" Cada salida, es la entrada a otro lugar"

Este blog pretende transmitir la belleza y peculiaridad de lo cercano, los lugares que nos transportan en el tiempo y en el espacio. Rincones de nuestra geografía más próxima que nos dejan sin aliento o nos transmiten una paz necesaria en momentos de dificultad. Espero contribuir a que conozcamos un poquito más dichos lugares y a despertar la curiosidad del lector para que en su próxima salida, inicie la entrada a otro lugar... un lugar al que viajar sin necesidad de sacar billete.

martes, 29 de abril de 2014

EL MOLINICO (Aguaviva)

 

Molino harinero, minicentral hidroeléctrica y captación de agua de consumo de la población de Aguaviva, esa es la historia de este edificio.  Este bello rincón bajo aragonés, construido en el siglo XVIII para moler el grano aguavivano, se ha convertido en un espacio de gran belleza. Un lugar en el que la naturaleza y la arquitectura de sillar, sillarejo, adobe y mampostería se complementan a la perfección para dibujar un paisaje de postal.

La curiosidad de este lugar entrañable es que pese a pertenecer a Aguaviva, ha sido lugar de peregrinaje de decenas de generaciones de jóvenes masinos. Los primeros cigarrillos, los primeros besos, los primeros toqueteos, la primera flecha de Cupido, las primeras cervezas, las primeras travesuras… incluso las primeras decepciones amorosas  de muchos vecinos de Mas de las Matas han sucedido en este bello rincón enclavado en la margen derecha del río Guadalope.

Pese al deterioro sufrido por el paso de los años, el edificio todavía mantiene su aspecto señorial, su apariencia de casa solariega de alguna familia adinerada. Se ha renovado la cubierta, consolidando así la actual construcción.  

 Al menos las generaciones que llegan podrán contemplar el precioso rincón en el que sus vecinos de más edad labraron un enorme surco en su experiencia vital.




FUNDACIÓN QUÍLEZ-LLISTERRI:

"Este antiguo molino harinero, conocido como 'el Molinico’, se localiza junto al barranco de los Herreros. La fecha de su construcción, 1738, puede leerse todavía en la clave del arco de acceso.

Se fabricó tras ganarse el pleito entre la Orden de San Juan y los vecinos de Aguaviva, Mas de las Matas y La Ginebrosa, por negarse ésta a conceder autorización para construir sus propios molinos. Con esta negativa la Orden pretendía, como administradora del molino de Camarón, mantener sus privilegios y seguir obligando a todos los vecinos de Aguaviva a llevar sus cereales (trigo, cebada, centeno...) a su molino. 


Se optó por su actual ubicación por su proximidad con la Acequia Mayor del Guadalope, dado que necesitaba la energía hidráulica que podía proporcionar su caudal de agua para su funcionamiento. 

Cuando se deseaba moler, el agua de la acequia, controlada por una contrapuerta, era liberada y hacía girar a unos rodeznos que transmitían su movimiento al eje unido a una muela volandera: rueda de piedra móvil que trituraba el grano al aprisionarlo entre ella y la muela o rueda de piedra fija situada bajo ella. 


Este molino tenía dos juegos de muelas. Conserva los rodeznos de hierro, los socaces o canales de salida de agua, y diversos elementos de su maquinaria.




Junto al edificio del molino se eleva el gran acueducto de la Acequia Mayor de la población que salva el barranco. El azud de esta acequia se ubica en el río Guadalupe, muy próximo a Abenfigo pero en el término municipal de Castellote."


http://www.fqll.es/catalogo_detalle.php?id=166

lunes, 21 de abril de 2014

LA ERMITA DEL LLOVEDOR

          El Castillo Templario de Castellote todavía recuerda aquel día, uno de tantos del siglo XVIII, en el que sus vecinos comenzaron a construir bajo sus pies la hermosa ermita del Llovedor.


           La construyeron en la cara norte de la imponente mole rocosa en la que él ejercía de vigiá del tiempo desde hacia cientos de años, junto al lugar donde la roca caliza lloraba la sangrienta historia de esos bellos rincones. Lloraba por los recuerdos en los que veía a los seres humanos vivir para destruir, construir para romper, luchar y sangrar, guerrear en nombre de dioses y causas sin sentido que solo servían para sembrar odio, muerte y dolor.


     Hoy el Castillo, debido a aquellos caprichos guerrilleros que tantas veces lo han azotado a lo largo de la historia se encuentra amputado, consolidado, pero amputado. La grandeza de aquella enorme fortaleza que en su día poso orgullosa sobre las espeluznantes cortadas de Castellote, sobre la puerta al territorio del Maestrazgo, solo podemos imaginarla.
              
             Sin embargo los muros originales del Castillo, aquellos que dan al norte, todavía pueden ver a su inseparable compañera de viaje, a esa pequeña ermita levantada en honor a la virgen del Llovedor, levantada donde la montaña sigue llorando por el ser humano, donde la montaña sigue llorando por el futuro de este planeta.

         La ermita del Llovedor es venerada por castellotanos y visitantes. Cuidada y mimada. Es visitada en romería y junto a ella se reúnen cuadrillas de amigos y familiares para disfrutar del maravilloso paraje en el que esta enclavada.   Es de nave única, de techo plano, construida en mampostería, sillar y sillarejo y tanto el presbiterio como la sacristía aprovechan la roca madre horadada.

           El  Castillo  observa orgulloso a  su  hermana  pequeña. Contempla a los castellotanos cuidar con mimo todo el entorno del  templo. Satisfecho por la admiración y cuidados que los vecinos tienen por la pequeña y hermosa ermita piensa:

“Si a mi me hubieran querido y cuidado igual... al menos puedo decir que me han ayudado a mantenerme en pie. Puedo decir que después de la extrema violencia a la que he sido sometido en infinidad de ocasiones, por fin mis vecinos me valoran, me quieren, me visitan y se preocupan por mi. Ojala, tanto mi hermana pequeña como yo, podamos posar 1000 años más orgullosos y felices ante los ojos emocionados de nuestros amigos castellotanos. Y que sea en paz, sobretodo que sea en paz”