" Cada salida, es la entrada a otro lugar"

Este blog pretende transmitir la belleza y peculiaridad de lo cercano, los lugares que nos transportan en el tiempo y en el espacio. Rincones de nuestra geografía más próxima que nos dejan sin aliento o nos transmiten una paz necesaria en momentos de dificultad. Espero contribuir a que conozcamos un poquito más dichos lugares y a despertar la curiosidad del lector para que en su próxima salida, inicie la entrada a otro lugar... un lugar al que viajar sin necesidad de sacar billete.

sábado, 23 de noviembre de 2024

CUEVA DE LAS BRUJAS (Cantavieja)

 AHP Huesca - Procesos

ES/AHPHU - J/000312/0014 - Proceso contra Boneta "la Gasca", acusada de hacer enfermar y ladrar a dos niñas de doce y trece años en Huesca, tras pasar la mano por sus caras. Año 1575.

Este es uno de los muchos expedientes sobre brujería que encontramos en DARA (Documentos y Archivos de Aragón). El infausto recuerdo de la Santa inquisición y sus numerosos procesos contra supuestas brujas, también fue una constante en el medievo aragonés.

Desde mujeres que hacían enfermar a niños hasta su muerte, que embrujaban a muchachas, que lanzaban hechizos y maldiciones, hasta este extraño caso contra Boneta “la Gasca”, que según los denunciantes hacia ladrar a niñas.

La caza de brujas fue un terrible genocidio, cometido al albor de envidias, rencores, odios e ignorancia, que supuso la muerte en la hoguera de decenas de mujeres en toda la Europa occidental. Muchas de ellas tan solo eran poseedoras de los grandes secretos medicinales de la propia naturaleza.  Aragón no fue una excepción.

Nuestra toponimia está impregnada del recuerdo de aquellos trágicos acontecimientos, y muchas de nuestras leyendas giran alrededor de aquellas “demonólatras” objetivo de los inhumanos inquisidores, verdaderos adoradores del demonio.

Nuestra protagonista de hoy recuerda a aquellas mujeres mentadas como brujas. Según las leyendas del lugar, en la Cueva de las Brujas de Cantavieja, se reunían estas temidas nigrománticas en vistosos aquelarres. Lo curioso de este espectacular enclave geográfico, es que cercano a él encontramos la masía de la brujera, incluso, según los mapas, la propia partida se llama también brujera. ¿Cómo no íbamos a visitar este mágico lugar?

Una húmeda mañana, pertrechado de enormes dosis de magia blanca (por si las moscas), puse rumbo a esta gruta natural a la que la mística húmeda atribuye negras leyendas.







Desde mi localidad, siempre existe debate sobre el mejor camino para llegar a Cantavieja. Si hablamos de la ruta más rápida, la carretera de Mas de las Matas, Castellote, Bordón, Olocau y Mirambel, es sin duda la mejor opción. Si por el contrario te gusta conducir, te gusta disfrutar de carreteras sinuosas y paisajes únicos, la opción de la “Silent Route” es tu opción.

En mi caso primó la rapidez, así que fue la opción castellotana la que elegí para llegar hasta la capital del Maestrazgo. Ojo que esta ruta no anda falta de paisajes maravillosos, están, pero siendo honestos, la ruta del silencio, la carretera del “Caimán”, es otro nivel.

La autonómica A-225 transcurre en la mayor parte de su recorrido por territorio templario. El Mas con su esbelta torre,  Castellote con su castillo templario y su histórico túnel, los bellos paisajes del embalse de Santolea, hoy necesitado de recurso hídrico, Bordón y su majestuosa parroquia, Aloca, con los restos de aquel castillo propiedad real,  Mirambell, uno de los pueblos más bonitos del mundo y la magnífica atalaya donde se asienta Cantavieja vista desde lo más profundo del barranco por el que discurre el rio.

No llegamos a penetrar en el casco urbano cantaviejano, tras los dos miradores que dejamos a la derecha, una pista asfaltada serpentea hasta el rio de nuevo en dirección a Tronchón, es ese el camino que tomamos para asaltar la Cueva de las Brujas. En esta época del año, todos los cauces de montaña son una maravillosa paleta de colores donde combinan los verdes intensos de las húmedas mañanas y los ocres del otoño.

Al atravesar el rio y comenzar a ascender hacia la ermita de San Cristobal, distinguí un edificio de piedra con una era empedrada frente a él que llamo mi atención. Las piedras dibujaban un precioso circulo, y en el centro había una circular de gran tamaño que parecía una rueda de molino. Desconozco cual era la función de esa edificación. Los pastores eléctricos me impidieron acercarme más a él.

