" Cada salida, es la entrada a otro lugar"

Este blog pretende transmitir la belleza y peculiaridad de lo cercano, los lugares que nos transportan en el tiempo y en el espacio. Rincones de nuestra geografía más próxima que nos dejan sin aliento o nos transmiten una paz necesaria en momentos de dificultad. Espero contribuir a que conozcamos un poquito más dichos lugares y a despertar la curiosidad del lector para que en su próxima salida, inicie la entrada a otro lugar... un lugar al que viajar sin necesidad de sacar billete.

lunes, 20 de junio de 2016

VAL DE ZAFAN, UNA EXPERIENCIA INOLVIDABLE

El día amaneció precioso, unos bellísimos “Cúmulos”, nubes blancas y algodonadas,  lucían una vestimenta anaranjada al recibir los primeros rayos del amanecer.   Una de esas mañanas en las que merece la pena madrugar solo para contemplar el horizonte, que cambia de formas, de colores, de trazos… conforme avanza el reloj. Ni el más ducho en la pintura es capaz de plasmar en lienzo espectáculo como ese.

Gracias a la amable invitación de la empresa Matarraña Aventura, por fin íbamos a recorrer una parte de la Val de Zafan.

Salimos de Alcorisa sobre las 7:35, no teníamos muy claro cuanto nos iba a costar el trayecto a Cretas, pues apenas recordábamos la ultima vez que estuvimos en ese preciosa villa matarrañense, así que decidimos no pillarnos los dedos y asegurarnos de que íbamos a llegar a la hora convenida.

Poco después de las 9 de la mañana ya estábamos allí, así que decidimos visitar el casco urbano de la localidad hasta que llegase “la media”, que era la hora a la que habíamos quedado. Mereció la pena madrugar. Nuestra memoria no tenía constancia de la belleza urbana de la villa de Cretas. No recordábamos que aquella población tuviese un casco urbano tan espectacular.

                

A las nueve y media ya estábamos frente a la puerta del espacioso local de nuestros amigos de Matarraña Aventura. Todo estaba preparado. El equipamiento, las bicicletas, las luces, los respectivos mapas, el seguro… Debo, vecina de la villa de Alcorisa, nos dio las convenientes instrucciones, explicándonos a la perfección el recorrido, los puntos de recogida, y los lugares más emblemáticos. Nada más y nada menos que 36 túneles teníamos que atravesar en nuestra travesía.


Mientras esperábamos a Javier, que había tenido que trasladar a unos clientes a Valderrobres, observamos con detenimiento aquella sede espectacular. Decenas de bicicletas de marcas de primera fila, sillas y carritos para los peques, todo tipo de complementos… Nos llamo mucho la atención un curioso artilugio, una “media bicicleta”  para niños  que iba amarrada al sillín de la bici del adulto. “Esta para Pablo”, dijo mi acompañante.

Disfrutábamos del buen royo que se respiraba junto al rincón “Happy” de aquel espacioso local cuando apareció el anfitrión. Vestía una amplia sonrisa, derrochando simpatía por cada poro de su piel. Presentación, fotos, amena conversación… Desde el primer momento, desde el instante que pisamos el local, entendimos que el secreto del éxito de esa joven empresa es la pasión con la que lleva a cabo su tarea, las ganas con las que hacen las cosas y la fuerza con la que te explican la belleza de lo próximo.


Sin más dilación nos subimos a nuestra bicicleta y nos pusimos en marcha. Los primeros metros discurren por la villa de Cretas, tomando la carretera que va en dirección a LLedó. Precisamente en esa entrada, como en muchos pueblos de Aragón, podemos disfrutar de dos bellos peirones.

Nada mas salir de la villa de Cretas tomamos un camino a la derecha, camino que nos conducía a la vieja estación de tren de esta localidad. Es allí donde iniciamos nuestro camino por la espectacular vía verde, un recorrido lleno de contrastes.

El primer tramo diferenciado es el que discurre entre Cretas y Horta de Sant Joan. Allí el terreno que circunda a la vía es mucho más llano, adornado con trabajados campos de labor y con preciosas vides de las que salen los famosos “caldos”  de estas tierras. A la derecha puedes contemplar la majestuosa silueta del macizo montañoso de “Los puertos de Beceite” o “Els ports de Beseit”, nexo de unión entre el Sistema Ibérico  y la Cordillera Prelitoral Catalana.

