Sin lugar a dudas, el rincón mas venerado de la “Histórica y Heroica Ciudad de Alcañiz”. El Santuario de la Virgen de Pueyos es el cordón umbilical que une a las diferentes generaciones alcañizanas. El vinculo entre los vecinos y vecinas de Alcañiz y sus ancestros. El lugar donde la tradición se convierte en devoción, armonía, amistad y compromiso.
El Santuario de la Virgen de Pueyos es algo más que un templo cristiano, es el testimonio vivo del trabajo conjunto de una sociedad, de la hermandad de toda una ciudad en pro de un sentimiento, de un lugar, de una tradición.
Y es que son numerosos los alcañizanos que a través de las “Quintas” han participado en el mantenimiento, reparación, reconstrucción y acondicionamiento de nuevos espacios de este amado templo, cuya veneración esta incluso por encima de toda creencia religiosa.
No nos detendremos en aspectos arquitectónicos ni históricos, tan solo diremos que, como tantas otras ermitas de nuestra proximidad, su ubicación original también responde al patrón de talla de virgen “encontrada, trasladada, desaparecida y vuelta a encontrar en el mismo lugar”. Por lo que se le levanto un pequeño templo para que fuera venerada allí donde ella quería estar. Eso si, como la ermita original se quedaba pequeña, decidieron construir un templo más grande cerca de ella.
La importancia histórica y arquitectónica del Santuario de la Virgen de Pueyos es indudable, y las fotografías dan buena cuenta de ello. Sin embargo, como dijimos anteriormente, si hay algo que caracteriza a este templo cristiano del resto, es la devoción que los alcañizanos y alcañizanas sienten por él. Devoción que, como hemos dicho anteriormente, incluso está por encima de lo religioso, pues es frecuente encontrar a vecinos y vecinas de Alcañiz no creyentes que aman fervientemente a este Santuario y todo lo que representa.
La competencia “sana” que ha existido siempre entre las “Quintas”, responsables del mantenimiento del Santuario, ha hecho que el Santuario y su entorno sean maravillosos, lleno de mágicos rincones y bellos espacios. Merece mucho la pena visitarlo.
Lástima que siempre se acerque algún incívico “a joder la marrana”.
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