" Cada salida, es la entrada a otro lugar"

Este blog pretende transmitir la belleza y peculiaridad de lo cercano, los lugares que nos transportan en el tiempo y en el espacio. Rincones de nuestra geografía más próxima que nos dejan sin aliento o nos transmiten una paz necesaria en momentos de dificultad. Espero contribuir a que conozcamos un poquito más dichos lugares y a despertar la curiosidad del lector para que en su próxima salida, inicie la entrada a otro lugar... un lugar al que viajar sin necesidad de sacar billete.

viernes, 28 de diciembre de 2018

NO ES UN ADIÓS, SEGURO QUE ES UN HASTA LUEGO

Hoy es uno de los días más difíciles de nuestra vida. Hoy, tras unos años intensos, ponemos fin a esta maravillosa aventura llamada Explorador de Proximidad.

Iniciamos una nueva andadura profesional lejos de Teruel, lejos de nuestra casa. Una andadura profesional que lleva aparejada una exclusividad que nos obliga a cerrar, al menos temporalmente, nuestra pagina, nuestro Blog, un trocito de nosotros.

Gracias a Explorador de Proximidad iniciamos una nueva experiencia profesional en un ámbito desconocido para nosotros, un ámbito que se presenta apasionante, ilusionante y seguro que complicado, pero sobretodo gracias a Explorador de Proximidad hemos podido disfrutar de lugares mágicos, historias fascinantes y experiencias inigualables.

Nuestras excursiones nos han acercado a gente maravillosa, nos han permitido teneros ahí cada día, compartiendo con nosotros la pasión por la proximidad, la pasión por lo cercano. Nunca, por muchas vidas que vivamos, podremos agradeceros lo suficiente vuestra compañía, el habernos considerado dignos de vuestro tiempo, de vuestra atención.

En el día en el que EXPLORADOR DE PROXIMIDAD echa el cierre, las únicas palabras que salen de nuestro teclado son:

GRACIAS, GRACIAS Y MIL VECES GRACIAS,
SEGURO QUE SOLO ES UN HASTA LUEGO

Publicado el día de los inocentes. jejeje


viernes, 30 de noviembre de 2018

BOSQUE PETREO (Castellote)

Entre Castellote y Mas de las Matas. En pleno corazón de la Sierra de los Caballos, a los pies del pilón de San Pedro, encontramos una extraordinaria curiosidad geológica conocida como “Bosque Pétreo”.

Un yacimiento rodeado de una enorme explotación de arcilla que destaca por la presencia de grandes troncos fosilizados emparentados con las secuoyas localizadas en la actualidad en los Parques naturales de América del Norte. La antigüedad de estas secuoyas pétreas es de 100 millones de años.

Una muestra más de que, en un tiempo lejano, América y Europa no estuvieron tan lejos.








martes, 27 de noviembre de 2018

"Cada salida, es la entrada a otro lugar"


CASTELLOTE


PUENTE DE MASATRIGOS

Entre Caspe y Maella.

Su construcción original se data entre los siglos XIII y XIV, pero las embestidas del Guadalope acabaron por derribarlo parcialmente, por lo que en el siglo XVIII volvieron a construirse las partes dañadas por las riadas.

Es el rió Guadalope, el  segundo afluente mas largo de la margen derecha del Ebro, el que atraviesa su arco central en dirección al embalse de Mequinenza, donde desemboca.

Como curiosidades, las claras railadas de los antiguos carros sobre la piedra de acceso al puente e innumerables marcas de cantero en sus sillares.

Un bello lugar sin duda.



 



 

 
 


domingo, 9 de septiembre de 2018

CALEJA DEL HUERGO (Ejulve)

GEOLOGÍA: Ciencia que estudia el origen, formación y evolución de la Tierra, los materiales que la componen y su estructura.


Teruel en su conjunto es, sin lugar a dudas, un paraíso para los grandes estudiosos de esta ciencia centenaria. Es más, el de Aliaga, fue el primer parque geológico constituido en España y uno de los cuatro primeros declarados en la carta de la EGN (European Geoparks Networks). La importancia del patrimonio geológico turolense es evidente y la visita de numerosos estudiantes de universidades extranjeras lo certifica. 

En origen, el Parque Geológico comprendía el término municipal de Aliaga, aunque posteriormente se ha ido ampliando a todo el Maestrazgo, dada la singularidad geológica que posee. En cada rincón de las tres baylías y el territorio calatravo podemos disfrutar de fabulosas formaciones rocosas, de verdaderas obras de arte talladas en piedra por la propia naturaleza que para los profanos en ciencia geológica son espectaculares, por lo que no puedo imaginarme la fascinación que pueden despertar en aquellos cuya pasión y formación es la geología.