Els Ports, son ejemplo claro de que la naturaleza no entiende de fronteras ni etiquetas. Esta bella serranía ocupa tres provincias distintas, tres comunidades autónomas diferentes, y la mires por el punto cardinal que la mires no ha escatimado ni un ápice de belleza. Sin lugar a dudas es uno de los complejos montañosos con más fuerza de la península ibérica, uno de los rincones mas atractivos de nuestro país.



  
Los primeros kilómetros del recorrido me invadía un cierto desasosiego. Por diversas circunstancias, mi estado de forma no era el más indicado, y pese a que los amigos de Matarraña Aventura me habían dicho que la travesía era muy llevadera, tenía pánico de no poder completar el recorrido. Nada mas lejos de la realidad, pese a ser 46 kilómetros, es un camino muy fácil, muy agradecido, apto para cualquier edad y cualquier estado de forma. En todo momento el firme pica hacia abajo, con algún tramo llano, el esfuerzo físico a realizar es insignificante. De hecho nos prometimos volver con nuestras mujeres e hijos para pasar una maravillosa jornada en familia.

Dejábamos atrás Horta de San Joan. Bellísimo el cerro de Santa Bárbara, con el mágico convento de San Salvador a sus pies y las  increíbles estructuras que forma la caliza en los peñascos que adornan su cumbre. Es lógico que los sabios caballeros del Temple pensasen que aquel lugar desprendía una energía especial.


A partir de allí comienza a envolvernos el bosque mediterráneo. Un manto de verde intenso cubre todo el paisaje que alcanza nuestra vista, y comienzan a sucederse túneles y viaductos por doquier. Es una sensación única. El viento masajeando la cara, los olores del pino carrasco, del enebro, del tomillo, del romero… invadiendo nuestras fosas nasales, el silencio adueñándose de nuestro propio ser, el colorido y los contrastes del paisaje sumiéndonos en un estado de bienestar increíble… Si en el alguna ocasión he alcanzado la paz interior, ese momento fue uno de ellos.

Conforme avanzábamos hacia Prat de Compte la vía verde comienza a llenarse de más vida. Grupos de bicicletas, de viandantes, incluso un jovenzuelo con un monopatín. En estos tramos ya hay que andar con más cuidado, pues muchos de los excursionistas no llevan la señalización adecuada, y en los túneles es difícil distinguirlos.


Un antiguo vagón de tren usado como restaurante nos da la bienvenida a la estación de Prat de Compte. Es a partir de aquel lugar donde la vía verde se encajona en monumentales barrancos de caliza. Donde bellísimos roquedos de formas imposibles escoltan el sinuoso discurrir de las numerosas bicicletas que pueblan ese tramo. Es quizá la zona más espectacular. Conforme pedaleas boquiabierto, no dejas de preguntarte como demonios hicieron para construir, entre tan pronunciados desfiladeros, aquella gran infraestructura.

Mientras almorzabamos junto a un bello viaducto, intentaba imaginar los  tiempos en los que la naturaleza escuchaba el traqueteo de la vieja locomotora, los tiempos en los que la fauna del lugar veía interrumpido su descanso por el “Chacacha” del antiguo tren que realizaba este trayecto cada día. Pensaba en el padecimiento de aquellos antepasados que dejaron en este lugar su sudor, sus lágrimas, su sangre e incluso su vida construyendo esta tortuosa vía de tren.



La locomotora de la Val de Zafan dejo de transitar por estos indómitos parajes en el año 1973. El hundimiento de uno de los túneles, fue la excusa que necesitaban los responsables políticos para adelantar su cierre. El proyecto inicial esta fechado en 1863 y se pretendía unir el ferrocarril de la Puebla de Hijar con San Carlos de la Rapita. Según parece, la construcción de esta vía respondía a motivos militares, pues se temía una invasión de la península desde los pirineos, y este tren respondía a la necesidad de abastecimiento de las tropas españolas que debían  frenar el avance del enemigo a orillas del río Ebro.

No hubo invasión pirenaica, y en un primer momento solo se construyo el tramo entre Alcañiz y la Puebla de Hijar, sin embargo la Guerra Civil, y la importancia estratégica de esta vía en la batalla del Ebro, precipito su construcción, finalizada en 1942. Cada túnel, cada metro cúbico de tierra, cada viaducto… esta impregnado del sudor, la sangre y el sufrimiento de los presos republicanos que tuvieron que trabajar sin descanso durante cuatro años en la finalización de esta monumental infraestructura, que tuvo una importancia capital en la batalla mas importante de la ultima guerra.

