El río
Guadalope es el responsable principal de que muchos de nosotros amemos
estas tierras. El causante de que muchos antes que nosotros las amaran y la
razón, si el ser humano con su mala cabeza no lo evita, de que muchos de los
que llegaron sigan aquí.
Es, sin lugar
a dudas, la arteria que distribuye la vida a nuestro alrededor. Es, junto con
sus afluentes, el artífice de que tanto nosotros como nuestros antepasados
decidiésemos asentarnos en estos lugares que nos han visto crecer.
El río
Guadalope es un río vivo, el segundo afluente más largo de la margen derecha
del Ebro. En su recorrido, ha labrado parajes maravillosos, lugares de ensueño,
figuras naturales dignas del renacimiento italiano. Guadalope no solo es vida,
es armonía, es belleza, es cariño, es comunidad, es vecinos, erelajación,
diversión y alimento, es refrescante, es trabajo, es silencio, es ruido o
complicidad… En definitiva, el río Guadalope es nuestro amigo, nuestro padre y
nuestro hermano.
Muchos años
hace ya que millones de gotitas de agua comenzaron a brotar desde las rocosas
calizas de lo que hoy es término de Villarroya de los Pinares. Ya entonces, con
su paciencia, su ímpetu, la ayuda de sus hermanos pequeños y sus embravecidas crecidas,
comenzó a construir el camino hacia su destino. Miles de años le costó hacerlo,
miles de años para tallarse un camino bellísimo, por el que ha ido sembrando
riqueza durante siglos.
Pero, ¿por qué Guadalope? ¿Cuál es el origen de su actual nombre?
En la Enciclopedia Aragonesa dicen que la
palabra Guadalope, proviene de “Wad-al lup”, un hibrido entre el árabe y el
latín compuesto por el nombre árabe Wad-al (río) y la palabra latina lup,
abreviatura de lupus, Canis lupus (lobo), por lo que Guadalope
significaría:
“Río de Lobo”
Elías Teres, ilustre arabista, se
inclina sin embargo por pensar que el río Guadalope se correspondería con
el mencionado en la obra del geógrafo andalusí Yaqüt (1179-1229), donde
describió parte del territorio bajoaragonés. Escribe sobre el
río “Wadl-l-Lawh (Río de la Tabla)”, del que dice que constituía una
comarca rural de Zaragoza, y es la opción que yo creo mas probable. Nosotros,
en este artículo y solo en este artículo, nos centraremos en la primera teoría,
la del “Rio de Lobo” o Wad-al-lup.
El porqué de
esta extraña hibridación entre el arabe y el latin es un misterio. Alguno
señala que pudo deberse al hecho de que los musulmanes que desembarcaron en la
Península no habían visto nunca un lobo y, por lo tanto, asumieron como suyo el
nombre por el que ya era conocido aquí. También es posible que aquellos
visigodos que se convirtieron al Islam con la llegada de los musulmanes a la
Península nunca dejaran de llamar al lobo por su raíz latina, y así siguió siendo
años después de la conquista andalusí, pese a aceptar como propias las
costumbres y el idioma árabe.
Lo que parece
seguro, según estos expertos, es que Guadalope, en su origen, significo Río de
Lobo. ¿Pero por qué este nombre? También existen en esto dos
teorías.
La más
sencilla, la que no entraña ningún tipo de leyenda, misticismo o romanticismo,
dice que el nombre simplemente responde al hecho de que, en aquellos siglos, el
Maestrazgo era tierra de lobos.
Sin embargo,
la que más me gusta a mi, la que me despierta mas simpatía, es aquella que
considera que el nombre Wad-al Lup hacía referencia a un rey
andalusí de dinastía almorávide que libró una terrible batalla contra los
almohades para evitar la conquista de su
reino. Un reino que se extendía desde Murcia hasta la misma provincia de
Teruel.
Su verdadero
nombre era Muhammad Ibn Mardanis, descendiente de una prestigiosa familia
muladí (cuyos antepasados cristianos se habían convertido al Islam). Nació
en Peñiscola entre los años 1124 y 1125, convirtiéndose en Rey de las Taifas de
Valencia y Murcia en 1147.
