" Cada salida, es la entrada a otro lugar"

Este blog pretende transmitir la belleza y peculiaridad de lo cercano, los lugares que nos transportan en el tiempo y en el espacio. Rincones de nuestra geografía más próxima que nos dejan sin aliento o nos transmiten una paz necesaria en momentos de dificultad. Espero contribuir a que conozcamos un poquito más dichos lugares y a despertar la curiosidad del lector para que en su próxima salida, inicie la entrada a otro lugar... un lugar al que viajar sin necesidad de sacar billete.

domingo, 23 de enero de 2022

SANTUARIO DE LA VIRGEN DE GRACIA (La Fresneda)

Como hemos dicho en otras ocasiones,  la construcción de edificios o templos de culto cristiano fuera de los núcleos habitados casi siempre está vinculada a algún tipo de aparición mariana. Algunas veces las leyendas nos relatan la aparición física de la virgen y otras, las más habituales, nos narran la historia de una pequeña talla de madera que aparece en lugares muy determinados, produciéndose el milagro de que aun después de su traslado, la imagen vuelve a aparecer en el sitio donde fue encontrada.

Eso sucedió en el lugar que visitamos hoy. Una joven pastora de Valjunquera encontró la imagen de la virgen en una cueva, y al trasladarla al pueblo, esta desapareció volviendo a aparecer en el lugar donde fue encontrada. Por supuesto, el clero reclamó la construcción de un templo en el lugar para que albergara la milagrosa imagen.

Hablamos del majestuoso santuario de la Virgen de Gracia, en La Fresneda, que pese a estar en estado ruinoso, conserva su extraordinaria monumentalidad. Este templo mariano es uno de los complejos católicos más grandes de nuestra provincia, una enorme construcción cuyo deterioro amenaza toda su estructura.

Son varias las ocasiones en las que hemos visitado el lugar, la última de ellas, la que nos ha servido para refrescar memoria, fue un domingo del mes de diciembre. Era una mañana heladora, dominada por la niebla, que ya llevaba anclada en nuestro territorio unas cuantas jornadas. Con la niebla pasa como con la nieve, en un primer momento fascina, pero después de horas y días acabas de ella hasta la coronilla.

Salimos de Alcorisa en dirección a Alcañiz. Nada más coronar el conocido como collado de la Hoya, ya en término municipal de Calanda, la niebla nos absorbió. Una niebla espesa y húmeda cuya extensa presencia había dejado impregnada una vistosa cencellada en cada uno de los elementos vegetales que alcanzábamos a ver. La boira nos acompañó todo el camino. No nos dio respiro alguno. Ni tan siquiera pudimos distinguir el icónico castillo calatravo alcañizano o el skyline de Valdealgorfa.

La entrada a la comarca del Matarraña no fue diferente. Valjunquera permanecía bajo el influjo de la espesa niebla, al igual que La Fresneda. Pensamos en darnos la vuelta por miedo a perdernos en los caminos fresnedinos, pero decidimos arriesgar.

Para llegar al santuario de la Virgen de Gracia es necesario recorrer varios kilómetros por pistas cuyo firme está en buen estado. No es necesario llevar un SUV para acceder a él. Además la ruta está perfectamente señalizada.

Yo diría que lo más complicado lo encontramos en el acceso a La Fresneda, pues nada más entrar al núcleo urbano hay que tomar la primera calle a la derecha, y luego otra vez a la derecha en un giro muy cerrado de 180 grados, que no ganaras si no invades el carril contrario de la travesía. De todas formas, siempre existe la posibilidad de dar la vuelta un poco más adelante y volver sobre tus pasos para que el acceso a la calle sea más favorable. Una vez en la calle, debes continuar recto hasta acceder a un camino. Desde allí solo debes seguir la señalización vertical, no tiene perdida.

Sorprendentemente, no sé si por el influjo mágico del santuario o porque aquel día nos tocó la rifa de la buena suerte, al torcer hacia el barranco de Los Canales la niebla comenzó a ser menos espesa. Hasta tal punto que, cuando tomamos el camino a la izquierda que nos encaminaba al templo, desapareció por completo. Eso sí, la fría humedad persistía.

Conforme te acercas al inmenso esqueleto arquitectónico no puedes dejar de mostrar admiración. Lo primero que distingues al acercarte es un muro esbelto, dañado por el mal de la piedra que tanto afecta a la arenisca, pero cuya magnitud asombra. Planta baja, tres pisos y ático, esa era la distribución horizontal de la descomunal hospedería con la que contaba este complejo eremítico.


