" Cada salida, es la entrada a otro lugar"

Este blog pretende transmitir la belleza y peculiaridad de lo cercano, los lugares que nos transportan en el tiempo y en el espacio. Rincones de nuestra geografía más próxima que nos dejan sin aliento o nos transmiten una paz necesaria en momentos de dificultad. Espero contribuir a que conozcamos un poquito más dichos lugares y a despertar la curiosidad del lector para que en su próxima salida, inicie la entrada a otro lugar... un lugar al que viajar sin necesidad de sacar billete.

miércoles, 18 de mayo de 2016

LA PRESA ROMANA DE ALMONACID DE LA CUBA

Cornelio Escipión, al mando de un gran ejercito, llego a Hispania poco después de que Aníbal el cartaginés cruzara los pirineos con sus temidos elefantes. No tardaron mucho los hermanos Escipión en someter a los pueblos indígenas, estableciendo la capitalidad romana en Tarraco. Se cree que Aragón, pudo caer en manos romanas entre los años 218 a 212 A.c. , pues en este último año los Escipión atacarían Cartago Nova.

  
                En ese momento se inicia el proceso de romanización de las tribus prerromanas de nuestras tierras. Un proceso lento, no exento de resistencia bélica, que después de años de sometimiento, violencia y represión acabaría con la adopción por parte de las tribus indígenas de muchas de las tradiciones y costumbres romanas.

                Roma, sociedad muy avanzada, desarrollo un ambicioso plan de explotación agrícola, ganadera e industrial en nuestras comarcas, que supondría la expoliación de muchos de los recursos existentes en la zona. Aumento el regadío, con la construcción de grandes obras hidráulicas, incremento la producción de vino y aceite en nuestras tierras, con la creación de enormes villas romanas que eran ambiciosos complejos de transformación de la uva y la oliva (El Palau, Loma del Regadío), sobreexploto la producción cerámica, convirtiendo lugares como el Mas de Moreno de Foz Calanda, en verdaderos centros de producción industrial, cuya cerámica se exportaba allende las fronteras hispánicas.

                El momento cumbre de la colonización romana de Hispania, y por ende de Aragón, es cuando el emperador Vespasiano, entre los años 69 a 79 de nuestra era, concede el derecho de ciudadanía latina (romana) a todos los hispanos libres de origen indígena. Es en ese momento, entre los siglos I y IV de nuestra era, cuando Hispania se considera plenamente romana, y las grandes obras hidráulicas comienzan a ser una constante en nuestros territorios. Grandes acueductos como el de Albarracín a Cella. La acequia vieja de Alcañiz, o la acequia entre Almonacid y Belchite son ejemplos de esa sucesión de grandes infraestructuras.

                Del siglo I es también nuestra protagonista de hoy. Una inmensa pared de mampuestos, sillar y sillarejo levantada en época del emperador Tiberio (42 A.c. a 37 D.c.), cuyas dimensiones la convierten en la presa romana más alta de su época, de todas las que se conocen. Tiene 120 metros de longitud, 34 metros de altura y 27 de anchura.


                Esta maravillosa obra de ingeniería hidráulica romana se encuentra en Almonacid de la Cuba, comarca del Campo de Belchite. Y aun hoy desempeña a la perfección el papel para el que fue construida allá por los primeros años del primer milenio.  

                Nos ponemos en marcha poco después de las nueve de la mañana, una mañana plomiza, triste… daba la sensación que en cualquier momento el cielo iba a romper a llorar. Iniciamos nuestro camino en dirección a Andorra. Una vez en la villa minera, tomamos la circunvalación que rodea al municipio y ponemos rumbo a Albalate. Dejamos a la izquierda la necrópolis íbera del Cabo, donde según estudios recientes solo hay mujeres jóvenes enterradas allí, algo realmente curioso.

                Conforme avanzamos, los ocupantes del coche, nos vamos alertando mutuamente de los lugares en los que nos ha sorprendido el temido radar móvil de la guardia civil, la recta del Ventorrillo y la variante de Albalate son dos de los lugares más peligrosos. Al llegar a la villa arzobispal de Albalate nos encaminamos hacia Lécera por las ágiles variantes que rodean la localidad por la margen izquierda del río Martín, variantes en las que, sorprendentemente, la velocidad está limitada a 70.  Dejamos a un lado uno de los complejos industriales que más empleo dan hoy en toda la zona del Bajo Aragón. Fue enorme la contestación social que se produjo antes de su construcción por las posibles afecciones medioambientales que tendría, pero hoy da sustento a decenas de familias.

