Alimentado por los ríos Guadalope y Bergantes, que unen sus
caudales unos metros aguas arriba de la cola del Embalse. Rasga en toda su
longitud las sierras del Caballo y La Ginebrosa, convirtiéndose así en la
división geográfica de estos dos grandes macizos montañosos. Ese emplazamiento hace del embalse un lugar
de bellos contrastes entre el valle y las grandes alturas que lo rodean.
Finalizada
su construcción en 1982, su principal función es abastecer de líquido elemento
a la térmica de Andorra, que mediante un complejo sistema de bombeo, sacia su
sed gracias a las aguas de este pantano. Su construcción también supuso la
ampliación de regadíos aguas abajo de su presa, convirtiéndose también en este
nuevo siglo, gracias a la construcción de una estación de tratamiento, en el
suministrador único de agua potable de más de 20000 personas en el Bajo Aragón.
Desde su
puesta en servicio las dudas sobre su seguridad han sido una constante en las
conversaciones de los bajoaragoneses. El hecho de que se optara por un sistema constructivo
de escollera, sabiendo que una de sus funciones era laminar las avenidas del
rio Bergantes, quizá el rio mas “Bravo” de la margen derecha del Ebro, siempre
ha sido motivo de controversia.
Uno de los
mayores alicientes de este almacén de agua, es que no es un rincón perdido
entre montañas, sino que es zona de paso entre el inmenso plano de Calanda y
Alcañiz, y la depresión de Mas de las Matas. Dos de las grandes cumbres
bajoaragonesas escoltan las aguas del embalse, La Tarayola sobre su cola, y el
Morrón de la Tolocha sobre el lugar en el que el pantano abandona las
estrecheces.
Morrón de la Tolocha
El abrupto
paisaje de esta zona ha propiciado que durante cientos de años haya sido
elegido como el lugar ideal para emplazar las infraestructuras hidráulicas necesarias para regadio. En
años en los que el embalse esta en cotas bajas, se puede visitar la antigua
presa de Don Juan de Villanueva, proyectada en el siglo XVIII, pero nunca
terminada, y los complejos sistemas de acequia, muchos ellos de origen mucho más
antiguo.
Presa de Don Juan de Villanueva
Mención
especial merece un paisaje único, visible tan solo cuando las aguas no inundan
la cola del embalse, se trata de una inmensa pared de roca de aproximadamente
200 metros, que “llora” por diferentes caños el liquido elemento, entregándolo
al río para que se mezcle con sus aguas. Recibe el nombre de “Los Fontanales”.
Los Fontanales
La garganta
construida por el Guadalope al dividir las sierras del Caballo y La Ginebrosa,
ha tenido una importancia estratégica capital a lo largo de la historia, pues suponía
uno de los pocos pasos existentes en la muralla natural que formaban estos dos
macizos montañosos con la depresión del antiguo poblado de Camarón, y por ende
con el cauce del rio Bergantes, el paso más rápido hacia la codiciada ciudad de
Morella. El emplazamiento de Castiel, el despoblado de Buñol, el castillo de
Foz Calanda, la atalaya de Valdenuez, y los castillos de Alcorisa, Berge y
Molinos invitan a pensar en un elaborado entramado defensivo encargado de
proteger el acceso al alto Guadalope.
El embalse de Calanda se ha
convertido en uno de los rincones favoritos de los vecinos de la zona. Su
belleza paisajística, su pesca y el hecho de que disponga de grandes zonas de
baño de fácil acceso, lo han convertido en un perfecto lugar de esparcimiento y
diversión muy frecuentado. Lástima que muchas veces esas saludables excursiones
conviertan un bello rincón en un basurero. CIVISMO por favor.
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