De territorio íbero
a la muerte de Pelegrín de Atrosillo
Los próximos
números de ‘Explorador de proximidad’, poco tendrán que ver con la idea
original por la que nació esta sección. Durante este 2015 nos convertimos en
‘Explorador de la historia alcorisana’. A aquellos a los que la historia no les
llena, mis disculpas. Espero volver a encontraros en las aventuras de 2016. Y a
aquellos a los que les apasiona la historia del lugar en el que viven tanto
como a mí, disfrutadlo como yo lo he hecho. GRACIAS.
Los expertos datan el primer
poblamiento íbero de la peña de San Juan alrededor del siglo II-I A.C. Ese pudo ser sin duda el germen
de la Alcorisa actual.
Vista aérea de la peña de San Juan
Se conocen numerosos poblamientos íberos anteriores a esa fecha. Uno de ellos está muy próximo a la peña de San
Juan, en Figueruelas. Así que podríamos
pensar que el movimiento de población íbera de un lugar a otro se pudo producir
por motivos estratégicos, con el fin de dominar la parte del valle del Guadalopillo
que no se divisaba desde Figueruelas, hasta conectar con el yacimiento ibérico
de El Carrascal, que domina el acceso hacia Berge por el río, el barranco de la
Icesa y el llano del Lecinar, perfectamente visible éste último desde nuestra
peña de San Juan, y el cruce de caminos que ya existía entonces a los pies de
la montaña del Calvario.
En los años 197 y 196 A .C. se produjo una
sublevación generalizada de todos los pueblos indígenas hispanos contra Roma, que había invadido nuestras tierras tras la
II guerra Púnica contra los cartagineses. En un primer momento los ejércitos
romanos sufrieron una derrota aplastante y a duras penas consiguieron
retirarse.
Pudo ser entonces cuando los íberos
armaron sus defensas ante la más que probable venganza romana, eligiendo
nuestra peña de San Juan como lugar de importancia estratégica para controlar
los movimientos del enemigo.
En el año 195 A .C. Roma envió
refuerzos. Un ejército consular al mando del cónsul Marco Porcio Catón, al cual
algunos escritos definen como “el tipo más loco y peligroso de toda Roma”. Este
poderoso ejército, compuesto por alrededor de 70.000 hombres, aplastó la
sublevación. Tan sólo Numancia resistió al poder destructor de los soldados
romanos.
Tras años de duras revueltas y de
cambios estratégicos en la perseverante colonización, finalmente Roma impuso su
ley y sus costumbres a los pobladores originales, consolidando su dominio con
la construcción de importantes núcleos poblacionales y villas dispersas por el
territorio. Desconocemos si el poblamiento de la peña de San Juan fue
abandonado en aquellos años, pero es seguro que sus estructuras fueron
aprovechadas tiempo después.
Existe constancia de la presencia
romana en nuestras tierras. La villa parcialmente excavada a los pies del
Cabezo de la Guardia es buena muestra de ello. Es más, Montserrat Martínez
encontró sobre la peña de San Juan restos de terra sigillata hispánica,
cerámica de origen romano correspondiente a finales del siglo I a.C. Aunque
esto no significa que hubiera pobladores romanos en el lugar, tan sólo prueba
que los pobladores iberos de nuestra peña de San Juan convivieron con los
invasores romanos.
Muchos de los poblados íberos que se
extienden por nuestro término fueron abandonados en la época de dominación
romana. Tan solo existe constancia de que en época medieval, en los siglos XII
y XIII, se hace referencia todavía a un
asentamiento llamado Pitarra. (Imagen 2, 3 y 4) y que, según dice el libro
‘Historia de Aragón’ en su segundo volumen,
fue entregado por el rey Pedro II de Aragón a Artal, Hijo de Ximeno de
Atrusella, junto el castillo de Foz Calanda en el año 1202. La ubicación exacta
de este asentamiento se desconoce, pero Montserrat Martínez, gran conocedora de
la zona, encontró cerámica medieval en unas masadas próximas a La Foya.
Imagen 2.- Transcripción de documento de 1276 del libro:
"Bullarium Ordinis Militae Calatrava" 1761
Imagen 3... "Catedra Episcopal de Zaragoza"
Imagen 4... Transcripción de la carta puebla de Camarón.
"Documentos ineditos de la Corona de Aragon". 1851
Se cree que fue alrededor del año
466 cuando los visigodos, aprovechando la decadencia romana, irrumpieron en la Península
Ibérica. En Alcorisa no existe constancia de poblamientos visigodos. Es un
periodo “oscuro” de nuestra historia del que apenas se conoce nada, porque poco
se ha investigado sobre ello. Sin embargo, en Berge aparecieron dos
necrópolis visigodas, expoliadas en tiempos recientes, en las proximidades de
la Virgen de la Peña, en el Berchivillo y las Umbrías, en
cuyas excavaciones participo Montserrat Martínez. Los materiales se encuentran
en el museo provincial de Teruel.
