Las Parras de Castellote, localidad cuya historia estuvo unida a la encomienda templaría de Castellote. Es sin lugar a dudas una villa singular, con un entramado urbano que esconde grandes joyas arquitectónicas. Me atrevería a decir de Las Parras que es una de las grandes desconocidas de nuestras comarcas. Poca gente la ha visitado, pero aquellos que la visitan nunca la olvidan.
El patrimonio cultural y natural que esconde esta preciosa
villa no deja indiferente a nadie. Y hablamos con conocimiento de
causa, pues en nuestra ascensión al pico del Castellar, tuvimos el
placer de disfrutar con detalle de los bellos rincones que esconde su
término municipal. Sorprendentes y maravillosos paisajes, abruptos barrancos, bellas ermitas, preciosas fuentes...
Entre su rico patrimonio, destaca una antigua
noria completamente restaurada. De estilo distinto a las alcañizanas,
pero igual de hermosa y sorprendente.
En esta bella construcción hídrica no era la fuerza del agua la que propulsaba el liquido elemento a una altura superior, sino la fuerza de un animal que, atado a las estructuras que la coronan, hacia mover, con su lento deambular sobre la techumbre del aljibe, todo el mecanismo necesario para que el agua ganase unos metros de altura. Metros de altura que significaban hectáreas de regadío.
En esta bella construcción hídrica no era la fuerza del agua la que propulsaba el liquido elemento a una altura superior, sino la fuerza de un animal que, atado a las estructuras que la coronan, hacia mover, con su lento deambular sobre la techumbre del aljibe, todo el mecanismo necesario para que el agua ganase unos metros de altura. Metros de altura que significaban hectáreas de regadío.
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