PRONOSTICO
“Es error el pensar que no pueda un hombre perecer por el
afecto melancólico-maniático, porque dado que este mal, siendo solitario, esto
es, de por sí solo, no sea mortal; pero lo es muchas veces por los adherentes
que inevitablemente se le allegan. Si el rey no tuviera otra cosa que vencer
que este afecto melancólico, fuera larga
la carrera de su mal, pero la pasaría con firmes esperanzas de salir bien de
ella; mas como en su Majestad no es solitaria la melancolía, sino acompañada de
varios adherentes que se le juntan, de ahí nace el que sea enfermedad peligrosa.
La circunstancia de despertar después de un largo sueño con turbación y mayor agitación
de la mente, arguñe en el humor atrabiliario una acrimonia maligna y no sujeta
a acoccion, por donde es señal de ser la melancolía peligrosa”
Este texto es un extracto del diagnostico incluido en los
discursos que Don Andrés Piquer Arrufat, médico de cámara de su Majestad el Rey
Felipe VI, escribió sobre el estado de salud del Monarca, sobre la enfermedad
que padecía.
Fernando VI, pese a ser apodado “el Prudente” o el justo, en
el final de su vida enloqueció, su salud mental fue un quebradero de cabeza
para los médicos de la corte, pues no había día que el Borbón no fuese el protagonista:
“Durante ese tiempo se mostró
agresivo —«tiene unos impulsos muy grandes de morder a todo el mundo», escribió
el infante Luis a su madre Isabel de Farnesio— y para calmarlo le
suministraban opio;
intentó suicidarse en varias ocasiones y pidió veneno a los médicos o armas de
fuego a los miembros de la guardia real; jugaba a fingir que estaba muerto o,
envuelto en una sábana, a que era un fantasma. Cada día estaba más delgado y
pálido, lo que se unía a la dejadez en su aseo personal. No dormía en la cama
sino sobre dos sillas y un taburete” WIKIPEDIA.
Todos esos devaneos psicológicos,
esas continuas salidas de tono, esos arrebatos suicidas… los vivió en primera
persona su médico de cámara, Don Andrés Piquer Arrufat.
Andrés Piquer, tras cursar sus
estudios en Valencia, tras formarse, ganándose
una gran reputación, en el Hospital General de la capital del Turia, fue
reclutado en 1751 por el Marques de la Ensenada como medico de cámara supernumerario
de Fernando VI. El Monarca falleció en 1759. Ocho años de duro trabajo, ocho
años tratando la enfermedad mental del Rey y los problemas respiratorios de la
Reina Doña Barbará de Braganza, que fallecería en 1758.
Precisamente fue ese último año
el más duro para el monarca. La muerte de su esposa acrecentó su rápido deterioro
mental, lo que supuso un verdadero reto para Don Andrés Piquer. Un reto y una
oportunidad para estudiar las consecuencias de las enfermedades mentales en el
ser humano, independientemente de su condición o posición.
Aquel reputado doctor, que llego
a ser Vicepresidente de la Real Academia Medico-Matritense era nacido en
Teruel, fornolense para más señas. Fue allí, en la localidad matarrañense,
donde Don Andrés vio por primera vez la luz del sol. En una casa, ya
desaparecida, sita en la calle Rectoría numero 3.
Pese a que la casa sucumbió al paso
del tiempo, los vecinos de Fórnoles todavía recuerdan hoy el lugar donde estaba
ubicada. El sitio exacto donde vino al mundo el que sería su vecino más
ilustre, su vecino más reconocido por la medicina internacional de la época.
DON ANDRES PIQUER ARRUFAT, UN
TUROLENSE ILUSTRE.
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