" Cada salida, es la entrada a otro lugar"

Este blog pretende transmitir la belleza y peculiaridad de lo cercano, los lugares que nos transportan en el tiempo y en el espacio. Rincones de nuestra geografía más próxima que nos dejan sin aliento o nos transmiten una paz necesaria en momentos de dificultad. Espero contribuir a que conozcamos un poquito más dichos lugares y a despertar la curiosidad del lector para que en su próxima salida, inicie la entrada a otro lugar... un lugar al que viajar sin necesidad de sacar billete.

domingo, 17 de julio de 2022

LA MALEZA (Tramacastilla)

                Hoy visitamos un lugar especial, especial por diferentes motivos. En primer lugar porque está más alejado que el resto de protagonistas de nuestras aventuras,  en segundo lugar porque no se trata de un elemento patrimonial (aunque dicho espacio lo compongan varios elementos de nuestro patrimonio natural) y en tercer lugar porque no solo es un sitio maravilloso, también es solidario y muy necesario.


              Cuando escuché hablar de él por primera vez sentí un escalofrío. ¿Una instalación así en la sierra de Albarracín? Las innumerables visitas al zoo de Barcelona habían sembrado en mí una extraña sensación de contradicción. Es una instalación con recintos muy dispares, algunos muy incomodos y reducidos en los que sientes verdadera compasión por los animales que se encuentran en ellos y otros, sobre todo los de nueva construcción, que si son espacios mucho más amplios y preparados que se asemejan más a un refugio que a un presidio animal.

              Por eso, el escuchar hablar de La Maleza, lo primero que rondó mi cabeza fue que tipo de recinto albergaría los distintos animales allí, si espacios amplios y adecuados, o espacios reducidos e insalubres.


              Consulté su página WEB y me llevé una grata impresión. Teníamos que visitar ese lugar. Teníamos que ir a ver aquel espacio faunístico construido en la sierra de Albarracín. Un espacio faunístico que por sus referencias digitales, era un magnifico refugio para especies propias del Sistema Ibérico, que albergaba animales nacidos en cautividad o que habían sido víctimas de maltrato o malos cuidados.

              Para allí que nos fuimos un sábado del mes de junio. Uno de esos sábados en los que la temperatura rozaba los cuarenta grados y la vegetación, sedienta, pedía a  gritos un poco de H2O. Cargamos una nevera repleta de bebidas refrescantes y un montón de hielo y nos pusimos en marcha.

              Para llegar a la sierra de Albarracín tenemos hasta tres alternativas. La primera es ir por la N-420 en dirección a la capital y tomar la A-23 hacia Zaragoza para luego salir por la carretera en dirección a Gea. La segunda, la que hicimos nosotros, tomando en Alfambra la TE-V-1008 en dirección a Santa Eulalia y desde allí en dirección a Bronchales. La tercera es tomar la N-211 hasta Caminreal, después Monreal del Campo y continuar por la N-211 hasta el Pobo de Dueñas, desviándonos allí hacía Orihuela del Tremedal. La primera de ellas es la opción más rápida y cómoda, pero a veces apetece conocer pueblos o carreteras por los que nunca hemos transitado, como hicimos nosotros.

              Desde Santa Eulalia, que está a 984 metros de altitud, iniciamos un ascenso constante hacia las cumbres de Bronchales. Al pasar por Pozondón recordé la curiosa  historia de Tumi, que será protagonista de alguna de nuestras aventuras con toda seguridad, y las ruinas del castillo de los Ares, datado en el siglo XII y que no tengo el gusto de conocer todavía. La excusa perfecta para volver a estos impresionantes parajes.


              Los paisajes entre Bronchales y Tramacastilla son espectaculares. La A-2709 discurre entre esbeltos ejemplares de pino albar. Recuerdo que la primera vez que visité estos bellos paisajes fue para asistir a la jornada de convivencia familiar de un campamento al que había acudido mi hermano. Desconozco si todavía sigue activo.

              Al llegar a Noguera de Albarracín, donde el terreno ya es mucho más escarpado y abrupto, giramos a la izquierda en dirección a Tramacastilla. El nombre de este municipio es un ejemplo de la estrecha relación que Navarra y la Comarca de Albarracín tuvieron durante el medievo, pues debe su nombre al pueblo riojano de Nájera (Noguera), en La Rioja, que fue capital del reino navarro durante unos años. Homenaje de los Azagra a sus raíces.

