" Cada salida, es la entrada a otro lugar"

Este blog pretende transmitir la belleza y peculiaridad de lo cercano, los lugares que nos transportan en el tiempo y en el espacio. Rincones de nuestra geografía más próxima que nos dejan sin aliento o nos transmiten una paz necesaria en momentos de dificultad. Espero contribuir a que conozcamos un poquito más dichos lugares y a despertar la curiosidad del lector para que en su próxima salida, inicie la entrada a otro lugar... un lugar al que viajar sin necesidad de sacar billete.

lunes, 12 de marzo de 2018

CONVENTO DE SAN MIGUEL ARCÁNGEL (Ladruñan)



LO RECONOZCO... ¡Estoy enamorado!
Teruel es una provincia de contrastes.
Desde el altiplano del río Alfambra, hasta las llanuras hijaranas, pasando por los preciosos Montes Universales, la elegante disparidad de paisajes del Jiloca, las grandes masas forestales y los bellos escarpes del Matarraña, las inmensas hectáreas de frutales de secano y regadío del Bajo Aragón, la fuerza y majestuosidad de las sierras del Maestrazgo y Gudar-Javalambre... En definitiva, Teruel es una provincia dispar en lo paisajístico, pero esa disparidad la hace encantadora.
No lo he visitado todo, pero si una buena parte. Y jamás podría decir que un determinado lugar es más bonito que otro. Todos tienen su encanto, todos tienen sus peculiaridades, todos tienen algo que los hace únicos.
Sin embargo, si dejamos a un lado el arraigo personal al territorio que te vio nacer y crecer, hay lugares en los que nos sentimos especiales. En los que, sin saber muy bien el porque, nuestro cuerpo y nuestra mente se sumergen en un estado de paz interior que no eres capaz de sentir en otro sitio.
Llamadlo fuerzas telúricas, llamadlo chacras, el Yin y el Yang, simbiosis... No sé muy bien como definirlo. Es como si la energía de la tierra tuviese distinta frecuencia según el lugar en el que nos encontramos. Como si  cada uno de nosotros tuviésemos nuestra frecuencia particular, y cuando encontramos el lugar en el que dicha frecuencia coincide con la del terreno, nos encontramos a nosotros mismos, funcionamos a la perfección, acompasados, rítmicos, síncronos... Es el lugar donde encontramos la comunión ideal entre nosotros y el medio que nos rodea. El enclave donde sintonizamos con la madre tierra.
Eso me sucede a mí en las "Hoces del Guadalope". Quizá no es el sitio más bonito, ni el lugar con más fuerza de la provincia, ni la zona con mayor riqueza natural, pero es el sitio donde yo me siento mejor. El lugar que me da fuerza, que recarga mis pilas, que me despeja cuerpo y mente... El lugar donde, si echara raíces como los árboles, decidiría plantarme.










Por eso, toda visita que realizo al territorio comprendido entre el cerro de Santa Bárbara de Ladruñan y los Órganos de Montoro, para mi es una ocasión especial. Una forma, no solo de disfrutar de la proximidad, también de hacer un reset, de deshollinar cuerpo y mente.
En nuestra aventura de hoy, visitamos Ladruñan, concretamente el antiguo convento de San Miguel Arcángel. Es sin duda uno de esos lugares que no dejan a nadie indiferente. Uno de esos rincones de nuestra geografía más próxima que provocan en cada uno de nosotros la sensación de que estamos ante un emplazamiento único, irrepetible. Un lugar  que a lo largo de la historia ha despertado en el ser humano una intensa atracción.
Era una mañana muy fría, heladora. Pese a que hacia un ratito que los primeros rayos de sol iluminaban los tejados de las casas, los pájaros no entonaban melodía alguna. Era tanto el frío que azotaba aquellas indómitas tierras de pasado templario, que incluso los pequeños picudos tenían miedo de que se les congelara la siringe en su trino tempranero.


Había salido de Alcorisa antes del alba, cuando todavía era noche cerrada. Y fue al coronar las inmediaciones de Tablada, cuando ya descendemos en dirección a Dos Torres y Cuevas, cuando los primeros rayos del astro rey me obligaron a usar el parasol del vehículo.
Dejé atrás los ruinosos edificios de Santoléa, pueblo abandonado en la década de los 70 del pasado siglo debido al recrecimiento del embalse que lleva su nombre. La carretera que conduce a Ladruñan, en este último tramo, es sinuosa, de firme irregular, estrecha… impropia del siglo XXI. Sin lugar a dudas seria imprescindible invertir en ella.
Al llegar al pueblo aparqué el coche junto a la pista deportiva existente en la parte alta de la localidad. No sabía exactamente cuál era la calle del pueblo que desembocaba en el camino que subía al convento, pero pensé que todos los caminos iban a Roma. De todas formas, aproveché que una vecina paseaba a su perro, para rogarle que me indicara la dirección correcta.