Tras una sinuosa ascensión llegamos a la ermita de San Cristóbal, un complejo eremítico de gran belleza con un peirón espectacular. Se encuentra en un cruce de caminos, ya cercana al paraje de la brujera. ¿Para contrarrestar a las fuerzas demoniacas? Allí nos desviamos a la izquierda, por otra pista asfaltada con el firme hecho un desastre, en la que la señalética indica Teruel.

Dejamos a la derecha la masía denominada en los mapas “la brujera” y frente a una pequeña cata de arcilla, a la izquierda de la pista, aparcamos el vehículo. Unos metros más adelante, a la derecha, un camino asciende ladera arriba. Los pastos están vallados, pero la valla está abierta en este camino.

El primer tercio de la ladera Sur de la Muela, combina pastos y bosque bajo. El camino discurre por estos paisajes hacia el Este en permanente ascensión. Decidimos atajar y subir campo a través hacia el roquedo donde se encuentra la cueva. A esas altitudes y con esas pendientes el pecho comienza a silbar, pero la línea recta era la ruta más rápida.

Posteriormente a la visita, una vecina de Cantavieja nos dijo que tanto la masada como la partida no se llamaban Brujera, sino Bajera. Lo confirman las primeras planimetrías de la zona. Imagino que en la transcripción de las planimetrías al mapa definitivo hubo un error, y la Bujera se convirtió en Brujera por su proximidad con la Cueva de las Brujas. ¿Y por qué Bujera? Pues lo más lógico es que dicho nombre responda a la propiedad de aquellas tierras, pues allí se encuentra el Mas de Buj.

A mitad de camino, una vez superada la primera pared de piedra de la ladera, algo llamo poderosamente mi atención. El suelo estaba repleto de conchas fósiles de tamaños muy variados. Pregunté a nuestro amigo y geólogo de cabecera Luis Moliner, que me dijo que ese terreno pertenece a la Formación Mosqueruela, que es marina y de poca profundidad. Plataforma somera submareal o intermareal.  El fondo estaba expuesto al oleaje y las mareas, por eso se depositaban allí las conchas.

Continuamos la ascensión admirando las maravillosas vistas que se disfrutan desde allí. Las nubes bajas, asidas al macizo del Cuarto Pelado, y los verdes intensos, consecuencia de la humedad de la mañana, resultaban un verdadero espectáculo.

Finalmente, tras atravesar unas cuantas balmas, llegamos a los pies del risco donde se sitúa la cueva. Hay una sirga amarrada arriba para vencer el ultimo escollo, pero no es tramo demasiado peligroso. Al subirlo nos desplazamos unos metros a la izquierda y ante nosotros tenemos la majestuosa oquedad de la cueva de Las Brujas.

La gruta principal, la que podemos distinguir desde la entrada, no debe llegar a los quince o veinte metros de profundidad, una altura de cuatro o cinco metros y una anchura de otros cuatro o cinco. Poco espacio para un aquelarre numeroso y alrededor de una hoguera. Lo sorprendente es que al final de la misma, a ras de suelo, encontramos el inicio de una gruta mucho mas pequeña que se introduce en las entrañas de la montaña. Caminé por ella mientras nos pareció seguro con los elementos de protección que llevábamos, pero cuando el firme comenzó a estar húmedo, decidí no continuar. Había avisado telefónicamente de que entraba, pero era mejor no arriesgar más yendo solo. Volveré acompañado para comprobar la profundidad de la gruta y si existe alguna cámara en su interior.

El tramo recorrido era un largo pasillo pétreo con el suelo lleno de rocas desprendidas de su parte superior. No puedo decir cuantos metros me introduje en aquella caverna, pero calculo que pudieron ser un centenar. Esqueletos de cabra montesa, restos de alguna fogata, murciélagos… nada que relacionase aquella cueva con antiguas hechiceras. Su morfología es propicia para inventar oscuras leyendas, pues ya desde antiguo algunas cuevas se han considerado puertas al infierno.



“Algunas grutas o cuevas que también se han considerado puertas al infierno son la cueva Coricia, en una ladera del monte Parnaso, cerca del santuario del dios Apolo en Delfos, o las cuevas del cabo Ténaro en Grecia. La boca al infierno por excelencia en Occidente se identificó con la cueva de la Sibila en Cumas, cerca del lago Averno, lugar donde vivían estas mujeres que podían profetizar el futuro. En la Eneida de Virgilio, el príncipe troyano Eneas, guiado por la Sibilia de Cumas, entra en la cueva para acceder al reino de Hades”

El viaje de las almas al mas allá: El infierno de los negros (David Hernández de la Fuente)

Salí de la cueva y tras confirmar mi salida por teléfono móvil me asomé al acantilado. Las vistas desde aquella guarida son espectaculares. Volveré, y lo haré acompañado. No solo por recorrer la inhóspita gruta que se adentra hacia el corazón de la Muela Monchén, también para compartir la majestuosidad de aquellos paisajes. Solo hay una cosa que puede mejorar aquellas vistas, las miradas cómplices ante tan magnifico espectáculo. El disfrute compartido.