              Encontramos el acceso al parque faunístico de La Maleza a la izquierda, poco después de dejar Tramacastilla a nuestra derecha. Está bien señalizado y se encuentra frente a la carretera que da acceso a la hospedería el Batán, hospedería de la que los alcorisanos nos sentimos especialmente orgullosos, aunque este lejos de nuestro municipio. Es una enorme satisfacción para nosotros que nuestros vecinos triunfen más allá de nuestras fronteras, Sebastián Roselló es uno de esos grandes alcorisanos ausentes, reconocidos fuera de nuestro pueblo.

              La Maleza nos recibe con su manifiesta austeridad. Junto al parking, sin estructuras de sombra, encontramos un modesto edificio que alberga la recepción del parque. No existe servicio de cafetería, al menos no estaba abierto el día que nosotros lo visitamos, y aunque no se echa de menos, no estaría de más que se instalase alguna máquina de vending.

              La recepción es muy sobria, pero suficiente. Un mostrador donde nos recibió un muchacho muy amable que nos dio todo tipo de explicaciones con los planos correspondientes y estantes con merchandising del parque para los que quieren un recuerdo. Os recomiendo comprar comida para los animales, y más si vais con niños. No os arrepentiréis.

              Desde esa recepción accedes al recinto principal del parque faunístico. Está ubicado en una val de pinares de rodeno que emergen de un paisaje espectacular donde predomina la arenisca roja. Solo el barranco ya merece la pena ser visitado, es precioso.


              Existen dos recorridos, uno verde y otro rojo, cuya única diferencia es que uno de ellos, el segundo, transcurre por las peñas donde hacen vida los muflones, y por lo tanto es mucho más pendiente y exigente. En el recorrido encontramos especies propias del sistema ibérico. Ciervos, gamos, cabras montesas, zorros, hurones, jabalís, tauros y lobos. Los recintos de los animales son muy amplios, con escondrijos donde puedan esconderse de la gente si no les apetece presentarse. De hecho la primera vez que atravesamos el recinto de los lobos no fuimos capaces de verlos. Fue después, cuando les dieron de comer, cuando pudimos contemplar a los tres ejemplares en todo su esplendor.






              Nuestra pequeña exploradora disfrutó de lo lindo la experiencia, pues pudimos disfrutar de casi todos los animales que residen en el parque, solo los hurones, que decidieron alargar la siesta por el intenso calor, se nos resistieron. Eso sí, los grandes triunfadores fueron los animales de la granja, donde estuvimos más de la mitad del tiempo que pasamos en el parque.


              Estar entre los animales, poder tocarlos, sentirte parte de la granja, que sean ellos los que te busquen, los que demanden caricias y cariño… es una sensación increíble. Mientras Marián y Gisela alimentaban a los animales yo me senté en un banco a la sombra, y allí que vinieron unas rollizas ovejas a rogarme que les acariciara la frente. Estuvieron a mi lado durante todo el rato que estuvimos en el recinto de la granja. Lo dicho, una sensación increíble. La recomiendo encarecidamente. Empatizar con los animales nos hace mucho más humanos.



              La Maleza no es un parque zoológico, es un refugio espectacular. En su página WEB podemos leer:

“Nuestros animales disponen de amplios recintos, donde viven en un estado de semilibertad. No somos un zoológico al uso, los animales cuentan con el suficiente espacio y refugios naturales para no ser molestados si ellos así lo quieren, por lo que hay que ser paciente y disfrutar del momento en el que el animal decide salir a saludar. Todos nuestros animales han nacido en cautividad, provienen de centros de recuperación o han sido rescatados de situaciones precarias.”

              Doy fe. Quedé tan gratamente impresionado por este modesto, pero a la vez necesario, refugio animal, que creí justo y necesario dedicarle una de nuestras aventuras.

Ojalá nuestras instituciones jamás lo dejen solo. Más allá de la rentabilidad económica, está la gran labor que desarrolla. Necesitamos instalaciones así que alberguen con dignidad a aquellos animales que por circunstancias no pueden estar en otro lugar.

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