lunes, 15 de junio de 2015

"CUANTO MAS VEMOS LAS COSAS, MENOS LAS MIRAMOS"



En infinidad de ocasiones, en nuestros paseos por el campo, nos encontramos elementos arquitectónicos habituales en los que ni siquiera nos fijamos.

Damos por hecho que calzadas, pequeños refugios agrícolas, masadas abandonadas, pequeñas balsas… son elementos sin importancia de los que hay a cientos diseminados por nuestros términos municipales.

Pero en ocasiones, cuando esos pequeños refugios agrícolas, cuando esas calzadas que sujetan el firme vegetal que da sustento y alimento a los cientos de árboles frutales de secano que pueblan el territorio, cuando esas balsas que almacenan el liquido elemento que da de beber a nuestras huertas… tienen como compuesto constructivo piedras labradas a golpe de cincel, puede significar que aquellos sillares o sillarejos, que aquel rompecabezas pétreo, ha sido reutilizado de otras construcciones mucho más antiguas e importantes.

La lógica nos dice que aquellas piedras con formas milimétricas, esculpidas con tesón, con mucho trabajo, con delicadeza y con una sabiduría extraordinaria no fueron construidas para lugares modestos en los que en ningún caso es necesaria tanta complejidad arquitectónica.

Por eso, yo os invito a que en vuestras salidas, en vuestras exploraciones, os fijéis en esas construcciones artificiales modestas que ya se han mimetizado con el paisaje, las miréis con detenimiento y con el ojo entrenado de una persona observadora. 

Puede que alguno de estos modestos elementos guarde alguna sorpresa. Inscripciones, fechas, escrituras, marcas de cantero, símbolos… es posible que ese viejo refugio de piedra junto al que hemos cogido olivas o almendras durante años, y en el que apenas nos hemos fijado, puede contener pistas sobre civilizaciones pasadas, sobre acontecimientos históricos, sobre el olvidado pasado. 

Y más si esta cerca de antiguos yacimientos arqueológicos, pues estos, eran la mejor cantera para nuestros antepasados.


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