Ya en 1863, Juan Vilanova y Peira, en su libro “Ensayo de descripción Geognóstica: Provincia de Teruel” decía:

“La provincia cuya descripción me propongo trazar, es una de las mas importantes de la península bajo el doble punto de vista geológico y forestal. Con efecto, pocas ofrecen como la de Teruel la serie completa de los terrenos de sedimento, desde el aluvial al silúrico, ambos inclusive, y el desarrollo de las formaciones ígneas o plutónicas que tanto han contribuido con su aparición a accidentar notablemente su territorio. Resultado de esta variada constitución geognóstica es su orografía e hidrografía tan curiosas e importantes, cuanto desconocidas o mal estudiadas.”

Hoy visitamos uno de esos lugares, uno de esos rincones tan curiosos, importantes y desconocidos para muchos. Uno de esos sitios en los uno se siente pequeñito, como un diminuto asteroide en la galaxia o como un grano de arroz en una paella de 30 personas. 

Nos referimos a la Caleja del Huergo, en el término municipal de Ejulve, un paraje natural único, extraordinario, donde podemos ser testigos directos de la fuerza de la madre naturaleza. Uno de esos rincones esparcidos por nuestra geografía más próxima que refrendan la riqueza geológica de nuestra provincia.

Llegar a él es relativamente fácil, disponemos de varias opciones. Existen senderos señalizados hasta allí desde Ejulve y desde Molinos. Y si pedimos indicación a los amables vecinos ejulvinos, incluso podemos acceder hasta muy cerquita con nuestro vehiculo. Nosotros en esta ocasión elegimos la opción de subir desde Molinos, ascendiendo todo el barranco de Santa Lucia.

Era domingo, las primeras luces del alba asomaban sobre las elevaciones orientales de la Sierra de los Caballos y algún joven regresaba a casa despeinado, absorto, intentando dominar la acera para que no se le notasen los excesos de una larga noche.

Despertamos a los ruidosos caballos que impulsan nuestro transporte y tomamos dirección hacia Molinos. Una vez pasado el cruce de Molinos-Venta de la Pintada, a unos 200 metros en dirección al bellísimo pueblo de las Grutas de Cristal, observamos el camino hacia la derecha, con un cartel indicador, por el que debemos entrar para poder llegar al lugar donde comenzaremos nuestra ruta a pie. 

Recorremos con el vehiculo un tramo de camino de aproximadamente tres kilómetros herido por las lluvias, pero que todavía es practicable para turismos. Dejamos a mano derecha una ermita restaurada, la ermita de Santa Lucia, donde han combinado en su restauración la belleza de su pequeña torre y un edificio funcional y moderno completamente nuevo. 

Unos metros mas adelante encontramos el lugar donde se unen los senderos del Pozo del Salto y de la Caleja del Huergo, junto a un viejo corral todavía en buen estado. Es allí donde aparcamos el coche y donde iniciamos nuestra excursión a pie. El cartel indicador sitúa el objetivo a una hora de camino.


Seguimos el sendero, totalmente señalizado. Los primeros kilómetros transcurren por una pista forestal rodeada por un espeso pinar. Serpentea por la ladera sur de la Peña del Bailador. Tras unas cerradas curvas, el sendero gira a la izquierda y se adentra en la frondosidad del bosque mediterráneo. Unos cientos de metros mas adelante la senda desciende hasta el cauce del barranco de Santa Lucia, barranco que ya no dejaremos hasta el final de nuestro recorrido.

El barranco de Santa Lucia es terreno de contrastes. Predomina el bosque de ribera en toda su rambla, escoltado por grandes elevaciones montañosas a uno y otro lado. Algunas de esas elevaciones cuentan con enormes muros de roca, roquedos inaccesibles de gran belleza. 



Durante medio kilómetro aproximadamente el barranco es angosto, invadido por la vegetación y las rocas arrastradas por las violentas avenidas. Sin embargo, una vez superamos un bello desfiladero que parte en dos la roca madre, Santa Lucia se convierte en un pequeño valle donde se distinguen antiguas tierras de labor, hoy en barbecho.

Mención especial merece el desfiladero antes mencionado, pues en el extremo mas cercano a la Caleja, se distinguen los restos de una antigua presa. Un dique construido con mampuestos y rellenado de escombro en su parte superior, que debió tener unos consistentes sillares en su parte inferior. De hecho uno de esos sillares descansa aguas abajo del lugar, precisamente el sillar en cuyo centro los antiguos esculpieron el conducto que usaron como desagüe de fondo. La falta de mantenimiento y alguna avenida extraordinaria debieron acabar con ese dique.