Cueva de las Brujas de Cantavieja, te recordaré y te admiraré siempre.

jueves, 26 de septiembre de 2024

LA CENTRAL ELËCTRICA "MAESTRAZGO"

Ya todos conocéis mi enfermiza admiración por todo aquello que se extiende más allá de la Azud de Abenfigo hacia el alto Guadalope y el rio Pitarque. Adoro cada rincón de esa bella tierra.


De todas formas, si me obligáis a concretar, es desde el barranco de Dos Torres al barranco de la Cueva Muñoz, donde toda la bioquímica de mi cuerpo sufre una reacción en cadena que provoca en mi agitado espíritu una sensación de paz, bienestar y felicidad, carente de explicación científica.

Y es extraño, pues lo lógico es que ese sentimiento de pertenencia, ese apego emocional, se despertase en Pitarque, pues por mis venas corre sangre pitarquina. Sin embargo, pese a la inmensa belleza de los paisajes que rodean el pueblo de mis ancestros, mis chacras no se alinean de igual forma que lo hacen en el momento que dejo atrás la desaparecida localidad de Santolea y me adentro en el cauce del padre Guadalope aguas arriba del cabezo de la ermita de Santa Bárbara.

Elías Teres, ilustre arabista del siglo XX, consideraba que el río Guadalope se correspondería con el mencionado por el geógrafo andalusí Yaqüt (1179-1229), en su obra El Libro de los Países, del año 1228. Citó el río “Wadl-l-Lawh” (Río de la Tabla), del que decía que constituía una comarca rural de Zaragoza. Sabiendo que hasta el siglo XIX las navatas descendían el cauce de este rio hasta el puerto de Castelserás, el nombre de Wadl-l-Lawh le viene ni que pintado. Sin duda es la opción más plausible.

Precisamente son las aguas del Rio de la Tabla (Guadalope), las que accionaban las turbinas fabricadas en Suiza, y que eran el corazón de nuestra protagonista de hoy. Protagonista cuyo “corazón” funcionó hasta hace muy pocos años.

Este magnífico edificio sito en la margen izquierda del rio Guadalope, en un espectacular desfiladero labrado por sus aguas entre las bellas alturas de las Carcamas y el Este del cabezo de Santa Bárbara, no siempre fue fábrica de electricidad, lo que es seguro es que siempre fue importante en el tejido social e industrial de los pueblos de Ladruñan y Santolea.



Amanecía el cielo encapotado, algo poco habitual en las jornadas de agosto. Hasta el clima se coliga conmigo cuando decido visitar el vasto territorio de las hoces. No cabe duda que la relación de esos paisajes conmigo va más allá de lo entendible.

Carretera de Berge, carretera de Molinos a Seno, carretera de Cuevas, Carretera de Dos Torres y por ultimo carretera de Santolea a Ladruñan, esas fueron las vías de comunicación que nos condujeron al lugar donde se encontraba nuestro objetivo.

Resulta desolador ver el estado actual de los tres vasos del embalse de Santolea. Apenas quedan 8 hectómetros cúbicos de reservas, y la situación del embalse de Calanda no es mucho mejor. Vivimos tiempos difíciles en cuanto al necesario recurso hídrico.

Siempre que circulo junto al despoblado de Santolea, empatizo con aquellos vecinos y vecinas que se vieron obligados a abandonar su pueblo sin que este fuese inundado. Y los responsables de aquello, no contentos con eso, además les hicieron sufrir la desgarradora agresión de ver como sus casas, sus recuerdos, sus sentimientos, sus emociones… eran voladas por los aires sin miramiento ni compasión alguna. No le desearé ningún mal al cerebro que estuvo detrás de todo aquello, pero tampoco ningún bien.


Antes de pasar bajo al acueducto de la imponente acequia que discurría camino de las ricas huertas de Santolea, giramos a nuestra izquierda para avanzar medio centenar de metros hasta aparcar nuestro coche en un campo trillado, sobado en exceso por los neumáticos de los amantes de la pesca.

Desde allí nos dirigimos andando hacia la orilla de lo que en años pluviosos debería ser la lámina de agua del embalse del Puente de Santolea. Hoy, el fango seco ya está cubierto de una espesa capa de herbáceas de verde intenso que todavía no impiden el paso al ser humano. Me alegró ver que el barranco de Cuevas mantiene al menos un mínimo caudal. Son muchos los barrancos y manantiales que han perdido hasta la última gota.

