Existen edificios cuya historia no
resulta más vistosa o atractiva que el de otras, cuya riqueza arquitectónica y
patrimonial no supone innovación alguna con respecto a algunas cercanas, pero que por el lugar en el
que se proyectó, el punto exacto en el que se erigió, llaman poderosamente la
atención. Son construcciones cuya ubicación obliga a plantearse la pregunta de,
¿Por qué ahí? ¿Qué tenía de especial ese lugar?
Es
eso lo que suele suceder cuando alguien observa por primera vez a nuestro
protagonista de hoy. Primero impresiona, después provoca la inevitable apertura
de nuestras fauces y por ultimo nos hace cuestionarnos sobre las preguntas
antes mencionadas.
El
oratorio en cuestión se encuentra integrado en el Parque Cultural del Río
Martín, que engloba las localidades de Albalate, Ariño, Alacón, Alcáine, Obón,
Peñarroyas y Montalbán. El Santuario de la Virgen de Arcos se encuentra junto
al río que da nombre ha dicho parque, en su margen izquierda, entre las
localidades de Ariño y Albalate del Arzobispo, en término municipal de esta
ultima.
Para llegar hasta allí debemos salir en dirección a Andorra. Desde
allí tenemos dos opciones, o bien tomar la pista minera hacia Ariño, o seguir
en dirección a la villa del Arzobispo. Nosotros nos decidimos por la ruta Ariñense,
pues ese camino nos permitia atravesar los estrechos del Martín, aguas abajo
del afamado balneario, unos paisajes realmente fascinantes. ´
El
lugar donde esta enclavado el balneario de Ariño es idílico. El río rasga la
Sierra de Arcos, provocando en ella una herida longitudinal que dibuja un valle
fértil rodeado de grandes elevaciones montañosas. A la derecha, laderas
escarpadas de bellas formas, invadidas de pino carrasco. A la izquierda,
paisajes áridos y empinados vestidos de bajo matorral.
Al final de la angosta vega de la “Casa de Baños”, cuando la
llanura comienza a ganar terreno a la montaña, sobre un promontorio rocoso de
aglomerado, se yergue orgulloso el Santuario. Herido en su envoltura, pero
desafiando a la gravedad y a los elementos. Es increíble el lugar elegido para
su construcción. Siempre es sorprendente encontrar un edificio de estas
dimensiones suspendido sobre la roca.
Aparcamos el coche bajo la fachada Sur de la construcción. Ojiplático,
observé con detenimiento las arcadas que sujetan los deteriorados muros de la
hospedería. Mi experiencia en las lides exploratorias, me dice que los lugares donde se construían las
ermitas o santuarios en el Medievo y la edad moderna no se escogían por
casualidad. Entonces, ¿Por qué esa atalaya rocosa en concreto?
La respuesta la encontré en la WEB del Centro de Estudios de
Andorra, en ella nos indican que “El pasado más remoto del edificio parece
estar relacionado con una fortaleza anterior, primero musulmana y después
cristiana, vinculada al poblado desaparecido de Arco (ubicado al pie del
promontorio). En un manuscrito del siglo XVII se apuntaba que fue la parroquia
de esta población, llamada Arcos de Almazán y que su rector era el titular de
la parroquia de Ariño.
Subimos de nuevo al vehículo y nos dirigimos a la explanada
existente en la cara norte del complejo, donde existen unos edificios de
servicio modernos, probablemente construidos con el fin de servir de plataforma
logística en los encuentros romeros que
se realizan en este santuario. Antes de llegar a la explanada, a nuestra
izquierda, un pequeño eremitorio alberga un bellísimo peirón coronado por una
cruz, un peirón que nos recuerda que estamos entrando en territorio de culto
católico. El domingo del Rosario, dos semanas después del de Resurrección, se
celebra una multitudinaria romería al santuario, a la que acuden vecinos y
vecinas de Ariño y Albalate. Una extraordinaria jornada de convivencia entre
dos poblaciones que comparten devoción por la Virgen de Arcos.
Tomamos la cuesta que sube hacia el Santuario. A nuestra derecha
dejamos una cuidada fuente donde un lugareño se afana por llenar tres enormes
garrafas. Pasamos bajo una arcada de medio punto de nueva construcción,
probablemente de la segunda mitad del siglo XX. Lo preside una hornacina con
una bella talla de la Virgen. Los muros, construidos en tapial, y la
carpintería de la hospedería están muy deteriorados, apuntalados por unos
contrafuertes de ladrillo bastante llamativos que afean en demasía el conjunto. Nos asomamos a la puesta principal de
la Ermita, pero para nuestra desgracia tan solo pudimos contemplar el patio, el
resto del edificio estaba cerrado, y no había reja alguna que permitiese ver su
interior.
Según
leí de nuevo en la WEB del CELAN, “el interior del templo, fabricado en
ladrillo y mampostería, está decorado
con yeserías y estucos con motivos geométricos y vegetales, pintados en colores; los muros y columnas están
revestidos con un arrimadero de azulejos.”
Nos
asomamos al vacio por la cara sur del complejo, es un paisaje impresionante. Un
lugar cuya posición estratégica es determinante para frenar el avance de las
tropas venidas del norte. Probablemente una pieza más del entramado defensivo
que la Taifa Valenciana del Rey Lobo tejió en nuestro territorio para intentar
frenar el avance del Reino aragonés.
Escucho
una vez más los sonidos de la naturaleza, la tranquila quietud de un paisaje
sorprendente, y pienso, “Una vez más, los lugares en los que se construían los
edificios de culto no se eligieron por casualidad. Principio de economía,
construir donde ya existían estructuras anteriores para poder usar sus
materiales constructivos.”
Volveremos
el domingo del Rosario de 2020 para poder ver el interior del templo. No nos
quedaremos con las ganas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario