“Hay que evitar el combate en lugar de vencer en él.
Hay triunfos que empobrecen al vencido, pero no enriquecen al vencedor”
Juan Zorrilla de San Martín (1855-1931)
Periodista, ensayista y poeta uruguayo.
Cuenta la leyenda, que Don Pedro Cebrián
y Ballester, vecino de Alcorisa, el cual era conocido como “El Reyecico de
Aragón” debido a su participación decisiva en favor de los Borbones en la guerra
de Sucesión, ya en las postrimerías de su vida visito por última vez la Corte.
Se postró ante el Rey Felipe V y
esté, informado de sus gestas en favor de su persona durante la última guerra,
le preguntó:
-
Don Pedro
¿Hay paz en vuestras comarcas?
-
Sí majestad,
hay paz en nuestras comarcas. – respondió el alcorisano
-
Entonces hay
paz en toda España. – Sentenció el Monarca.
Y es que la zona comprendida hoy por
el Parque Cultural del Maestrazgo,
olvidada en tiempos de paz, ha tenido la desgracia de ser siempre núcleo de
todas las guerras. Desde los tiempos en que Iberos y Romanos guerreaban,
intentando resistir, los primeros, la llamada “Romanización”, no ha habido
batalla que no haya salpicado a las míticas tres Bailías.
Castillo de Aliaga (Aliaga)
Eje central de los conflictos entre
Al-Mundir y Al Mutaman, hermanos y reyes de las Taifas de la Marca Superior.
Protagonista en la reconquista de los dos Alfonsos, el I y el II. Zona de
conflicto en la llamada guerra de los Pedros, que enfrento a Castilla y Aragón.
La expulsión de los moriscos tampoco fue pacífica en nuestra provincia, o al
menos así parece desprenderse de los sucesos ocurridos en el castillo de
Calanda con motivo de aquella circunstancia. La guerra de Sucesión fue enconada
y violenta en toda nuestra zona, con duros enfrentamientos entre los
partidarios del francés y los Migueletes, milicias al servicio del candidato de
los Austrias. Los franceses también arrasaron varias de nuestras localidades en
la Guerra de la Independencia. La destrucción de nuestro Patrimonio durante las
guerras carlistas estaba a la orden del día, todo valía para acabar con los
partidarios de uno u otro bando, incluso quemar pueblos enteros. La
desamortización, aunque no fue violenta, también supuso un duro golpe a la
conservación de nuestros tesoros patrimoniales. La guerra civil de 1936 azoto de forma brutal todo nuestro
territorio, algunas grandes batallas de la contienda tuvieron lugar en nuestra
provincia. Y para colmo, la presencia de los maquis, supuso que el Gobernador
Civil ordenase el abandono obligatorio de cientos de masías para evitar su
colaboración con los guerrilleros. Por no hablar de los Pantanos, que sumergieron un rico patrimonio. Debido a la construcción del embalse de Santoléa incluso se voló un pueblo entero de forma injustificada, pues su nucleo urbano no se veía afectado por la lámina de agua.
Convento de Monte Santo (Villarluengo)
Todo esto, unido a la inmensa
pobreza de la posguerra, supuso que encarásemos la segunda mitad del siglo XX
con buena parte de nuestro patrimonio semiderruido. Tan solo las iglesias y
ermitas recibían donativos de los vecinos mas pudientes para que fuesen
arregladas dada la extrema religiosidad que se respiraba en la dictadura.
Mientras tanto, aquellas antiguas
construcciones a las que no llegaba el diezmo, lanzaban enormes bocanadas de
auxilio, solo escuchado por aquellos
coleccionistas que aprovecharon la situación de extrema pobreza para llevarse
numerosas obras de arte muy por debajo de su valor real, como por ejemplo
Frederic Marés, cuyo museo podemos visitar en Barcelona. Por “cuatro perras”
conseguían que Ayuntamientos y particulares les vendieran elementos
patrimoniales de gran interés patrimonial. Bastante tenían nuestros paisanos
con ver como la mayor parte de sus vecinos hacían el petate y marchaban en
busca de una vida mejor en otro lugar, como para preocuparse de aquellos
edificios semiderruidos que todavía albergaban alguna imagen, relieve o fresco
de lo que fue y ya no era.
Eso sí, la pregunta sería… Si
aquellos coleccionistas privados no hubiesen realizado esos “saqueos” legales,
¿Hoy disfrutaríamos de las piezas que ellos compraron? ¿O también se habrían
perdido?
Sea como fuere, no cabe duda que
este territorio no fue el único que perdió innumerable patrimonio durante las
últimas guerras, pero por desgracia, aquí, la mayor parte de lo que se perdió
jamás se restituyo, jamás se reconstruyó, jamás se ha recuperado. Hoy el Parque
Cultural del Maestrazgo es una zona sembrada de cadáveres arquitectónicos de especial
relevancia, de monumentales castillos semiderruidos, de grandes monasterios que
siguen luchando por mantener en pie sus últimos muros. De estructuras
artificiales ya olvidadas, perdidas en los rincones más inhóspitos, a las que
ni siquiera podemos dar ya un nombre.
Por desgracia, nuestro territorio ha
llegado a un punto de no retorno. Lo que en tiempos hubiese supuesto una fuerte
inyección económica en esos edificios para darles su esplendor original, hoy ya
es una inversión inabordable, casi imposible. Por eso, siendo realistas,
debemos ser conscientes de que el objetivo actual con este numeroso patrimonio
olvidado, no debe ser su reconstrucción, sino su consolidación. Procurar que
los pocos muros que aun resisten en pie, esos “esqueletos” arquitectónicos que
nos recuerdan la importancia que tuvo el lugar en un pasado lejano, sigan ahí
para que los conozcan nuestros hijos, y los hijos de nuestros hijos.
El castillo de Castellote es un buen
espejo en el que mirarse. La consolidación y desescombro de todos estos elementos
arquitectónicos de especial relevancia que pueblan nuestro territorio, no
deberían de ser un compromiso, sino una
obligación.
El olvido no es victoria
sobre el mal ni sobre nada
y si es la forma velada
de burlarse de la historia
para eso está la memoria
que se abre de par en par
en busca de algún lugar
que devuelva lo perdido
no olvida el que finge olvido
sino el que puede olvidar
sobre el mal ni sobre nada
y si es la forma velada
de burlarse de la historia
para eso está la memoria
que se abre de par en par
en busca de algún lugar
que devuelva lo perdido
no olvida el que finge olvido
sino el que puede olvidar
Torre Piquer (Berge)
Convento Servita (Ladruñan)
Convento del desierto de Calanda (Calanda)
Castillo de Cañada de Benatanduz
Restos de lo que parece ser una fortaleza sobre un cerro de las hoces del Guadalope
Esto son algunos ejemplos, aunque
seguro que me dejo muchos otros. Por no hablar
de masías o complejos industriales, que de esos tenemos a cientos…
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