Tomé la calle que muy amablemente me indico y comencé a ascender hacia el objetivo. Los paisajes de los alrededores de Ladruñan son ásperos, sin apenas masa forestal. Las tonalidades terreras son las que predominan, y tan solo algunos campos de olivos y el gris y rojizo de la caliza,  ponen el contrapunto en la monocromía del paisaje.
Nada mas salir de la localidad ya podemos distinguir la oquedad rocosa en la que, tal como narra Roque Alberto Faci, San Miguel Arcángel rescato a un pastor de la muerte cuando se despeño desde lo alto de la cueva. Roque Alberto Faci era un religioso carmelita oriundo de  La Codoñera, que en 1739, cinco años antes de su muerte, publico un libro titulado “Aragón, reyno de Christo, y dote de María SSma. fundado sobre la columna inmóvil de Nuestra Señora en su Ciudad de Zaragoza” (Titulo muy corto ¿Verdad?), en el que narra historia, tradiciones y leyendas de numerosos templos y cultos religiosos aragoneses.



Una vez llegas a los pies de la impresionante pared caliza, acceder al convento es complicado. La antigua senda, en su parte final, esta completamente derruida. Y hay que seguir los pasos estrechos que las cabras montesas han labrado sobre la ladera. Hay que ir con mucha precaución, pues cualquier resbalón puede suponer un accidente fatal.
Cuando por fin pude acceder al recinto, las sensaciones fueron contradictorias. Por un lado me embargaba la emoción, era un privilegio disfrutar de aquellas vistas maravillosas, en un lugar cargado de historia, de una espectacularidad increible, poblado desde muy antiguo… Por otro sentía rabia, frustración, por ver otro elemento patrimonial único casi destrozado, un lugar inigualable abandonado y olvidado.

Describir aquel emplazamiento, ese antiguo priorato donde los siervos de María hacían vida contemplativa, no es sencillo. Pese a los muros que todavía aguantan erguidos las embestidas del tiempo, es difícil hacerse una idea de cómo estaba distribuido.
El convento esta dividido en tres recintos diferenciados. El primero, el que se encuentra en la parte mas baja, debía ser una especie de patio donde incluso pudo haber alguna cuadra para mulas de carga por las marcas constructivas que se distinguen pegadas a la roca.  Sobre ese recinto, encontramos el muro en mejor estado de la construcción, todavía se mantiene en pie el vano de una ventana. Es tras ese muro donde se abre el espacio más grande, de unos 200 metros cuadrados. Allí se distingue todavía el enlucido sobrepuesto en la roca, diferentes estancias, cuevas mas estrechas y profundas, un aljibe donde probablemente se recogían los pluviales… numerosos restos constructivos desperdigados por toda su extensión. Y por ultimo, un tercer recinto en la parte superior derecha que dominaba todo el convento, probablemente la residencia del superior del cenobio.


Miré a mí alrededor. Si este elemento patrimonial de tanta importancia histórica, tan singular dada su ubicación, un reclamo turístico dada su espectacularidad, estuviese en otra comunidad autónoma, ¿Estaría en la situación en la que se encuentra hoy? La respuesta era sencilla, NO.
Según narra el padre Fací, antes citado, se le considera el primer templo de la Corona de Aragón dedicado al Arcángel San Miguel, precisamente a dicho Arcángel también se le rinde pleitesía en el Islam y el Judaísmo.


Yo personalmente creo que en el lugar ya existía alguna construcción de origen precristiano y la cristianización ayudó a consolidarla. El Islam respetó el lugar por estar dedicado al Arcángel y por eso las tropas aragonesas lo encontraron tal y como era en época visigoda.



Por lo que he leído a San Miguel Arcángel se le considera el capitán de los ejércitos de Dios en su lucha contra el demonio. Hubo una época en la que se consideraba que las cuevas u oquedades que se introducían en las entrañas de la tierra, eran las salidas del infierno, y se levantaban templos sobre ellas dedicadas al Arcángel para que evitara con sus ejércitos la salida del inframundo de los siervos del diablo. Precisamente en el lugar donde se levantó la primera ermita existen pequeñas galerías que se introducen en la montaña. ¿Casualidad? No lo creo.           
A finales del siglo XV llegan los Siervos de María (Servitas) al lugar, una Orden con una historia también peculiar, y lo abandonan en 1717 para trasladarse al nuevo Convento de las Cuevas. Unos dicen que se trasladaron por la falta de salubridad, y otros que fue por un desprendimiento que les hizo temer por su seguridad.



En definitiva, es un lugar especial, singular, con una ubicación espectacular y sorprendente. Con una historia extraordinaria, con unas posibilidades turísticas innegables. Debemos hacer lo necesario para consolidar sus restos, para facilitar el acceso y la visita.
Creedme si os digo que todo aquel que ha subido alguna vez a este lugar excepcional, jamás lo ha olvidado.









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