Por suerte, la sierra de Pandols, pese estar empapada de la sangre de aquellos “hermanos” que dieron su vida en una guerra inexplicable e injusta, no nos guarda ningún rencor. Y se sigue mostrando majestuosa, bellísima, deleitándonos con figuras imposibles, con barrancos sorprendentes, con hermosos paisajes, con rincones maravillosos y escarpes espectaculares.




Precisamente uno de esos bellos rincones, que se encuentra junto a la vía, es el Santuario de la Fontcalda, uno de esos templos religiosos en los que años después de la reconquista, se produjo el tan manido milagro del pastor que encuentra una imagen, la traslada, y esta no conforme con dicho traslado aparece de nuevo en el lugar que fue encontrada. Se levanto pues allí el edificio en el que se veneraría a la virgen de la Fontcalda, curiosamente junto a un manantial de aguas termales y medicinales de gran importancia. La excusa perfecta para peregrinar hasta allí.



 Tras varios barrancos vertiginosos y viaductos de bella factura, dejando a la derecha el túnel todavía derruido que origino el cierre del ferrocarril, llegamos a  la estación  de Benifallet, donde la vía se coloca paralela al río Ebro y la carretera C-12. A la izquierda distinguimos bellos campos de naranjos, en contraste con las brillantes aguas del río más caudaloso de la península

Nos acercábamos ya a Xerta. El Ebro seguía acompañándonos en el final de tan maravillosa excursión, y nuestras caras dibujaban una enorme sonrisa de satisfacción. Una jornada fabulosa estaba llegando a su fin, eso si, no seria la ultima vez que dábamos pedales por aquella espectacular vía verde. La inmensa azud que alimenta los canales que riegan el arroz del Delta llamo nuestra atención, por un momento pensé que un porcentaje muy pequeño de aquellas aguas embravecidas venia de nuestras tierras, de los ríos Guadalopillo y Guadalope; “Hoy hemos hecho casi el mismo recorrido”, dije para mi.



Al llegar a Xerta dimos buena cuenta de la comida que todavía nos quedaba en la mochila. A penas nos dio tiempo a engullir los alimentos, pues puntual como un reloj suizo, Javier apareció con su decorada furgoneta y el pequeño almacén de bicicletas que llevaba a cuestas. Intercambiamos pareceres, cargamos nuestras “burras a pedales” e iniciamos el camino de regreso a Cretas.


 Fue un trayecto ameno, donde compartimos experiencias, rutas, excursiones, vivencias, futuros proyectos… Javier me contó que desde muy pequeño había tenido claro a que quería dedicarse. Su pasión por estas maravillosas tierras del Matarraña, por el deporte de aventura, por la belleza de la proximidad, su vocación de guía, de instructor, de orientador… le habían llevado desde muy niño a tomar la decisión de querer tener su propia empresa de aventura. El camino había sido complicado, duro, y difícil, pero las cosas empezaban a ir cada vez mejor y la Val de Zafan era un reclamo cada vez mas conocido.

En un suspiro llegamos de nuevo a Cretas. Es increíble lo rápido que se pasa el tiempo cuando estas a gusto. Jamás olvidare la amabilidad, la simpatía y la profesionalidad de esta joven empresa llamada Matarraña Aventura, de hecho no tardaremos mucho en visitarlos de nuevo. Nos despedimos de nuestros anfitriones agradeciéndoles de nuevo el habernos considerado dignos de vivir una jornada tan maravillosa y espectacular. Y yo, por lo bajini, sin que nadie se enterara, me despedí también de la fantástica Orbea que me había acompañado en tan excitante aventura.

                        
http://www.matarrañaventura.com

Cuando subimos al coche para iniciar el regreso a casa, como acto reflejo, la misma palabra salio de los labios de mi acompañante y de los míos: IMPRESIONANTE MAÑANA. Volveremos.

Fdo: Oscar Librado Millán


domingo, 19 de junio de 2016

ERMITA DE SAN GREGORIO (Aguaviva)


En ocasiones, explorando el territorio, encuentras lugares que sorprenden, no solo por su arquitectura, también por las sensaciones que despiertan en el visitante. La ermita de San Gregorio de Aguaviva es uno de ellos. Entrar en el interior de este templo hexagonal, colocarte bajo la bóveda que cierra el edificio, es como retrotraerte a los tiempos en los que la sin razón poblaba nuestros municipios.



