" Cada salida, es la entrada a otro lugar"

Este blog pretende transmitir la belleza y peculiaridad de lo cercano, los lugares que nos transportan en el tiempo y en el espacio. Rincones de nuestra geografía más próxima que nos dejan sin aliento o nos transmiten una paz necesaria en momentos de dificultad. Espero contribuir a que conozcamos un poquito más dichos lugares y a despertar la curiosidad del lector para que en su próxima salida, inicie la entrada a otro lugar... un lugar al que viajar sin necesidad de sacar billete.

jueves, 10 de septiembre de 2015

Morella y San Vicente Ferrer




Pasear por Morella no solo es un placer para nuestros sentidos, es también un encuentro mágico y maravilloso con su historia, con el patrimonio histórico que, aun hoy, nos recuerda la importancia de esta bellísima población en tiempos pasados. Por las puertas de sus murallas pasaron grandes ejércitos, jerarcas eclesiásticos, el Cid, reyes musulmanes y cristianos, judíos, cataros, santos, grandes nobles, ilustres generales…

En 1231 Don Blasco de Alagón se hace con el control de esta codiciada plaza, y Jaime I “El conquistador”, pese a que le había prometido al noble aragonés el control sobre todas las poblaciones y castillos que él conquistase, pide la propiedad de la misma para la Corona dada su importancia y su majestuosidad. Dura negociación mantuvieron el Rey templario y el noble de Alagón hasta llegar a un acuerdo que satisfizo a las dos partes.

Morella es sinónimo de monumentalidad. Hablar de Morella seria hablar de su castillo, de sus palacios, de sus monasterios y conventos, de su preciosa iglesia, de sus murallas, de su acueducto… pero existe también una curiosidad que muchas veces pasa desapercibida al visitante, la sorprendente leyenda de San Vicente y su visita a Morella.

Aquí la teneis relatada en su blog por otro explorador, por un viajero inquieto, por “Pasajero 56”:

“Paseando por la hermosa y monumental Morella nos encontramos en la calle de la Virgen una casa, conocida por el nombre de Rovira, en la que se aprecia unos azulejos que hacen referencia a un milagro que en esta ciudad hizo San Vicente. La leyenda dice que en el año 1414 San Vicente se alojó en esta casa de Morella en su viaje a Peñiscola para reunirse con el papa Benedicto XIII (Papa Luna) y el rey Fernando I y hablar del final del Cisma de Occidente, cuya reunión por cierto terminó sin éxito por la negativa del papa Benedicto a abdicar. La mujer de la casa donde iba a alojarse el santo, preocupada por no tener nada que ofrecerle para comer preguntó a su marido qué podía preparar de comida al santo. El marido le contestó que lo mejor que encontrara. La mujer, enloquecida, pensó que lo mejor y más preciado era su amado y único hijo. La mujer en su ataque de locura y en ausencia del marido, mató a su propio hijo de seis meses y lo guisó, como si fuera un cordero, para ofrecérselo a San Vicente. Incluso, para probar si el asado estaba en su punto, la mujer arranco un dedo de su hijo.
Cuando se disponían a comer, el santo se dió cuenta de lo sucedido y, cogiendo los trozos del niño, en medio de sus plegarias, los juntó de nuevo y le resucitó, devolviéndoselo sano a sus padres, aunque eso si, sin el dedo que la madre le había arrancado. Ahora esa placa recuerda el hecho, al igual que un cuadro expuesto en el Museo de Bellas Artes de Valencia del pintor Gaspar de la Huerta refiere este milagro.”
 


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