La senda continúa por la margen izquierda del barranco. Encontramos varias construcciones agrícolas, una de ellas reformada parcialmente. Los pinos carrascos siguen vigilándonos desde un lado y otro de la vaguada, mientras chopos de gran tamaño nos protegen de los rayos del sol. 

Antes de llegar a nuestro destino, atravesamos varios atascaderos donde otros exploradores han dejado caer piedras de forma estratégica, para que podamos burlar la última trampa que la naturaleza ha puesto en nuestro camino sin que se mojen nuestros pies.

Ya distinguimos las dos paredes de piedra que nacen de una orilla y otra del barranco, hermanándose en el centro del mismo. Dichas paredes están atestadas de oquedades, algunas de ellas de gran tamaño y manchadas de negruzco hollín, señal de que sirvieron de refugio a antiguos pobladores. 


Conforme nos acercamos da la sensación que el cauce del barranco nacerá allí, a los pies de la enorme pared de caliza enrojecida. No se distingue paso alguno en el muro que se eleva imponente ante nosotros.

Finalmente, cuando ya llegamos a él, un estrecho pasillo se introduce en la montaña. Es una fascinante quebrada que rasga la montaña en toda su longitud, que la hiere. Una herida profunda, asimétrica, zigzagueante… una herida realmente sorprendente. Se han colocado dos escaleras en el recorrido para salvar los desniveles de la estrecha garganta. La roca combina el gris y el blanco de la caliza, con tonos verdosos, imagino que debido al moho producido por la humedad del lugar y la falta de luz. 









Al final del bellísimo estrecho, encontramos unas rocas amontonadas que nos impiden acceder al otro lado, tiene que ser fascinante ver como el líquido elemento se adentra en este angosto pasillo y va burlando los diferentes obstáculos del mismo. Mi desconocimiento de la jerga geológica me impide haceros una descripción científica del lugar, así que lo único que diré, es que es un lugar fascinante, asombroso, increíble… una muestra más de que no hay escultor mas dotado, que la propia naturaleza.  

Me coloco en el centro de la colosal herida. Realizo un giro sobre mi mismo de 360 grados. Escucho el trino de los pájaros que descansan en las partes más altas del desfiladero, el característico sonido del viento al atravesar esa fascinante formación. Que pequeñitos somos, y a la vez cuanto daño hacemos. 


Mi ultimo pensamiento antes de iniciar el camino de regreso es que la pequeña exploradora debe visitar este lugar, que es uno de esos rincones en los que es fácil explicarle a un niño que es una aberración que destruyamos las maravillas que con tanto mimo, con tanta paciencia, la naturaleza ha construido a lo largo de millones de años. Disfrutémoslas, pero siempre desde el mayor de los respetos.

Formamos parte de un todo, pero en ocasiones se nos olvida que ese todo seguiría existiendo sin nosotros.
 

martes, 31 de julio de 2018

TORRE DE ANDUCH, SEÑORIO INDEPENDIENTE (Mas de las Matas y La Ginebrosa)

  

Hay lugares por los que transitamos cientos de veces y no llaman nuestra atención. Sitios cuya apariencia, probablemente ajada por el paso del tiempo, pasa desapercibida para los ojos del profano. Son vinculo emocional de los descendientes de aquellos que vivieron allí u objetivo del curioso, del investigador o del historiador, pero apenas tienen importancia para el resto de los mortales. Tal es el caso de nuestra protagonista de hoy.



El 99,99% de aquellos que estáis leyendo este artículo habéis transitado decenas de veces por la carretera de Alcorisa a Mas de las Matas. Alrededor de un 60% habréis oído hablar alguna vez de la Torre de Anduch. Quizá un 15% haya parado alguna vez para curiosear los restos de ese conjunto de masadas imponentes, hoy en decadencia. Sin embargo, no creo que llegue al 5% la gente que conoce la historia de esta tierra singular, de esta pardina cuyo pasado no deja indiferente a nadie. Por supuesto que son porcentajes inventados, pero no creo haberme alejado mucho de la realidad.




Anduch, fue lo más parecido a un Señorío. Durante siglos, esta gran dehesa que se extendía al sur de las estribaciones orientales de la Sierra de los Caballos, entre Alcorisa y Mas de las Matas, fue territorio independiente. Zona fronteriza con el resto de municipios.