Los visigodos dominaron nuestras
tierras casi 300 años. Hasta que en la primavera del año 714 las tropas
musulmanas, que tres años antes habían entrado en la Península Ibérica
provenientes de África, alcanzaron el valle del Ebro. Los musulmanes iniciaron un acelerado proceso de
islamización. Comenzaron por arabizar algunos nombres y habilitar mezquitas. El
proceso de islamización se aceleró gracias a la concesión de enormes
facilidades para todos los que se sumaron a la comunidad musulmana.
Los núcleos poblacionales que en ese momento existían en
nuestro término, desconocemos en qué lugares exactos, se sometieron a los
nuevos señores. Y comenzó una larga época de vasallaje islámico de la zona.
Primero integrados en los dominios del califato de Córdoba, después como Marca Superior
de Al-Andalus con capital en Zaragoza, y posteriormente formando parte de las
Taifas musulmanas.
Es el periodo de las taifas el que mas nos interesa.
Concretamente el reinado de Al-Muqtadir. Fue regente de la Taifa de Zaragoza
entre los años 1046 y 1081, cuando ésta alcanzó su máximo esplendor. De hecho
fue el que ordenó la construcción del actual palacio de la Aljaferia. En el año
1076, Al-Muqtadir consiguió reunir bajo sus dominios las taifas de Zaragoza,
Tortosa y Denia, siendo el rey de Valencia vasallo suyo.
En aquel periodo los cristianos comenzaron a planificar su
expansión hacia el sur y Ramiro I de Aragón hostigaba continuamente a la Taifa
de Zaragoza, aunque una y otra vez sus embestidas eran frenadas por las tropas
musulmanas. Los enfrentamientos con Aragón se recrudecieron. Bajo reinado de
Sancho Ramírez, los aragoneses recibieron por fin el apoyo decisivo del Papa
Alejandro II, que supuso la llegada de refuerzos de otros países europeos.
Al-Muqtadir falleció en el 1082, dividiendo su reino entre
sus dos hijos. Al-Mutaman, sería rey de la Taifa de Zaragoza, y a Al-Mundir le
fue entregada en herencia la taifa de Lérida y Tortosa. No respetaron el
testamento de su padre. Y como ambos querían controlar todo el territorio, se
enzarzaron en una guerra que duraría varios años.
Es entonces cuando la sierra del Caballo o los Caballos se
convirtió en zona de frontera entre las Taifas de Zaragoza y de Lérida y
Tortosa. Estos enfrentamientos pudieron ser el origen de la construcción del
castillo o qal’a de Alcorisa. La línea marcada por las fortalezas de Buñol,
Calanda, Foz Calanda, Alcorisa, Berge y Molinos no sólo fue importante para
frenar el avance de las tropas aragonesas en el siglo XII, también cuando
Al-Mutaman y Al-Mundir guerreaban entre ellos por el dominio de plazas tan
importantes como Castellote, Camarón, Olocau o Morella.
De hecho fue El Cid
Campeador, Rodrigo Díaz de Vivar, el que, al servicio de la taifa zaragozana,
derrotó a las tropas de Al-Mundir, apoyadas por el Condado de Barcelona, en la
batalla de Monzón y Tamarite, primer enfrentamiento armado de los dos hermanos
musulmanes. Tras esta victoria, Al-Mutaman envió al Cid y sus mesnadas a abrir
un camino al mar para su reino por la ciudad de Morella. Es en esa empresa cuando
Rodrigo Díaz de Vivar, su caballo Babieca y su espada Tizona rindieron las
fortalezas de Huesa y Montalbán, para después ir hasta Alcañiz y continuar a
Morella. En la batalla de Morella, que segun algunos investigadores pudo ser en Olocau y según otros en la Pobla de Alcolea, ganó a Colada, su otra espada. Es probable
que el legendario caballero castellano estuviera también en las puertas del
castillo alcorisano en sus correrías por el Bajo Aragón.
Seria una vez estabilizada la zona, cuando es probable que, bajo la protección del castillo, se instalara un pequeño grupo de musulmanes con el fin de explotar las huertas próximas al río,
habitando la alquería que acompaño al castillo los últimos años del Islam en
nuestras tierras, aunque se desconoce su ubicación exacta. Es posible que
se aprovechasen estructuras anteriores.
Las tropas aragonesas se aprovecharon de los continuos
enfrentamientos entre las taifas musulmanas. Y en 1118 Alfonso I el Batallador
tomó Zaragoza. Un año después haría lo propio con el Bajo Aragón, marcando la
frontera en las sierras de la Ginebrosa, el Caballo y los puertos de Beceite.
La orografía y el entramado defensivo existente, en el que se incluía el
castillo de Alcorisa, frenaron el avance de las tropas aragonesas, que no
fueron capaces de consolidar la conquista de los corredores del Guadalope y el
Guadalopillo hasta finales del siglo XII, bajo reinado de Alfonso II y cuando
el Condado de Barcelona ya formaba parte de la Corona de Aragón.
