“En un lugar de la Plana de cuyo nombre
no quiero acordarme, no ha mucho tiempo que vivían unas monjas eremitas…”
Así podría novelarse esta curiosa historia que todavía sobrevive
en los corrillos alcorisanos. Así podría empezar el cuento de aquellas monjas “secesionistas”
que de un día para otro decidieron convertirse en ermitañas, eligiendo una
pequeña cueva del barranco del Floro como lugar de retiro espiritual.
Cuando son muchos los que recuerdan una historia, suele pasar
que se recuerda de formas distintas. Algunos narradores utilizan recursos literarios para adornar
aquella extraña trama sucedida tiempo atrás. Otros inventan datos para que la
historia no quede coja, dando pie a las contradicciones. Y otros muchos, preceden
sus explicaciones con un “creo” “me parece”…
Esta sorprendente crónica tiene todos los ingredientes para
que en unos cientos de años se convierta en leyenda, tiene la chicha suficiente
para que aquellas monjas ascetas estén en el recuerdo de los “contadores de
historias”.
Fue entre las décadas de los 70 y 80 del siglo XX. Tres
religiosas abandonan el convento para llevar vida eremítica en una pequeña
oquedad rocosa de nuestro Bajo Aragón. Desconozco el tiempo exacto que
estuvieron allí, unos hablan de años, otros de una decena de años e incluso algún
atrevido dio la cifra de los 20.
Tampoco sé porque decidieron abandonar el convento, en esto también
hay versiones diferentes. Unos apuntan a una decisión personal, otros a que
fueron expulsadas por un grave pecado, y por no rendir cuentas ante la familia
decidieron recluirse en la cueva de la que hablamos.
Otro de los misterios que rodean a esta historia es si la cueva
en la que vivían estaba adaptada ya, (Muros, chimenea, puerta, ventanas…) o se
adapto para que ellas.
En lo que todo el mundo coincide es que aquellas monjas
eremitas permanecieron allí, en aquel lugar insalubre, varios años,
subsistiendo con la ayuda de las masías cercanas, de la parroquia de Alcorisa y
cosiendo pañuelos que vendían en la cercana localidad de Andorra. En un primer
momento fueron tres, pero una de ellas abandono el lugar, no se si por reclamo
de la familia o porque no se adapto a esa vida tan “apretada”.
Las otras dos religiosas permanecieron allí mucho tiempo, y
solo el Obispo de Teruel fue capaz de convencerlas de que abandonaran esa vida “incomoda”
que habían decidido llevar.
Aun hoy puede verse lo poco que queda de aquella humilde
cueva en la que vivieron aquellas monjas eremitas. El muro de ladrillo que
cerraba la cueva, la curiosa chimenea, las tripas metálicas de un viejo colchón
y dos dibujos de autor desconocido son todo lo que hoy podemos observar en el
lugar.
Dicha cueva se encuentra en la partida de La Plana, termino
municipal de Alcorisa. En concreto en el barranco del Floro, a unos cientos de
metros de la carretera que une las localidades de Calanda y Andorra.
Historia increíble, historia curiosa, historia extraña...
pero al fin y al cabo historia. En nuestra mano esta que estas curiosas experiencias
vitales que sucedieron en nuestras
tierras tiempo atrás no se olviden nunca.
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