En 1134
fallecía Alfonso I el Batallador, cuyo testamento produjo un cisma en el Reino
aragonés que aprovecharon las tropas musulmanas de la Taifa de Valencia para
reconquistar parte del terreno ganado por el Rey Batallador en sus numerosas
razias en territorio valenciano. En nuestra zona, la frontera se fijo en las
sierras de La Ginebrosa y los Caballos.
Alganes,
Castiel, Buñol, Foz, Alcorisa, Val de Nuez, Berge y Molinos. Al menos, en cada
uno de esos lugares existía una fortaleza defensiva con las que las tropas
islámicas protegieron todos los pasos al alto Guadalope durante más de 20 años.
El que esta frontera permaneciera durante casi 20 años inviolada,
respondió a los acuerdos que Muhammad Ibn Mardanis adquirió con Ramón Berenguer
IV, Conde de Barcelona y esposo de la Reina de Aragón Petronila. En 1150, el
Rey valenciano acordó la paz con los territorios de la Corona de Aragón ante la
amenaza que suponía la inminente guerra que lo iba a enfrentar a los almohades,
una dinastía islámica recién llegada a la península y mucho más
fundamentalista. Esta paz suponía, incluso, el pago de tributos por parte de la
Taifa valenciana.
Sus años de
reinado se caracterizaron por una prosperidad económica
sobresaliente basada, fundamentalmente, en la mejora de los recursos hídricos
para labores agrícolas y en la exportación de la cada vez más reconocida
cerámica murciana. Tolerante con cristianos y judíos, que convivían sin
problemas en el emirato valenciano y murciano, durante todo su reinado dedicó
los recursos militares a frenar el avance de la dinastía Almohade, para lo que
debió pedir dinero prestado a los reinos cristianos.
Los acuerdos
de no agresión con los de la cruz duraron casi todo su mandato. Los cristianos
veían con buenos ojos a aquel inteligente emir que plantaba cara a los
ejércitos almohades, defendiendo con uñas y dientes sus dominios frente a
aquellos que profesaban su misma religión. Solo en 1168-1169, cuando
lo único que mantenía Muhammad Ibn Mardanis en su poder era la ciudad de
Murcia, el Rey Alfonso II entendió acabada la concordia con el reino valenciano
y decidió avanzar hacia el sur, comenzando la reconquista de las zonas más
próximas a la frontera antes mencionada: Buñol, Camarón, Castellot, Cazarabet y
una parte importante del Matarraña. En 1171, casi la totalidad de la provincia
turolense estaba en manos cristianas, incluida la capital, Teruel. En 1172 Alfonso
II asediaba Valencia, donde concertó una alianza con el nuevo rey almohade
a cambio de duplicar el tributo a pagar. Fruto de ese acuerdo con el emir de
Valencia, el rey de Aragón atacó Xátiva y Murcia, de donde se tuvo que retirar
a raíz de una incursión de Navarra en las fronteras del norte.
A Muhammad Ibn
Mardanis se le conocía entre los cristianos como “El Rey Lobo”. Lo bautizaron
así por su astucia. Porque, cuando tenía unos 20 años, heredó de su
padre el puesto de gobernador de la difícil posición de Fraga (Huesca), en
la frontera norte del decadente Imperio Almorávide con la Taifa de Zaragoza y
de Lleida, y su buena labor le permitió mantener el gobierno independiente
frente a los reyezuelos de esas ciudades. Por esas habilidades los habitantes
de Fraga le apodaron “El Lobo”.
Por eso, como
durante el largo mandato del “Rey Lobo” la frontera con el reino aragonés en el
Bajo Aragón se encontraba en las sierras de La Ginebrosa y Los Caballos, y dado
que el paso más importante hacia la taifa valenciana era el que iba
paralelo al río desde Calanda hasta Buñol, junto a los Fontanales, es muy
probable que las gentes musulmanas que defendían la frontera, al ver llegar a
los cristianos dijesen:
“Río arriba, territorio del Rey Lobo”
“Este Río es del Rey Lobo”
“Es Río del Lobo”
O
“Es Wad-al Lup”
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