Alfonso II cedió Alcañiz y sus aldeas a la Orden de
Calatrava en 1179 (Imagen 6). El primer legajo que yo he encontrado en el que
se nombra por primera vez Alcorisa y su castillo es de 1187. Se trata de una
Bula Papal firmada por Gregorio VIII en la que concede privilegios a la Orden,
incluyendo Alcorisa y su castillo (Imagen 7). La encontré transcrita en uno de
los libros mas importantes de cuantos me he encontrado en esta intensa
investigación, “Bullarium Ordenis Militae de Calatrava”, escrito en 1761 y en
el que se recopilan todas las bulas y privilegios de la Orden de Calatrava
desde su fundación. (Imagen 8)
Imagen 6... Transcripción del documento de cesión de Alcañiz a la Orden de Calatrava.
"Bullarium Ordinis Militae Calatrava" 1761
Imagen 7... Transcripción del primer documento que yo conozco (año 1187)
en el que aparece el nombre de Alcorisa. "Bullarium Ordinis Militae Calatrava" 1761
Imagen 8... Portada interior del libro "Bullarium Ordinis Militae Calatrava" 1761
Posteriormente vuelven a aparecer, en 1194, Alcorisa,
Pitarra y Val de Nuez en la carta puebla de Camarón, antigua villa situada
junto a Mas de las Matas, donde hoy se yergue la ermita de Santa Flora.
Poco después de 1179, fecha en que Alfonso II cedió Alcañiz
y sus dominios a la Orden de Calatrava, los monjes guerreros arriendan el
castillo de Alcorisa a Don Lope de Albero, primer señor cristiano de nuestras
tierras tras la reconquista. Lope de Albero fue un rico hombre de mesnada,
oriundo de la localidad oscense de Albero Alto, que tenía un ejército a
disposición del rey de Aragón. Así que la cesión de los monjes calatravos del
castillo de Alcorisa a tan ilustre caballero sólo pudo tener como objetivo
asegurar la protección de la plaza conquistada. De hecho, Lope de Albero jamás
fijó residencia en la fortaleza alcorisana.
Posteriormente, en 1218, Lope de Albero cedió el castillo de
Alcorisa como dote a su hija Sancha Lope y a su yerno, Pelegrín de Atrosillo,
que se convertiría de esta forma en el segundo señor del castillo de Alcorisa.
(Imagen 9)
Imagen 9... Parte del documento en el que Don Lope de Albero cede el castillo de Alcorisa a su hija Sancha y a Pelegrín de Atrosillo. Archivo de la Corona de Aragón.
Nuestros dos primeros señores aparecen mencionados en el
‘Llibre dels fets’ de Jaime I “El conquistador”, cuando en 1220 don Rodrigo de
Lizana prendió ilegalmente a Lope en su castillo de Albero trasladándolo al
castillo de Lizana. Pelegrín y su hermano pidieron intervención real ante tal
atropello y Jaime I declaró ilegal la detención de don Lope de Albero. Las
tropas reales sitiaron Lizana, pero Don Rodrigo huyó a Albarracín bajo el
amparo de sus amigos los Azagra. Las tropas reales sitiaron la bella localidad de los Montes Universales,
pero fracasaron.
Pelegrín de Atrosillo y su hermano Gil, señor de Estercuel
(los Atrosillo fueron los que construyeron la primera ermita que se erigió
donde hoy está el convento del Olivar), fueron dos activos soldados a las
órdenes de Jaime I. Ambos participaron en las conquistas de Mallorca, Burriana,
El Puig y Biar, y estuvieron presentes en las Cortes celebradas en Alcañiz en
1250. Es muy probable que en todos estos acontecimientos conocieran al barón
Arnaldo Ballester, participe también en estos hechos, y que curiosamente poseía
el mismo escudo de armas que los Ballester alcorisanos. (Imagen 10) En la
colección archivística de don Luis de Salazar y Castro, que se guarda en la
Biblioteca Nacional, existe una referencia a Don Gil de Atrosillo como alcaide
de Peñiscola, una muestra más de la importancia de esta familia en la época del
Conquistador.
Imagen 10... Escudo del Barón Arnaldo Ballester
Ese espíritu belicoso y los muchos señoríos que tenían los
Atrosillo repartidos por la Corona, supusieron probablemente que no perdieran
tiempo en la repoblación y desarrollo de la pequeña fortaleza de Alcorisa. Por
eso los monjes calatravos, hartos de la poca atención del señor de Atrosillo a
su dominio, decidieron romper el vinculo de Alcorisa con esta familia a la
muerte de Pelegrín.
El de Atrosillo murió en 1271. Poco después los Ballester
irrumpieron en Alcorisa. Según el árbol genealógico de los descendientes de la
familia Ballester, ilustrado en el libro ‘Alcorisa y sus tradiciones’, don
Ramón Ballester y su esposa doña Juana Bernat fueron los primeros Ballester que
llegaron a Alcorisa tras la muerte de Pelegrín.
Pero… ¿residieron los Ballester en Alcorisa a partir de
entonces? ¿Quién fue realmente Ramón Ballester?. Intentaremos resolver esas
cuestiones en el próximo número.
Óscar librado Millán
(Permitidme una vez mas agradecer su ayuda y su colaboración
en esta aventura a Marián Beltrán, Montserrat Martínez, Alberto Librado, Daniel
Millera y Antonio Martínez)
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