                Una vez en Lécera, nos incorporamos a la A-222 en dirección a Belchite. Si el objetivo hubiese sido visitar tan solo la presa, unos kilómetros después, en un cruce sito a nuestra izquierda en el que se lee “Letux”, deberíamos habernos desviado, pero queríamos visitar tanto la acequia vieja, de construcción romana, como el bello paraje de “El pozo de los chorros”, aguas abajo de Almonacid, en el mismo curso del río Aguasvivas. Para ello debíamos ir hasta Belchite, y desde la carretera que se dirige a Fuendetodos, coger un camino a nuestra izquierda que nos llevaba hasta el paraje natural antes mencionado. Los primeros metros discurren por la antigua vía de tren que unía Zaragoza y Utrillas.

                Cuando llegamos al lugar no nos decepciona. Parece mentira que entre tanta tierra árida, escondido en un angosto barranco labrado por las aguas del Aguasvivas, en un bello desfiladero de caliza, encontremos un bello conjunto de pozas encadenadas de gran belleza, por las que va discurriendo el liquido elemento, saltando de una a otra, convirtiendo el lugar en un oasis en medio de tanto terreno baldío. Sin lugar a dudas un rincón muy recomendable.

Es precisamente por la margen izquierda de ese angosto barranco, por donde circula la acequia vieja de Belchite, acequia proveniente de la presa romana de Almonacid. En su recorrido todavía son visibles algún antiguo acueducto, viejos puentes que la atraviesan, rocas horadadas para facilitar el paso del agua... Infinidad de detalles que certifican la importancia de este viejo canal hídrico construido originalmente por la antigua Roma. De hecho, se cree que no solo alimentaba las huertas de la zona, también el asentamiento romano, situado en el cabezo de nuestra señora del Pueyo, el cual algunos han identificado con la ciudad de Beligio, donde se ha constatado la existencia de unas termas.

Tras disfrutar de ese bello paisaje llamado “El pozo de los chorros”, ponemos rumbo al fascinante lugar en el que Roma levanto la presa que retenía el líquido elemento que llenaba de vida el valle de Belchite, nos dirigimos por fin a Almonacid de la Cuba. Para ello desandamos nuestro camino, y seguimos las indicaciones pertinentes una vez accedemos a la carretera de Letux.

Nuestra llegada a las inmediaciones de Almonacid es entre caótica y sorprendente. La joven exploradora, harta ya de ver solamente la tapicería del asiento de atrás, inicia un breve conato de protesta, lo que nos obliga a aparcar frente a un peirón situado sobre lo que en un principio pensamos que era un puente. Mientras nuestra bella “miniexploradora” recibe las atenciones precisas, uno de nuestros acompañantes de asoma a la barandilla que cercaba lo que nosotros consideramos un viaducto exclamando: ¡¡¡Que pasada!!!.

En efecto, sin saberlo habíamos aparcado sobre la presa. Sobre esa antigua construcción “bimilenaria” que aun hoy alimenta de H2O las fértiles tierras que circundan las tres villas de Belchite, la nueva, la vieja y la romana. Asombrados por la altura de la construcción, nos dirigimos a una pasarela de madera, situada a la derecha del cauce, construida como mirador de esta impresionante obra de regulación. Un ejemplo más de la extraordinaria sabiduría de aquellos  maestros constructores de la antigüedad, capaces de, con medios técnicos mucho más limitados, levantar edificaciones de esta envergadura que aun hoy siguen en pie.


La presa es fascinante. Asentada sobre un lecho pedregoso, donde el Aguasvivas a cincelado la roca madre en forma de V, esculpiendo el lugar de forma brillante, tanto que los arquitectos del siglo I, vieron en esta garganta de caliza el lugar ideal donde edificar la inmensa azud.

Su superficie, aunque en un magnifico estado para su edad, esta herida en varias de sus estructuras. El contrafuerte de sillar, con forma de escalera a los pies de la presa, se ha resquebrajado en uno de los lados. Dejando al descubierto el muro principal que, según relata Miguel Beltrán Lloris en su libro “La presa de Almonacid de la Cuba”,  se construye con opus caementicium –fuerte mortero u hormigón- y con opus incertum -piedras de tamaño pequeño e irregulares compactadas con mortero- recubierto de sillares de piedra en forma de paramentos con dos formas, opus vittatum –sillar pequeño o mampuesto escuadrado colocado en hiladas- u opus quadratum –piedras cortadas en forma de cubos o prismas cuadrangulares, en ocasiones almohadillados, es decir, con las aristas rebajadas, dando un bello efecto estético-.”