Las llamadas Carcamas de Ladruñan son espectaculares. Ya despertaron esa sensación de monumentalidad y sacralidad en nuestros antepasados prehistóricos, que decidieron pintar varios de sus abrigos para inmortalizar imágenes de su día a día. Son grandes paredes de roca gris y rojiza, elevadas centenares de metros sobre el cauce del rio, decoradas con el manto intermitente de bosque mediterráneo y luciendo formas geológicas extraordinarias.


Ascendimos la margen izquierda y al fondo ya pudimos distinguir las paredes de mampuestos y sillares del antiguo molino del Cantalar. Fue el 19 de enero de 1922 cuando se publicaba en la Gaceta de Madrid la concesión a Rafael Amela Jimeno, representante de la empresa Eléctrica Morellana, de 2900 litros para la producción de energía eléctrica. Eléctrica Morellana, germen de Electra del Maestrazgo, había llegado a un acuerdo contractual con los propietarios del molino para su aprovechamiento como generador hidroeléctrico, compaginando ambas actividades.


No tenemos constancia de la fecha exacta en la que se construyó el molino, tan solo está referencia documental:


1.1. Código de referencia

ES/AHPZ - J/013501/000005

1.2. Título

Autos da denuncia del procurador de fray Romualdo Dolz, Comendador de Castellote, contra el prior de la cofradía de Santa Bárbara de Ladruñan, sobre que no que prosigan la fábrica del nuevo molino.

1.3. Fecha(s) 1771

Dado que ya existía un molino propiedad de la Orden en el núcleo urbano de Ladruñan, entendemos que esta infraestructura proyectada por la cofradía de Santa Bárbara sería la del Cantalar. Lógicamente, contaba con la oposición del Comendador, pues la puesta en servicio de este nuevo molino restaba clientela al de la encomienda y además los sanjuanistas dejaban de controlar la producción del municipio.

El molino estuvo en servicio desde entonces. Consta documento de 1832 de alquiler del mismo por 6 años, y en 1897 era Don Francisco Julve Alcañiz el encargado de la molienda. Mención aparte merece la historia de la familia de Ramón Corbatón y María Carod, que se hicieron cargo de la central apodada Maestrazgo a partir de 1925. Varias generaciones convivieron alrededor del trigo y la electricidad en este edificio cargado de experiencias vitales. Bodas, nacimientos, accidentes, minusvalías, asaltos de la Agrupación Guerrillera de Levante y Aragón… incluso ahogamientos masivos de jabalíes que frenaron la producción.

Parte de esa historia esta relatada en el siguiente enlace:



El edificio es de planta rectangular, con el tejado a dos vertientes. En la fachada principal encontramos una gran puerta en el centro coronada por un pequeño ventanal redondo. Al lado del rio distinguimos cuatro ventanas, y bajo ellas el canal de evacuación del agua ya turbinada.

Atravesamos la raída puerta. Todavía están allí las antiguas turbinas, aunque hoy el suelo está cubierto de fango seco. Una revista de accesorios de motos depositada en el suelo, una señal de extintor o el timbre anclado a la pared son prueba fehaciente de que no hace tanto tiempo que esta vieja central estaba en activo. Entre el vandalismo y el aire han destrozado las ventanas que se abren al cauce del Guadalope, cuyos cristales están esparcidos sobre la arcilla seca.



La techumbre se mantiene en buenas condiciones. Vigas de madera se asientan sobre una elaborada estructura de hierro. Al fondo de la sala unas pequeñas escaleras de acceso a unos cubículos cuyo uso desconocemos. Y sobre ellos un altillo.

Da respeto circular por el interior, pues apenas se aprecian las trampillas de las canalizaciones subterráneas. Lo que si se mantienen son las tuberías por las que el agua en su caída impactaba violentamente contra la turbina para provocar su movimiento.


En el exterior apreciamos las ruinas de una vieja construcción, imaginamos que el antiguo hogar de los vigilantes y mantenedores. Seguimos la canalización soterrada ladera arriba, hasta el canal que discurre unos metros más arriba del edificio y que tiene su origen en una azud ubicada camino del Puente Natural. Por desgracia el canal esta en pésimas condiciones, algún tramo entre la central y la Algecira está completamente derruido.

El molino del Cantalar, la central Maestrazgo. Ojala no corra la misma suerte que las casas de Santolea, aunque parece la más probable. Ojala algún intrépido emprendedor vea en estas cuatro paredes de pavimento acuoso algún negocio u oportunidad original que le dé una segunda vida.



Ladruñan, un placer sentirte de nuevo.