Todavía recuerdo el día en el que
Daniel Millera me dijo que Fina, vecina de Berge, le había dicho que en las
inmediaciones de la Virgen de la Peña había una sima a la que ella iba de
pequeña con sus hermanos. Era mayo de 2019. La única pista que me dio es que
estaba frente a la ermita, pero ni punto cardinal, ni nombre de partida, ni
coordenadas, ni ninguna otra referencia.
Fueron al menos tres las tardes en
las recorrí las inmediaciones de la Berge antigua. La ladera Sur de la Cantera
del Lugar, las tumbas visigodas, el barranco que baja hasta la fuente de Plata,
la cresta en la que se encuentran los restos de la vieja fortaleza… No hubo
suerte.
Comencé a intuir que aquella sima debía ser similar a la de Valdelamata, un agujero de reducido tamaño muy difícil de encontrar, por lo que decidí llamar a mi amigo Alejandro Latorre a ver si él podía darme alguna pista sobre su ubicación. Alejandro no recordaba donde se encontraba, pero sabía de alguien que probablemente sí. Minutos después volvió a llamarme y me dio las siguientes indicaciones: “Sigue el barranco que baja a la fuente de Plata y sube hasta un sondeo de arcilla que hicieron arriba. Desde allí miras hacia el pueblo y en la ladera de la izquierda está la sima. Es bastante grande.” Me puse manos a la obra. En cuanto pude, me acerque al lugar que me habían indicado.
Es entonces cuando me fijé en algo
peculiar. Entre la típica vegetación de monte, existía un conjunto de copas de
un verde distinto. Desde la distancia me parecieron latoneros, algo totalmente
insólito en el lugar en el que me encontraba, casi a 1000 metros de altitud y
sin humedad aparente. Me dirigí hacia ese lugar.
Allí estaba, a mis pies. Una dolina
de unos quince metros de diámetro camuflada por una vegetación floreciente que
salía de su interior. No era muy profunda. En su parte más baja tendría
alrededor de diez metros, pero el derrubio se había acumulado en el fondo con
una notable inclinación, dejando bajo la oquedad de las capas jurásicas el
fondo de la sima y el lugar donde se encontraba el sumidero. Parecía un pequeño
anfiteatro.
Aquella depresión tenía su propio
clima. Incluso su propio ecosistema. Había cantidades ingentes de excremento de
Cabra Montes, plumas, huesos de muy diferentes tamaños…
Al fondo a la derecha, mirando desde
el lugar por el que se puede acceder a la sima, es donde encontramos el
sumidero de la misma. La pared está constantemente húmeda y si acercas la mano
a los huecos que quedan entre el derrubio y la roca madre notas una corriente
de aire. Es probable que sean las cavidades que alimentan la fuente de Plata,
cientos de metros más debajo de donde se encuentra la dolina.
Aquella sima llamó poderosamente mi
atención. Su estructura geológica era distinta a las que yo conocía. No tenía
la profundidad de las de Oliete o La Ginebrosa y en nada se parecía a la de Foz
Calanda. Aquella pequeña hondonada en las capas del jurásico de la Valfondilla,
era especial. Nada más salir de allí, supe que sería protagonista en la
celebración de nuestro X aniversario.
En 2021 celebrábamos el X Aniversario
de Explorador de Proximidad, y una de las actividades programadas se iba a
realizar en la sima de Berge. Teníamos todos los permisos y todos los
parabienes. Contábamos con el sí de Donax Trío, que había aceptado participar
en esa idea loca de realizar un concierto en el interior de la dolina, y
también Luis Moliner estaba dispuesto a contarnos el origen geológico de aquel
hundimiento, pero el tiempo no quiso que lo hiciéramos para esa fecha. Tuvimos
que suspender, las previsiones meteorológicas eran horribles y decidimos no
correr riesgos.
Finalmente, a propuesta de la
Asociación de Amigos del Patrimonio Geológico de Teruel, aquella actividad que
tuvo que ser suspendida en octubre de 2021, se celebró el pasado domingo 21 de
agosto.
Un éxito de participación y una
experiencia extraordinaria. El único pero, es que yo no pude realizar la
excursión completa por una lesión inoportuna, por lo que no tuve la posibilidad
de guiar al grupo y explicar las curiosidades que he encontrado por la zona.
Eso sí, me consta que los guías, tanto
Luis como Chus, lo hicieron fantásticamente.
El día amaneció perfecto, y los
participantes en la marcha comenzaron a llegar al parking de la ermita de la
Virgen de la Peña a la hora convenida. El ambiente era distendido, pese a que
se reunieron personas de diversos puntos geográficos que nunca habían
coincidido. Incluso asistieron gentes de Berge que jamás habían estado en la
sima de su pueblo.
En este caso, ante la imposibilidad de realizar la ruta, mi labor fue la de acompañar a los artistas hasta el escenario del concierto. Víctor ya había estado allí, pero Heli y Jorge se sorprendieron muchísimo al llegar al lugar donde se escucharían sus fantásticas melodías. Los grandes bloques de derrubio nos ayudaron a montar unos asientos cómodos y fiables para los intérpretes y con los primeros sonidos de los metales ya nos dimos cuenta que la acústica de aquella cavidad era sensacional.
Esperamos pacientemente la llegada de los senderistas y una vez allí se inició el original concierto. Fantásticos los amigos de Donax Trío, que hicieron las delicias de cuantos allí nos encontrábamos. Una vez finalizado el concierto, la marcha continuó su recorrido circular en busca del parking de la ermita. Una actividad de 10.
Acabo esta peculiar aventura
agradeciendo a Víctor, Heli y Jorge que dijesen SI, a aquella extraña propuesta
que les hice en febrero de 2021, Luis
Moliner por estar siempre dispuesto a echarnos una mano y hacer suya y de su
asociación esta curiosa experiencia y a todos y todas los que decidisteis
acompañarnos en esta original excursión. GRACIAS, nada tiene sentido si no se
comparte.
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