Uno acaba sintiéndose como en una película de esas que quisieron retratar el horror de la guerra. Mirando alrededor esperas que en cualquier momento hagan su entrada en el templo Ana Belén, Loles León, Victoria Abril… con sus rifles y proclamas libertarias.

Las gentes del Bajo Aragón y su patrimonio, sufrieron durante las últimas guerras civiles de los siglos XIX y XX los despropósitos de ambos bandos. Fueron testigos del odio, el rencor y la venganza que se apodera de un ser humano cuando deja de ser humano. Bajo el paraguas de una bandera, de una ideología y de un extremismo atroz, justificamos lo injustificable y hacemos lo inexplicable.

La ermita de San Gregorio es claro ejemplo de ello.






En una de sus paredes, todavía encontramos manuscrito el recuerdo de uno de aquellos soldados extranjeros que decidieron hacer “suya” la contienda española, viajando desde Estados Unidos, para luchar contra el golpe de estado perpetrado por el bando nacional. Aquel soldado murió aquí, como si supiera que aquella firma impresa en esa ermita, sería su despedida.


“El día de Navidad de 1937 Edward Muscala dejaba constancia en las paredes de una ermita en Teruel de su pertenencia al Batallón Washington-Lincoln de la XV Brigada Internacional. Tenía 26 años y una mujer y un hijo. En ese momento no lo sabía, pero Muscala no los volvería a ver: moriría tres meses más tarde en la retirada del frente de Aragón.”

http://www.albavolunteer.org/2012/07/siguiendo-los-pasos-del-batallon-lincoln-washington/ — en Aguaviva (Teruel)








sábado, 18 de junio de 2016

LAS NORIAS DE ALCAÑIZ





Alcañiz fue una de las villas más poderosas de toda la Corona de Aragón, de todas las Españas. 

Tras la donación que Alfonso II realizo a la Orden de Calatrava de Alcañiz  y sus dominios en 1179, la encomienda se convirtió, con el paso de los años, en la más influyente que los freyres calatravos tenían en territorio aragonés.

Alcañiz tenía jurisdicción, y por lo tanto recibía tributo, en numerosas aldeas. Sus dominios alcanzaban gran parte del Matarraña y el Bajo Aragón. Era tal el poder que ostento el Concejo alcañizano que incluso disputaba privilegios a la propia Orden de Calatrava por vía judicial.

Los prohombres alcañizanos adquirieron un poder económico enorme gracias a la explotación de los recursos agrícolas y ganaderos de todo su término. Mientras que las aldeas se ahogaban teniendo que tributar a la Orden y al Concejo por igual, sufriendo todas las desventajas que suponía tener la administración pública y de justicia a varias leguas de distancia.

Fue tal el enfrentamiento de la Orden con el Ayuntamiento alcañizano y sus prohombres, qué en 1283 varios vecinos tomaron el castillo produciendo gran tumulto, seguramente a instancias de los grandes burgueses de la villa. Así se desprende de un documento, sito en el Archivo de la Corona de Aragón, en el que el infante Alfonso solicita a los oficiales reales que hagan cumplir la sentencia del Justicia de Aragón contra los asaltantes de la fortaleza calatrava.

Los diferentes comendadores hallaron una solución a estos enfrentamientos, el desmembramiento progresivo de la jurisdicción alcañizana. Así pues, apoyaron las reivindicaciones que las aldeas hacían a la Corona para ser reconocidas como villas de pleno derecho, de ese modo seguían tributando a la Orden, pero se desligaban de los yugos del Concejo de Alcañiz, restándole así poder económico y territorial.

Ese poder económico lo adquirieron gracias a los innumerables recursos de que disponían en el territorio, el más importante el recurso hídrico. Se cree que ya los romanos diseñaron las infraestructuras adecuadas para convertir gran parte del valle del Guadalope en regadío, construyendo la acequia vieja, hoy canal de la Estanca. 

Todavía hoy podemos contemplar tres infraestructuras hídricas que demuestran la importancia de la huerta en la economía de la “Histórica y Heroica” ciudad de Alcañiz.

Tres norias bellísimas. Hoy son metálicas, a simple vista fruto ya de la reindustrialización, pero las construcciones que las alojan parecen anteriores. Apostaría que las norias actuales no han sido las únicas que cumplieron la función de elevar el agua, que las que hoy podemos contemplar sustituyeron a otras más antiguas, probablemente de madera, que cumplieron su función muchos siglos antes. Quizá estas norias ya funcionaban cuando los vecinos de Alcañiz decidieron asaltar el castillo calatravo. Juzgar vosotros mismos.