Podemos asegurar sin temor a equivocarnos que las guerras carlistas sembraron nuestras tierras de sangre, dolor y destrucción. Si tuviésemos que cuantificar el patrimonio arrasado por ambos bandos nos saldría una lista amplísima. Fortalezas como la de Castellote o Aliaga, los conventos de Monte Santo y Servitas, otros muchos edificios emblemáticos, viejas murallas o puertas de nuestras villas, puentes… sucumbieron a las miles de balas de cañón que impactaron sobre sus orgullosos muros en esas sangrientas guerras. Y no contentos con eso, una vez tomada la plaza acabaron quemándola.
Pero aquellas “malditas” guerras que tanto daño hicieron a nuestras comarcas y nuestro patrimonio, también nos dejaron alguna construcción aislada digna de admiración, como por ejemplo la Torre de Salamanca en Caspe, o los muchos torreones satélite que formaban el complejo sistema de comunicación a través de telegrafía óptica.
En este enlace podrás conocer más a fondo ese sistema comunicativo.
"La Torre de Salamanca se alza sobre un monte a las afueras de la localidad. Merece la pena subir las escaleras, salir al mirador y contemplar una espectacular vista de la ciudad caspolina y del Valle del Ebro.
El torreón donde se ubica el museo fue construido por orden del general Salamanca en la última guerra carlista (la tercera), en 1874. Es el castillo más moderno de Aragón. Se trataba de un fuerte fusilero, cabeza de una serie de fortines distribuidos por montes y riscos, principalmente en el Bajo Aragón, que formaban una eficiente red de comunicación. Desde sus cubiertas se trasmitían señales con fuego, espejos o banderas, de un castillete a otro, comunicando extensos territorios entre Zaragoza, el Maestrazgo y Castellón.
Fuente: Ayuntamiento de Caspe
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