"La estación de Alcorisa
sigue esperando pasajeros"
Esta
bellísima infraestructura, hoy convertida en un armazón de hierro y
hormigón en decadencia, era un elemento más de un ambicioso proyecto de
ferrocarril que uniría Baeza con Sant Girons, en Francia, atravesando de
Oeste a Este casi toda la provincia de Teruel.
Dicho proyecto
vio la luz en 1926, dentro del “Plan preferente de ferrocarriles de
nueva construcción” puesto en marcha por la dictadura de Primo de
Rivera. Precisamente nació con Primo de
Rivera, enfermo con Primo de Rivera, entro en parada en la segunda
República y acabo muriendo debido al estallido de la guerra civil. Una
vía de comunicación inacabada que hubiese supuesto la vertebración de
una provincia que iba perdiendo ya su mayor tesoro, sus vecinos y
vecinas.
"Las obras de este ferrocarril se iniciaron en 1927, aunque ya se
anunciaron un año antes con un proyecto que contemplaba 275 kilómetros.
Este tramo pasaba por las localidades de Tortajada, Villalba Baja,
Cuevas Labradas, Peralejos, Alfambra, Perales del Alfambra, Orrios,
Fuentes Calientes, Cañada Vellida, Mezquita de Jarque, Valdeconejos,
Escucha, Palomar de Arroyos, Cstel de Cabra, Cañizar del Olivar,
Gargallo, Los Olmos, La Mata de los Olmos, Alcorisa, Foz Calanda,
Calanda, Castelserás y Alcañiz. El ingeniero encargado de la obra fue
Bartolomé Esteban.
El primer parón de las obras se produjo en 1930, después, los
trabajos se reiniciaron y estuvieron activos hasta 1932, momento en que
se produjo la segunda interrupción que no fue la definitiva y que
permitió mantener la esperanza a los más de 2.000 trabajadores que
estaban empleados en los distintos trazados que se habían iniciado por
todo el trayecto. La parada definitiva llegó en 1935 y las causas, según
ha comentado Serafín Aldecoa, fueron varias, “por un lado, la falta de
recursos económicos de la empresa encargada de la obra, con las posibles
irregularidades en las cuentas, que no se investigaron por la llegada
de la Guerra Civil, que fue otro de los obstáculos que impidieron que
esta infraestructura se construyera y, finalmente, el desinterés
político y la escasa rentabilidad que se preveía para este trayecto que
iba a acoger, en principio y mayoritariamente, el tráfico de
mercancías”.
Cientos de asalariados que poblaban distintas localidades de la zona y
de personas que habían inmigrado hasta estas tierras para trabajar en
la construcción del ferrocarril se quedaron sin trabajo, Aldecoa ha
afirmado que “muchos de ellos pasaron hambre y por periodos de miseria
que se sumaban a las duras condiciones de trabajo que tuvieron que
afrontar en los periodos de trabajo”. Entre estas dificultades que estos
empleados pasaron, el historiador experto en sindicalismo en la Segunda
República ha explicado que “se incumplía la jornada laboral de ocho
horas; en 1931 echaron a la calle a más de 360 obreros y el sueldo era
de 0.5 pesetas la hora”.
El paso de la Guerra Civil dejó tras de sí un rastro amargo para la
zona, que veía rotas sus esperanzas. Edificios a mitad de construir o
casi en ruinas, puentes construidos, caminos allanados, pero sin
traviesas, ni raíles. Vestigios de lo que pudo haber sido y, que todavía
hoy luchan por no caer al suelo, ni en el olvido."
En el tramo
comprendido entre Teruel y Alcañiz aun podemos distinguir grandes
infraestructuras construida para esta vía. Estaciones, puentes, túneles,
andenes… Fueron alrededor de 2000 personas ocupadas en la construcción
de este ferrocarril fantasma, cobrando media peseta a la hora, por un
trabajo que rozaba la esclavitud.
Una provincia olvidada,
un ferrocarril olvidado,
una estación olvidada...
un tren que nunca llegara.
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