En el lado izquierdo del cauce encontramos el aliviadero, construido con fuertes sillares, y sobre el que discurre un puente que une la superficie de la presa, unos tres metros por encima, con la entrada a la localidad de Almonacid. Es allí donde todavía podemos disfrutar el salto de agua que desemboca sobre la antigua acequia. Acequia que distribuye el líquido elemento aguas abajo de la villa, cuyo nombre es de etimología árabe, pues es seguro que esta obra romana tuvo una gran relevancia también en época de ocupación islámica. Siendo una de las piezas claves en el aprovechamiento agrícola en la marca superior de Al-Ándalus. 


Posteriormente nos encaminamos al otro lado de la faraónica obra romana, justo debajo de lo que parece un antiguo molino por las canalizaciones que salen de sus cimientos. Desde allí se distingue bien el desagüe de fondo, la belleza estética de las formas regulares de los mampuestos y el bellísimo salto de agua que desemboca en la acequia. La mires por donde la mires, la presa de Almonacid de la Cuba es extraordinaria, imponente, sobrecogedora.

Echamos un último vistazo. Pensar que este impresionante muro artificial se estaba construyendo mientras Jesús de Nazaret revolucionaba Judea, en los principios del primer milenio, todavía me hiela mas la sangre. 2000 años, 2000 años ejerciendo el mismo servicio para el que fue construida. 2000 años sin apenas modificaciones. 2000 años procurando alimento, riego, vida. 2000 años conviviendo con una sociedad bipolar, capaz de grandes logros tecnológicos y de verdaderas barbaries.


Si las piedras tuviesen un disco duro en el que almacenar sus vivencias…

jueves, 12 de mayo de 2016

LOS MILAGROS DEL NONATO EN ALCORISA

Como se suele decir, no hay pueblo sin ermita, ni ermita sin Santo o Santa.
  
En Alcorisa, a mediados del XIX, existían cinco ermitas, la de San Cristóbal, la vieja ermita de San Juan, la de San Valero, la del Santo Sepulcro, la de San Bernabé y la de San Blas. Y contábamos con tres iglesias (Santa María, San Sebastian y San Pascual) y la capilla de Santa Lucia. Además de poseer innumerables hornacinas, altares y varios peirones.
  
Sin embargo, pese a la tradición santera de nuestra localidad, no se conocían milagros atribuibles a dichos santos en relación a la población, tan solo la leyenda de la talla de San Sebastian, realizada por un misterioso vagabundo, o la luz vista por un ciego, que dio pie a la construcción de la ermita del Santo Sepulcro. Nada más realmente reseñable.
  
Resultaba curioso que una villa tan ligada a la tradición católica, no poseyese extraños sucesos atribuidos a prodigios beatos. A la magia divina de aquellos mártires del pasado que dedicaron su vida, incluso aun a riesgo de perderla, a la cruz.

Pero que no se recuerden, no quiere decir que esos episodios no sucedieran. Rebuscando entre los misteriosos libros castellanos de universidades americanas, encontré uno, llamado “Platicas doctrinales”, escrito en 1729, que narra dos curiosos episodios milagreros en la localidad de Alcorisa. Dos asombrosos sucesos cuyos protagonistas fueron un par de familias con apellidos arraigados en la villa, Belenguer y Josa.

Lo lógico seria que aquellos milagros se le atribuyesen al Sepulcro, a San Sebastian o Santa María, patrones de la localidad, sin embargo fue San Ramón Nonato, cuya hornacina se encuentra en la calle Mayor, el supuesto responsable de aquellos prodigios que vivieron en carne propia esas familias.

Esta relación milagrera entre Alcorisa  y San Ramón, religioso mercedario del siglo XIII, es prueba fidedigna de la estrecha vinculación que existió a lo largo de la historia, desde tiempos de los Atrosillo, entre el Monasterio del Olivar, de la Orden Mercedaria, y la villa alcorisana.


Aquí os dejo el extracto del libro antes mencionado, donde se relatan los hechos acontecidos en Alcorisa en los comienzos del siglo XVIII, hechos todos ellos sucedidos por obra y gracia de SAN RAMON NONATO.