“Aconteció un día que mientras Nos nos
estábamos solazando en nuestro reino de Aragón, se nos presentaron en Alcañiz
el Maestre del Hospital, llamado Hugo de Folqalquier, y Don Blasco de Alagón; y
platicando con ellos en un terrado, tomo la mano el primero, y nos dijo:
“”Señor,
ya que tanto os ha favorecido Dios en la empresa de Mallorca y de las demás
islas, ¿nada intentaremos ahora contra ese reino de Valencia, que ha hecho
siempre frontera a los de vuestro linaje, quienes, aunque en vano, se
esforzaron siempre por conquistarlo? Así Dios me ayude, creo que sería bueno
que lo pensásemos, ya que estamos aquí reunidos; pues Don Blasco sabe más que
nadie en este negocio, y él podrá deciros que tierra es aquella, y que lugar le
parece más a propósito para que, ganándolo, podáis vos entrar por él en aquel
reino””
Contesto entonces el
de Alagón:
“”Dispuesto
estoy a contar al rey lo que sepa y cuanto pueda serle de provecho; por
consiguiente, ya que vos lo queréis, Maestre, me explicare””
Rogamosle, pues, que
nos dijese por donde le parecía más fácil que Nos entrásemos primeramente en el
reino de Valencia.”
Cuando visito
el castillo de Alcañiz siempre recuerdo este pasaje de “El Llibre del feits”,
escrito en lemosín por el propio Jaime I y traducido al castellano en 1848 por
Mariano Flolals y Antonio de Bofarull en el libro “Historia del Rey de Aragón
don Jaime I el Conquistador”
Finalmente Don Blasco aconsejaría al
Conquistador iniciar el asedio al reino valenciano sitiando Burriana, pues en
esta empresa podría haber también apoyo marítimo. Curiosamente, mientras el Rey
Jaime centraba sus esfuerzos en planear el sitio propuesto por el de Alagón,
este último se hacía con la fortaleza de Morella, circunstancia que supuso un
cruento enfrentamiento entre Rey y Caballero.
Y es que el
castillo de Alcañiz no solo es un edificio de extraordinaria monumentalidad, de
gran belleza… entre sus muros se dieron acontecimientos decisivos en la Corona
de Aragón. Sucesos que significaron un antes y un después en los anales
históricos de los territorios que formaban parte de los dominios del linaje
real aragonés. Probablemente esta conversación entre Jaime I, el Maestre del
Hospital y Blasco de Aragón, y la famosa “Concordia” sean los más importantes.
Todavía
hoy en el castillo podemos disfrutar de unos extraordinarios frescos que
muestran al Rey Conquistador entrando en Valencia, todavía hoy podemos
asomarnos al acantilado sobre el rio Guadalope, e imaginar a Don Jaime observando
las ruinas lejanas de Alcañiz “el viejo”, y mucho más lejana la mítica Tolocha,
elevación montañosa que indicaba el camino hacia el reino que planeaban
conquistar.
Y es que, como he dicho en
infinidad de ocasiones, visitar bellos edificios históricos conociendo lo que
en ellos aconteció, no solo hace que sean más bonitos, sirve para imaginar,
para intentar comprender, para recuperar el alma y la esencia de aquellos
antiguos muros, para meterse en la piel de aquellos personajes que, con sus
dichas y sus tormentos, fueron relevantes en la historia que nos precede.
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