      Justo en la esquina Sur del fastuoso muro, encontramos un precioso pórtico que resiste imperturbable los embates del tiempo. Debió ser el acceso al recinto amurallado, muro que fue derruido parcialmente para construir el camino que discurre por el interior del antiguo complejo.

Pero si hay algo que destaca en el conjunto conventual, es la fachada de la iglesia. Una fachada de sillar consistente, formas muy sobrias y labrada con sumo gusto, que otorga un lugar privilegiado a la imagen pétrea de la Virgen de Gracia, esa cuya antigua talla fue encontrada allí por una pastorcilla.




         Según reza el panel que localizamos a la derecha del pórtico antes referido, la ermita original, la que se construyó en la cueva donde apareció la imagen viajera, fue cedida por la villa de La Fresneda a la Orden de Mínimos de San Francisco de Paula, conocidos así porque su regla les obligaba a vivir una vida austera, penitente y humilde.  Sin embargo los frailes no eran tan “mínimos” y debido a que el complejo eremítico enclavado en la cueva no cumplía con unas mínimas condiciones de salubridad, decidieron trasladarse al núcleo urbano. Desde La Fresneda siguieron cuidando la ermita que albergaba la Santa imagen, hasta que en 1795 decidieron construirle un hogar acorde a la veneración que dicha imagen tiene en la zona.  Es entonces cuando se construye el santuario actual, siendo abandonado en el siglo XIX tras la desamortización de Mendizábal. Esa desatención le ha llevado a un estado de ruina calamitoso.

                              


          En la página del Sistema de Información del Patrimonio Cultural de Aragón, encontramos la siguiente descripción:

“Se trata de un conjunto de edificios del siglo XVIII, algunos de los cuales están excavados en la roca. En la actualidad destacan los volúmenes de la iglesia y la hospedería, ya que el resto de las construcciones prácticamente han desaparecido debido al deterioro que sufre el conjunto.

De la hospedería, de planta rectangular, cuatro alturas y gran sobriedad constructiva, apenas se conservan los muros de carga mientras que de la iglesia se mantienen los muros perimetrales, de cuyo estudio se deduce que se trataba de un edificio de tres naves y cabecera recta, tras la cual se desarrollaba una girola del Camarín de la Virgen.

La fábrica de la hospedería es de cantería mientras que la de la iglesia es de mampostería, reservándose la cantería, en esta última, sólo para la fachada, estructurada en dos cuerpos, el inferior de tres calles y orden jónico y el superior de una calle y orden corintio; la transición entre ambos se realiza mediante grandes volutas, rematándose la fachada con un frontón triangular.

Del interior sólo se sabe que estaba decorado en estilo barroco clasicista y que iba cubierto probablemente mediante bóvedas de cañón de lunetos.” 

      En el interior del templo, que ha perdido la techumbre por completo, se ha construido una modesta capilla en la que encontramos una réplica de la venerada imagen de Nuestra Señora de Gracia de la Cueva, a la que localidades vecinas venían a honrar el día de San Marcos. El edificio está en muy mal estado y no es recomendable pasear por sus diferentes estancias, pero si podemos visitar la cueva donde aquella pastorcilla encontró la talla, pues la roca madre nos protege ante posibles desprendimientos.
 





          Echamos un último vistazo antes de abandonar el lugar. Quizá el santuario jamás fue usado como cenobio, pero, seglares o frailes, alguien tuvo que atender la hospedería durante los años que permaneció en funcionamiento. No debéis perderos el relieve que todavía se conserva sobre la puerta de dicha hospedería, el emblema oficial de la Orden de Mínimos de San Francisco de Paula. En los alrededores del complejo encontramos una exquisita cisterna o aljibe, un patio porticado que pudo usarse como caballerizas o incluso el corral del santuario, que aprovecha otra cueva excavada bajo la arenisca.

                                

         Sin lugar a dudas el edificio es sobresaliente, de enorme magnitud y belleza pese a su estado ruinoso, pero el entorno no le va a la zaga. El frondoso bosque mediterráneo que arropa al esqueleto pétreo que se resiste a poner rodilla en pie, es un aditivo exquisito. La combinación entre los verdes vegetales, los grises y marrones de la arenisca y la angostura de la val, hacen que el entorno sea igual de majestuoso que el monumental edificio.

          Lo he visitado muchísimas veces y, al igual que me sucede con el convento de Calanda, jamás deja de asombrarme.

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