Fue un
encuentro casual, uno de tantos días que
sin mapa y sin rumbo dejamos al instinto que nos guiase por esas maravillosas
tierras del Maestrazgo.
Habíamos
visitado Morella, y desde allí nos dejamos llevar por los sentidos. El nombre
de Castellfort llamo nuestra atención y una mirada cómplice basto para que yo
encaminara el coche por aquella carretera sinuosa.
Apareció
de repente, sin esperarlo. Un pórtico enorme nos dio la bienvenida, y en su
interior un pequeño Santuario con un encanto especial, un bello conjunto
arquitectónico en un lugar espectacular.
No
pudimos ver el interior de aquella preciosa construcción pero teníamos la sensación
de que guardaba algún tesoro, que guardaba algún secreto. Y no nos
equivocábamos, nuestro amigo Sergio Solsona, en su libro "Maestrazgo
Templario", nos habla de ese lugar especial y de las misteriosas pinturas
que hay en su interior. Muy recomendable su visita.
"El
ermitorio es un conjunto conformado por la Iglesia-Hospedería, la Cofradía y un
Porche, que se encuentran formando un recinto, cerrado y defendible, de forma
triangular que es atravesado por el camino de Ares a Castellfort.
La
iglesia original, de pequeñas dimensiones, del siglo XV, se sitúa junto a una
cueva en la que existe un manantial natural, que da nombre al ermitorio. Éste
sufrió varias modificaciones hasta el siglo XVII, en que adquirió su
configuración actual, con bóvedas de cañón con lunetos en la nave central y de
crucería falsa en la capilla mayor. Se trata de una Iglesia de una nave
rectangular con tres crujías y ábside poligonal. La entrada es lateral, por el
lado de la epístola, el de la derecha. La cubierta exterior sobre maderas a dos
aguas. La hospedería la forma un edificio en forma de "L", que
conecta con los pies de la Iglesia. Está realizada con muros de sillería y
mampostería. Se trata de un edificio de planta rectangular con dos alturas
realizado en 1566.
En el
interior destacan unas pinturas murales monocromas, en las que se representan
las vidas de Jesús y la Virgen, pintadas en 1597 por Cerdá. Al exterior
destacan algunas portadas y ventanales de piedra labrada. En la esquina que
forma el edificio hay un porche resuelto con arcos de sillería de medio punto,
y una puerta que da a la parte posterior del barranco. El edificio de la Cofradía
no se dispone ortogonal a los anteriores, siendo el de última construcción. Son
de destacar las pinturas de la sala principal.
Las
fachadas de este edificio se modificaron a finales del XIX, introduciendo
balcones de hierro forjado. Por último el Porche y el acceso desde Ares a modo
de puerta fortificada, acaban de delimitar el recinto."
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