Salvando las distancias, Anduch era un pequeño reino de Taifa en el corazón de la corona aragonesa. Dado que la justicia dentro de sus dominios era impartida, dentro de la propia Torre, por el señor de la misma, eran continuos los conflictos que Anduch tenía con Alcorisa, Mas de las Matas, La Ginebrosa, Castellote y Foz Calanda, incluso con las Ordenes Militares, ante el Justicia de Aragón y la Real Audiencia.

No creo necesario explicar como llegar a este interesante conjunto de masadas. Todos las hemos visto alguna vez, aunque algunos jamás las hayan mirado. Yo recomiendo encarecidamente su visita, pues su deterioro es mayúsculo, y a cada año que pasa es menos lo que permanece en pie.






No hace ni un mes que estuve allí. Pese a que la ruina está doblegando la monumentalidad de todas sus estructuras, todavía podemos distinguir vestigios de lo que un día fue. De hecho, la importancia de la Torre de Anduch y toda su pardina está ligada al manantial que llena el abrevadero existente junto a las masadas del servicio, bajo el dominio vigilante de lo que fue el caserío del Señor, construido sobre una pequeña loma. Es ese manantial, el que generó un asentamiento íbero permanente unos cientos de metros al Oeste, hacia el término de Alcorisa, el germen de Anduch.

Y no cabe duda de que fue el agua que brota de ese caño metálico, la que convirtió la dehesa de Anduch en un territorio codiciado, una demarcación territorial que desafió a los municipios colindantes y a las Órdenes Militares.

Según relata David Fernández en el libro “Alcorisa en la edad moderna”, la Torre Anduch “era un lugar de señorío, por lo que el Señor detentaba la posesión de tierras e inmuebles así como el disfrute de sus rentas, frutos y derechos dominicales, incluido el ejercicio de la jurisdicción civil y criminal, alta y baja, mero y mixto imperio, supremo y absoluto poder”



“Los privilegios de los que gozaba el Señor, según los fueros y observancias del Reino de Aragón, eran los mismos que los que disfrutaban caballeros, infanzones e hidalgos. No podía ser compelido ante ningún tribunal que no fuesen las instancias supremas de justicia del Reino, es decir, la Corte del Justicia de Aragón y la Real Audiencia.” Incluso el señor de estos dominios, entre muchos otros privilegios, tenía derecho a portar armas, no pagaba pechas, tan solo la mitad del diezmo y podía votar en Cortes Generales.



Era tal el poder del señor de Anduch, que gozaba de doble condición, por un lado los privilegios que los fueros del Reino les otorgaban a caballeros, infanzones e hidalgos. Por otro, los privilegios propios de su vecindad alcorisana, pues dicho Señor, residía en ella.

Actualmente, todo el territorio “Anduch” pertenece a los términos municipales de Mas de las Matas, La Ginebrosa y Alcorisa. Los dos primeros términos dividen la pardina por el centro, pasando por la vía que divide el complejo constructivo, dejando masadas y corrales a un término u otro dependiendo de si están a la izquierda o a la derecha del camino. Alcorisa se quedó con las tierras que Anduch tenía al Sur y al Este de Valdenuez, los Troncazales y Valdelamata.

Aunque aquella rica dehesa haya sido roturada casi en su totalidad, todavía podemos distinguir pequeños rincones boscosos en sus zonas más abruptas, que nos pueden dar una idea de cómo pudo ser en un pasado lejano este inmenso coto privado.

Es más, el lugar donde el Señor impartía su justicia, guarda vestigios de su glorioso pasado. Sillares, bellas arcadas, pilares de experta factura, pinturas, restos de una prensa, horno de pan cocer, un enorme y bellísimo aljibe… Sin lugar a dudas existen todavía muchas huellas de aquella sorprendente importancia histórica.

No quiero olvidarme de los chopos cabeceros que hay al final del abrevadero. Son verdaderamente majestuosos. Si pudieran hablar…



Su última gran aportación a la historia, fue ser el Cuartel General del mando republicano durante la ofensiva del bando sublevado sobre la Sierra de los Caballos en marzo de 1938. De hecho, según cuentan, el magnífico aljibe de la Torre sirvió para que los soldados republicanos, en retirada, hiciesen desaparecer el armamento que no podían cargar y que no querían que cayera en manos enemigas. ¿Será solo una leyenda? ¿O el agua que todavía permanece en su interior envuelve numeroso armamento de la última gran guerra?




Sea como fuere, si no lo habéis hecho, debéis visitar Anduch, señorío independiente.