, aquello debía de ser una bella dehesa. 



 
Conforme me acercaba al edificio, en estado ruinoso, comenzaba a distinguir detalles arquitectónicos que son ejemplo del notable porte que la construcción debió tener en sus buenos momentos. Las fachadas son íntegramente de piedra, concretamente mampuesto colocado de forma estratégica, unido con argamasa. Las esquinas están rematadas con sillares entrelazados, lo que le da a la construcción una gran robustez. También los vanos de puertas y ventanas son de piedra, pero al estar colocadas de forma vertical, confieren al conjunto una bella geometría. Eso sí, no queda ni rastro de la techumbre original.



 

El edificio es rectangular, de tres alturas. Y a las paredes laterales han añadido los corrales y algún edificio de servicio. En la planta baja, cuya puerta se encuentra al Este, encontramos la cocina, con una gran chimenea en la que está integrado el horno. Jamás había visto algo así. El resto de la planta está dividido en varias estancias, algunas de ellas con acceso a los corrales, pero el numeroso escombro acumulado por el derrumbe de la techumbre y los dos pisos, hacen imposible aventurar cuál fue su uso. Lo que sí parece claro por la estructura de puertas y ventanas, es que la primera planta, que tiene acceso por el OESTE, era la vivienda del Señor, siendo la planta baja la zona de servicio. La tercera planta estaba abuhardillada, según he leído, parte de su artesonado se conserva en el edificio del horno de Montoro de Mezquita.



Como es habitual en masías señoriales del Medievo, el edificio contaba con un palomar, situado en el piso más alto. Dicho palomar no tenía un fin alimenticio, era el servicio de correos del Señor. Eran las palomas las que permitían a las personas con responsabilidades de Estado u otros patrimonios, pasar unos días en propiedades aisladas y seguir gestionando asuntos de su competencia.



Salí al exterior y me aleje unos metros de la construcción. Los corrales no eran lo suficientemente grandes para albergar mucho ganado (seguro que hay corrales cercanos destinados exclusivamente a ese menester), y tampoco parecía haber extensas tierras de labor en las proximidades que requiriesen de la presencia continua del Hijohidalgo. Podría ser una segunda residencia, para descansar del estrés de las grandes urbes, pero tampoco parece lógico teniendo en cuenta que tenían casa señorial en Montoro, lugar que no resulta para nada ruidoso y cuyos paisajes son iguales o más relajantes que los de esta masía. Yo me inclino por pensar que, al igual que a la mayor parte de la nobleza de la época, al promotor de aquella construcción le apasionaba la caza. Todo noble que se precie, debía de tener su propio coto, con una morada suficientemente cómoda para invitar a cazar a su dehesa a los grandes hombres de la Corte o al mismísimo Rey. 

¿De cuándo puede ser originaria esta Masía? No he encontrado información al respecto. Carmen, vecina Montoro de Mezquita, nos paso una información relevante (Mil gracias). En 1643 Felipe III concede a Vicente Ram de Montoro y Montserrat el título de Conde de Montoro. Vicente Ram, ligado familiarmente a la poderosa familia Ram de Alcañiz, llego a ser Virrey de Mallorca. Según parece, el Conde tenía gran apego a sus dominios, residiendo en ellos siempre que podía. En invierno en su casa de Montoro, conocida como Casa del Conde, y en verano en el llamado Mas del Señor.

¿Fue él el promotor de la masía? Atendiendo a la lógica, dado que su casa de Montoro de denomino “Casa del Conde”, entendemos que el Mas tuvo que construirse antes de 1643, pues si fuese posterior a esa fecha también hubiese recibido el apelativo de Mas del Conde y no del Señor. Yo me inclino a pensar que la fábrica de esta imponente masía es muy anterior a Don Vicente Ram.


En el libro “Familias Nobles de Aragón”, cuyo autor es Andrés Nicolás-Minué Sánchez, que transcribe la obra de Juan Mathias Estevan sobre los grandes linajes aragoneses, podemos leer que en 1407, Constanza Martínez de Peralta, dueña de la villa de Montoro y sus dominios, pero natural de Alcorisa, se caso con Tomas Ram Lanaja, natural de Alcañiz. Era el origen del Señorío de Montoro.
La familia Martínez de Peralta es de origen navarro. Se desconoce la fecha exacta en la que los Martínez de Peralta se hicieron poseedores de Montoro, pero curiosamente, en la carta puebla de Castellote, fechada en 1282, dice lo siguiente: 

“Y desde el Vado de Julve hasta la fuente que se dice de Pinilla, y desde allí hasta la lengua de Fortún Garcés. “

Fortún Garcés también es un nombre de origen navarro. Entonces, cuándo la Carta Puebla de Castellote habla de “La lengua de Fortún Garcés”, ¿Puede estar refiriéndose a Montoro? En 1282 Montoro era un pequeño territorio rodeado de las tres grandes Órdenes militares, Calatrava, Hospital y el Temple. Una minúscula lengua entre fastuosos dominios. ¿Es probable que en 1280 un noble navarro llamado Fortún Garcés, como sus celebres antepasados, recibiese Montoro de manos de Pedro III? ¿Quizá los Martínez de Peralta eran descendientes de ese noble navarro? ¿O al igual que sucedió en Castellote, Alfonso I El Batallador, tras su primera reconquista, cedió Montoro a su Mayordomo Fortún Garcés Cajal, y en 1280, años después de la conquista definitiva, sus descendientes exigieron derecho sobre el dominio? No existe constancia documental conocida, pero permaneceremos atentos por si todas estas preguntas pudieran obtener respuesta.

Observe de nuevo el pétreo armazón de aquella histórica masada, hoy propiedad de Patrimonio forestal. Parece que su destino ya esta escrito. En unos años se convertirá en grandes amontonamientos de piedra que la naturaleza ira enterrando bajo sus mantos vegetales. Quizá, en un futuro, algún arqueólogo tenga a bien prospectar este lugar, buscando vestigios de lo que fue “El Mas del Señor”, referenciado en algunas WEB, Blogs y archivos digitales. 


Es una lastima. Sabemos que es imposible salvar todas las masías que hay en nuestra proximidad, pero aquellas cuya importancia histórica y cultural esta mas que demostrada, jamás deberíamos permitir que sucumbieran.